Los cinco trabajos más duros del verano en Granada
Cocineros, repartidores o bomberos forestales son los oficios que soportan mayores temperaturas en una estación del año en la que la mayoría de la ciudadanía disfruta de sus vacaciones
El verano es sinónimo para muchos de descanso, diversión y huir del calor. Para que los afortunados se puedan ir de vacaciones, otros se tienen que sacrificar. Están los que velan por nuestra seguridad, los que nos hacen la vida más fácil o cómoda y los que nos aportan entretenimiento. Todos ellos, de distintas profesiones, tienen algo en común: soportan altas temperaturas en su puesto de trabajo.
Imagínese que en pleno mes de agosto enciende la chimenea de su salón, se pone ropa de invierno y se sienta frente a las llamas. Esa es la sensación que experimenta a diario Javier, técnico del Infoca, que, junto a muchos compañeros más, vigila que la naturaleza no se pierda por culpa de los incendios. “Nos exponemos a temperaturas que en muchos casos superan los 60, 70 y 80 Cº”, comenta este amante de su profesión, la que lleva desarrollando desde hace 20 años sin disfrutar de vacaciones en verano, cuando su oficio tiene más actividad.
Javier sólo dejaría su trabajo por un motivo, aunque no abandonaría nunca su pasión. “He tenido la suerte de contemplar la mayoría de parques naturales, pero si me tocara la lotería los visitaría desde el helicóptero y con aire acondicionado”, comenta entre risas. Pero la realidad de estos héroes es que se tienen que preparar como verdaderos deportistas de élite para el momento de actuar. “Una jornada nuestra se puede alargar hasta 12 horas a pie de llama. A veces, hemos llevado pulsómetros y el gasto calórico es el equivalente a correr una maratón o hacer 200km en una bicicleta”. Y es que, hay bomberos forestales que han perdido hasta cinco y seis kilos tras sofocar un incendio.
“Se me ha caído la piel de los brazos tres veces en lo que llevamos de verano”, él no se expone a las altas temperaturas de los incendios, pero su cuerpo sufre bajo el sol y sobre al asfalto. Alessandre es un portugués de 24 años que, tras perder su empleo como camarero, decidió probar suerte como repartidor. Este joven no entrega la comida en moto o furgoneta, lo hace con una bicicleta que le han prestado, porque con la suya le era imposible subir las cuestas del Albaicín. “La cuesta de la Alhacaba y otra que hay por la carretera de Murcia y que llega hasta Haza Grande son imposibles, ahí me tengo que bajar de la bicicleta”, comenta Alessandre mientras expresa su cara de incredulidad por la dureza de su profesión. “Una gorra y un poco de crema, no me puedo proteger de otra manera, es el trabajo más duro que he tenido”, confiesa este portugués que se somete a temperaturas superiores a los 42ºC cuando rueda por la carretera a mediodía y al que le gustaría encontrar otro empleo que no sea bajo el sol, la lluvia o la nieve.
En el sector del turismo, la actividad no baja en Granada a pesar del calor, ya que es temporada alta de visitantes. “Cuando llega la época de calor y hacemos visitas a los barrios del Albaicín y Sacromonte, se nota que la gente mayor deja de venir a las rutas”. Pedro Casado lleva media vida dedicada a ser guía turístico. En sus 20 años de experiencia profesional dice haber encontrado casos extremos por las altas temperaturas. “Sin ir más lejos, el verano pasado, en plena ola de calor, un turista holandés sufrió taquicardias y mareos por el gran esfuerzo que supone hacer turismo en horas en las que el sol aprieta”.
Pedro dice que le recomienda siempre a los turistas ir protegidos, ya que el sol en Granada en esta época te puede traicionar. “Yo estoy al servicio del visitante, pero es cierto que siempre les recomiendo elegir las primeras o últimas horas del día, estar bien hidratados, llevar gorra y gafas, aunque el turismo no entiende de sol o altas temperaturas”.
¿Se ha acercado alguna vez al fuego en el que se cocinan los espetos de sardina? El Mansuri, natural de Marruecos y 12 años espetando sardinas en uno de los mejores chiringuitos de la Costa Tropical, dice someterse a 40Cº en el mercurio. Su experiencia hace sospechar que la sensación térmica de este espetero ya no es la misma que la del resto de personas, por los calurosos veranos que ha pasado frente a las ascuas. “Es un trabajo muy duro porque tienes que darle el toque perfecto al pescado”, dice El Mansuri, por lo que su preocupación por el punto perfecto de cocción, en vez de por su calor, también hace sospechar sobre su sensación térmica.
La verdad es que este cocinero a pie de playa lleva sus guantes para poder clavar los espetos en las ascuas, señal de las altas temperaturas a las que se expone. Y es que, este es uno de los casos que, aunque pase calor, disfruta de su trabajo. “Me encanta ser el mejor espetero de la costa”, subraya este marroquí, que tiene claro su puesto en el ranking.
A pocos metros del barco en el que se asa el pescado nos encontramos a José Manuel. Este joven de 19 años y natural de Padul sólo lleva un mes repartiendo tortas por las sombrillas y tumbonas de la Costa Tropical. Antes también pasaba calor en su antiguo oficio, cuando recogía fruta y verdura en invernaderos de la provincia. “En este trabajo tienes que caminar sobre la arena caliente y bajo el sol, es más duro que el anterior que tenía”.
A José Manuel le gustaría trabajar en su pueblo natal, pero todos los días se tiene que desplazar hasta las localidades de Motril, Salobreña o Torrenueva para hacer su ruta como tortero. “Es muy duro repartir en la playa, ves a la gente disfrutar y te dan ganas de bañarte”, comenta a Granada Digital mientras reconoce que se olvida del calor al acabar su jornada laboral.
Son personas que, como todo el mundo, tienen que trabajar, pero con el condicionante de hacerlo expuestos a altas temperaturas y, en la mayoría de los casos, para velar por el disfrute y seguridad del resto que están a su alrededor.