Las librerías 'de viejo' y el pequeño pueblo en armas contra la soledad
A pesar de la evidente transformación del mercado literario, el comercio local de libreros en Granada subsiste con la segunda mano y un acceso económico a la lectura como baluartes
Un libro es un depositario de vida. Un libro es una propuesta, un acompañamiento que se presta normalmente a dejar de ser efímero en el momento en que ocupa una estantería, un recuerdo o una habitación. No hay muchos lugares que el libro no pueda habitar. Ausentes de propiedad sentimental más que en la autoría, su venta no ha sido nunca un derroche de billetes y 'ferraris' para quienes los escribían, aunque por casos, más o menos honrosos, como las meigas, haberlas haylas.
Dejando a la realeza literaria a un lado, para quienes verdaderamente fue siempre duro este mundillo no fue para otros que para los libreros. Más aún para aquellos que decidieron escoger como catálogo eso que convenimos en llamar "libros de viejo". Libros ya leídos, con segundas, terceras o cuartas vidas con la cualidad de acogerse mejor a los dedos y al bolsillo. Con todo, Granada, sea o no Ciudad de la Cultura, de la literatura o de quién sabe ya qué, sigue siendo un lugar amable para ellos, a pesar de una coyuntura económica que los ha convertido en auténticos espacios de resistencia. El lector que sigue deseando pasear y comprar entre estos títulos que, como quizás con un tinte cursi pensamos con algunos humanos, conservan más brillo por dentro que por fuera, sigue teniendo una alternativa a las grandes superficies periféricas. No hay en estos casos romanticismo alguno, sólo una ingente cantidad de trabajo, horas muertas, cuentas apretadas y en el fondo, en mayor o menor medida, vocación y cierta inventiva. Una buena historia atrapa a cualquiera, y en el caso de las librerías granadinas, si algo sobra son precisamente eso, historias.
Librería Praga
La mayoría de estas tiendas granadinas comienzan su andadura, como mínimo, hace más de una década, con todo lo que conlleva vivido en la vorágine de las transformación urbanística y socieconómica de la ciudad en los últimos años. Un ejemplo claro de ello es la Librería Praga. Su comandante en jefe, Javier Ruíz, ha vivido en primera persona la constante decadencia del tejido empresarial del centro. Un ataque corrosivo en forma de centro comerciales, turistificación y gentrificación desreguladas que han dejado no pocos cadáveres en el barrio de la Magdalena, donde la librería de Javier sigue indemne, a pesar de todo, en el número 33 de la calle Gracia.
"Querían cargarse el centro y lo han conseguido. Nos hemos convertido en una librería de barrio, que por otro lado, está muy bien. Si algo está en peligro no son los libros, sino los libreros" apunta al tiempo que cuenta cómo el "monstruo" de Amazon y el modelo de negocio que lleva a cabo amenaza cada vez más los pequeños comercios de las ciudades. " Nosotros fuimos la primera librería de España en trabajar con Amazon y la primera en salirnos de ahí. Nos tenían esclavizados. No tiene sentido trabajar para alguien que quiere destruirte".
La Praga se ha convertido en cambio en una librería de barrio, que encaja perfectamente con el movimiento antigentrificador que están promoviendo la gente más joven que se niega a dejar la zona a la suerte de los pisos turísticos y la homologación. En su haber, un catálogo casi al 90% de segunda mano, que de la misma manera su hueco para el libro nuevo. "Lo traigo prácticamente a demanda. También cosas que sé que se van a vender y cosas que sé que a lo mejor no van a tener salida, pero que quiero tener aquí". En la misma mesa donde el se sienta se encuentran desde el ensayo que hace fiebre entre los indies de bandera y en el mercado actual en general, como es 'El Trap' de Ernesto Castro, hasta rarezas de corte exquisito, caso de 'Jardines. Los verdaderos y los otros' de Umberto Pasti y Pierre Le-Tan o la última obra publicada en España de la americana Vivian Gornick, 'Mirarse de Frente'. Les rodean a estos títulos como a Javier miles de clásicos y no tan clásicos. Un catálogo generalista, en el que siempre, al igual que sucederá con los anteriormente citados, quedará un ojo que descubra su propia aguja en el pajar, esa que encaje con el deseo indeleble de la tarde y el sillón.
Ubú Libros
Unos pasos más adelante de la Librería Praga, en la misma Magdalena, se encuentra Ubú Libros. Consolidada en la zona desde hace algo más de dos años, Ubú se muda. No sale de la calle Buensuceso, del número 17 al número 13, a unos pocos metros solamente para alivio de la comunidad ubuística, una amalgama de fieles lectores compradores, esto es importante, que no han cejado en el empeño de seguir manteniendo a flote el proyecto iniciado por Marian Recuerda, que curiosamente se había curtido en el oficio durante siete años en la librería Praga, y que ahora cuenta con una nueva socia, Teresa Soto, con la que recomienza en el tercer local de esta librería.
Entre las características más notables de Ubú sobresale ante todo una forma de hacer diferente, con una mirada heterodoxa, que ha llevado a tener entre estante y estante desde bibliotecas enteras compradas de segunda mano compradas a ojo, pasando por títulos de nuevo catálogo de las editoriales independientes más envalentonadas, como puede ser el caso de Hermida editores o Fulgencio Pimentel, y apuesta por autores, sobre todo por autoras, que no tienen cabida en los grandes almacenes ni mucho menos en las listas de superventas. Y si se lo preguntan, sí, Cristina Morales ya ocupaba su estantería en Ubú mucho antes de ganar el Premio Nacional de Narrativa, hacer arder Twitter y alguna cosa más.
Por otra parte, en las librerías, como en el mundo en general, siempre son malos tiempos para la lírica. Hay géneros, precisamente la poesía o el teatro, a los que les cuesta siempre algo más hacerse un lugar en los catálogos. No es el caso de Ubú Libros, donde las artes escénicas sigue teniendo su propia esquina y la poesía se gana unos cuantos metros de altura, balda a balda, como entente contra Instagram y el rapero cuarentón que le dio por unir una frase debajo de otra. Debates sobre la decadencia poética y esnobismos aparte, en Ubú siempre queda un sitio para todo tipo de lectores, filántropos o misántropos, siempre que precisen un libro en las manos. Y si se trata de socializar, entre sus paredes esperan algunas de sus muchas actividades mensuales: talleres, club de lectura, charlas, presentaciones. Por ahora tendrán que esperar mientras Marian y Teresa mueven sus cajas de una punta a otra de la calle pero, para ir haciendo tiempo llevan una semana de liquidación. 3 euros, 1 libro. Las gangas se van acabando.
Librería Atlas
Emilio Torres regenta la librería Atlas desde 1995. Su apertura tuvo lugar en el año 1995. El local se encontraba entonces en la calle Escudo del Carmen, cercana al Ayuntamiento. Ahora, en una de las bocacalles entre la plaza Trinidad y el Jardín Botánico, sigue ejerciendo de librero, a pesar de los baches de la vida y un público que, por suerte o por desgracia, ya no es el mismo. "La gente ya no lee como antes, eso está claro. Ahora estamos siempre pegados al móvil y si tenemos un rato, vamos a mirar Facebook antes que abrir un libro". Lo cuenta Emilio mientras vende una novela a una chica de apenas 20 años. Esta se sonríe, pero la paradoja existe. Tras casi un cuarto de siglo, Atlas sigue teniendo acólitos que ya sea por fidelidad o por despiste entre calle y calle, siguen llevándose nuevas historias a casa. Y no precisamente para utilizarse como pisapapeles, imagina uno.
El negocio, eso sí, es menos rentable que antaño. De eso no hay duda. "Cuando abrí la tienda, venían alumnos de la Universidad con listas enteras de libros para el curso. Eso ya no ocurre. No sé dónde leerán ahora. Lo sacarán de internet imagino, pero el libro no lo compran".
Por contra, entre las bibliotecas que va comprando a particulares para su librería, tanto el ensayo como la narrativa siguen teniendo su público y constituyen la mayor parte de sus ventas. "No vendemos precisamente novela rosa, como comprenderás". El chacarrillo lo cuenta Emilio mientras muestra orgulloso algunos de los libros de su vitrina. Ediciones granadinas la mayoría de ellas, otro de los temas, el local, que más atraen a la gente de la ciudad. La novela española gana por goleada si uno camina con el ojo a vizor por sus paredes llenas de libros. Por un lado "Últimas tardes con Teresa" de Juan Marsé, por otro "El Anarquista desnudo" de Lluís Fernández. Contrastes donde los haya, la edición de Anagrama de la obra de Fernández, ya en el 79, demuestra que a la editorial de Herralde, la misma que ahora publica a Morales (vuelta la mula al trigo) nunca dio un paso en falso.
Emilio por su parte tampoco. Su librería sigue indemne, beneficiándose en lo que puede del comercio online, pero haciendo acto de presencia día tras día con un stand donde a menos de 5 euros puede uno adquirir no pocos compañeros para un largo invierno.
Reciclaje
La tienda 'de viejo' por excelencia en el centro de la ciudad quizás sea Reciclaje. No por ser la que mejores títulos tenga, que para gustos colores, sino porque hablamos de un comercio bicéfalo: un lado cientos de libros, al otro cientos de discos de vinilo. Entre medias una vitrina de Dvd's, por si se quiere rematar la faena. También es la más antigua de todas. Abrió sus puertas en el año 90. En 2004 fue traspasado a sus actuales dueños, Antonio y Paco. Al llegar a la tienda cualquier mañana de frío granadino, es posible que esté Isadora. "No hay edad, vienen desde estudiantes hasta personas mayores o turistas" cuenta sobre el tipo de clientes que pasan por el local. Donde sí parece haber coincidencia es en el tipo de títulos que se llevan a casa. "Muchos quijotes, Miguel Delibes, literatura hispanoamericana...y mucho Lorca". Los clásicos, como puede observarse, nunca pasan de moda.
En el semicírculo que rodea una estantería de discos se encuentra la literatura erótica junto a la esotérica enfrentadas a la sección de ciencias, como si de dos religiones se tratase. Estando a pocos metros de la Catedral, tiene su gracia. Les separan baldas y baldas de algunas de las grandes obras del canon del europeo. Heinrich Böll, Ortega y Gasset o Hannah Arendt todo a menos de dos cervezas o a lo sumo, el precio de una entrada de cine.
Allí, al igual que en otras de las citadas, aparecen cada día todo tipo de lectores que vienen a vender sus libros. En la misma mesa los dejan unas horas para que los valoren y decida precio el librero. El ciclo del coste de las cervezas o la entrada de cine cambia de sentido. Un buen canje, desde luego, para el lector hedonista. Y una buena forma de que siga en pie esta institución de la calle San Jerónimo.
Sostiene Pereira
Nada más entrar por el Arco de Elvira se divisa una pequeña librería. Sostiene Pereira, inspirada en la obra de Tabuchi, lleva en ese local desde el 14 de abril de 2010, cuando José Miguel Aponte, primer librero del local, la inauguró. En esa fecha icónica, José Miguel, a pocos años de la jubilación, decidió dedicar de pleno su vida a los libros y no encontró mejor manera que poner en marcha el proyecto. Allí se encuentra ahora además un pequeño espacio en el que se reúnen la Asociación del libro viejo de Granada. Un lugar diríamos casi brechtiano, discreto a la par que solemne, con parte de una muralla zirí haciendo de pared para la reunión de mesas con paleta que miran a un coqueto escenario donde ahora celebran reuniones, conciertos e incluso alguna obra de teatro. "Lo tenemos abierto para quien quiera utilizarlo. No hacemos programación, sino que vamos aceptando a la gente que quiere hacer uso de él". En la entrada al espacio hay además una pequeña mesa donde José Miguel, que ya no se encarga por entero a Sostiene Pereira, arregla algunos libros en mal estado.
Le acompañan dos mujeres, Carmen y Rosa, que pasan su día trabajando en la Asociación y buscando algunos títulos descatalogados. "Encontramos todo. Hay algunos sitios en España que incluso les remiten a nosotros, porque siempre acabamos encontrando el libro, por mucho que esté ya fuera de mercado". Orgullosa, Carmen cuenta que necesitaba un lugar para pasar el tiempo con algo ahora que también se jubiló. Alegrarle la vida a doctorandos con libros que pensaban que nunca iban a encontrar no parece un trabajo menor.
En el otro local compartido de la librería se encuentra ahora Antonio, que lleva ahora todo lo que corresponde a la actividad de la librería misma. El único que no ha cambiado en el organigrama es el gato de la librería. Con un nombre tan literario como Nieve, el felino se pasea de estante en estante, al mismo tiempo que recibe las correspondientes fotografías de los clientes. " Nos mandan fotos por redes sociales constantemente". El dedo de Carmen señala a la pared donde Nieve aparece en una posición tan pintoresca como la que siempre ofrece tumbado, cómo no, sobre libros.
Otras librerías
En Granada existen, además de las citadas, no pocas librerías de viejo, aunque sí con un formato más mixto. Entre ellas, por poner uno de los ejemplos más relevantes está la librería Bakakai, probablemente la mejor librería de pensamiento político en la ciudad, con un catálogo amplísimo, sobre todo en la rama libertaria. Allí, como en Ubú se celebran todo tipo de actividades cada viernes, siempre con el asociacionismo y la defensa del barrio del centro como bandera. Predomina el libro nuevo, pero sólo por la labor que ejercen, merece la pena echar unos euros de más. Como Sostiene Pereira, los libros raros son su especialidad.
A su vez, los anticuarios, como ocurre en la zona de Cartuja, o en los rastros de Camino de Ronda, son un buen lugar para los lectores más expeditivos. Igual pueden encontrarse una edición de Niebla, del ahora de nuevo famoso Unamuno, metido como calzador para una lavadora, que igual se puede uno encontrar una estantería perfectamente cuidada con una Biblia de principios del siglo XX apretada en una esquina.
Con más o menos paseos, lo que sí queda claro es la resistencia de este tipo de comercios, subsistentes en parte por la capacidad de lectores y libreros por seguir poniendo de su parte y no evitar, porque es inevitable, la indómita necesidad del ser humano de leerse a sí mismo y sus congéneres, escriban en el idioma que escriban, cuenten las historias que cuenten. El pueblo es el mismo. En armas, siempre, como diría Egea, contra la soledad.
Comentarios
Un comentario en “Las librerías 'de viejo' y el pequeño pueblo en armas contra la soledad”
Emilio
25 de octubre de 2019 at 10:44
La librería Atlas está ubicada en C/ Fábrica Vieja, 7, entre la Plaza de La Trinidad y la Plaza de Los Lobos.