Llegan los primeros refugiados ucranianos a Granada: "El camino ha sido muy duro"
Galina, Svetlana y Zlata, abuela, madre y nieta, provienen de Dnipropetrovsk, ciudad de la que todavía se puede escapar
Abrazos, sonrisas, alivio, lagrimas de alegría y de tristeza. Galina, Svetlana y Zlata, abuela, madre y nieta, han llegado este lunes a Granada tras un largo viaje desde Ucrania. En la estación de Adif han sido recibidas por Nadia Zhuravel, ucraniana residente en Granada, y su marido, José Fernando. La provincia ha comenzado a recibir a los primeros refugiados de la invasión rusa, que dejan atrás la barbarie para buscar paz y seguridad, aunque dejar de pensar en casa es imposible.
Galina, Svetlana y Zlata provienen de Dnipropetrovsk, la cuarta ciudad más poblada de Ucrania, situada en el centro del país. Nadia explica que ellas han tenido la suerte de poder "escapar", ya que hay otras poblaciones que "ya están rodeadas” y no existe la posibilidad de salir a pesar de la existencia de corredores humanitarios. “No cumplen sus palabras. La gente está preparada para evacuarse, pero no le dejan y está todo el mundo allí atrapado”, asegura Nadia, que este jueves viajará a Madrid para ir a buscar a sus padres, que también llegan de Ucrania.
"Están sobreviviendo"
"Todo lo que se ve por televisión tienes que multiplicarlo por 20 o por 30", detalla Nadia, que recibe información de primera mano de amigas que están viviendo todo de cerca. La ucraniana residente en Granada cuenta que la comida y la electricidad escasean, circunstancias que hacen que conocidos estén "sobreviviendo". Ella y José Fernando comentan la importancia de los envíos de ayuda humanitaria y su contenido. Ambos sostienen que el material médico ahora mismo es fundamental. Puntos de sutura, ansiolíticos o antiinflamatorios son algunos de los artículos que más pueden ayudar ahora mismo a la población ucraniana. Por otro lado, remarcan el valor que tienen los alimentos listos para comer, pues productos como el arroz o unas lentejas son útiles únicamente si se tiene la posibilidad de cocinarlos.
Galina no puede evitar derramar lágrimas después de los sentidos abrazos de Nadia y José Fernando. La más mayor de las tres refugiadas tiene en casa a su marido, que se quedó en Dnipropetrovsk. "Ayer ayudó a recoger a una niña de 19 años de una zona de bombardeo de la cual todavía salen trenes”, manifiesta Nadia, que agrega que ahora va a tener "una familia muy grande en casa".
Las tres recién llegadas no pueden apenas expresar palabras, pero Nadia señala que su camino "ha sido muy duro". "Estamos todos los días llorando e intentando hacer cosas sin parar para ayudar de alguna manera, expresa la joven ucraniana, quien concluye con fuerza: "No dormimos, no comemos, luchamos".