Los comerciantes de Camino de Ronda hacen balance tras siete años de obras de metro

Son muchos los que se muestran escépticos con la futura puesta en marcha del Metropolitano anunciada para finales del 2016 | Las obras, casi a un 90% de su ejecución total, han dejado heridas en negocios tradicionales que aún supuran para sus propietarios | Los nuevos comerciantes, los que se han aventurado recientemente a alquilar o comprar un local en esta zona, miran con ilusión, aunque también con cierta reticencia la proyección de los que algunos siguen llamando La Redonda.

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Una persona mayor pasea entre comercios y obras en Camino de Ronda
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Es media tarde de un jueves ya otoñal en Camino de Ronda.  En el ecuador de esta gran avenida, tras un escaparate empapelado de pósters con apetitosas ofertas de viajes, se distingue a un comercial atareado frente a un ordenador. La puerta está abierta de par en par. No hay que empujar ni tirar. Quizá sea un reclamo más para los transeúntes. “¿En qué puedo servirle?”, pregunta Salvador Camacho, el propietario de Viajes Zafiro Tours. Basta con que en la misma frase se unan las palabras “obras del metro”, “molestias” y “resurgir de Camino de Ronda”, como para que Salvador se eche a reír con una ironía que cortaba el aire. Un gesto, una actitud, que se repetirán prácticamente con el resto de comerciantes cuestionados al respecto.

Porque han sido, y aún colean, años difíciles para muchos comercios que han visto trabajar más de un lustro a excavadoras, perforadoras y tuneladoras a escasos metros de la puerta de sus establecimientos.

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Un proyecto que empezó a gestarse en 2002, pactado en 2005 entre el Ayuntamiento y la Junta de Andalucía, e iniciado en 2007, -las obras del metropolitano comenzaron en marzo de ese año Albolote y Maracena- y que llegó a Camino de Ronda en 2008. Los trabajos en esta arteria de la ciudad tenían fecha de caducidad: 2010. No obstante, no fue hasta 2012 cuando se reabrió el tráfico y se despejó, algo, la zona. Hasta el año pasado, según relatan los comerciantes, las vallas y numerosa maquinaria seguían allí y le quitaban el adjetivo “provisional” con el paso de los días. De hecho, aún en las bocas de acceso a las tres estaciones subterráneas del tramo de Camino de Ronda se ven operarios y maquinaria trabajando.

NEGOCIOS CERRADOS

Según datos de 2011, los últimos que maneja la Federación Provincial de Comercios de Granada, unos 90 comercios no han conseguido sobrevivir a casi media década de hecatombe económica. Echaron el cierre y colgaron el cartel de “se alquila” o “se traspasa”, con el consecuente efecto de la destrucción de más de 100 puestos de trabajo. “Esos son los últimos datos de los que disponemos. Aunque el grosso de las obras no finalizó hasta el año pasado, el periodo de 2008 a 2011 fue el más complicado para el comercio. No creo que esa cifra varíe mucho más”, contesta María Castillo, la presidenta de la Federación, en nombre del presidente de la Asociación de Empresarios, Comerciantes y Autónomos de Camino de Ronda por su imposibilidad de atendernos.

Las cifras bailan si consultamos las hemerotecas de los diarios locales en aquella fecha. Según las declaraciones que hizo el presidente de la asociación de comerciantes de Camino de Ronda, Francisco Acullo, apoyándose en datos oficiales procedentes de la Junta de Andalucía de 2011, antes de que comenzaran las obras había 5.493 negocios abiertos en Camino de Ronda y alrededores. Dos años después de las obras, la cifra se quedaba en 4.230. Es decir, 1.263 negocios menos. La diferencia entre 90 y 1.000 es abismal. Quizá en el término “alrededores” está la clave para justificar ese descuadre.

LUCES Y SOMBRAS AL FINAL DEL TÚNEL 

“Convirtieron Camino de Ronda en la zona cero”, asegura Salvador, de la agencia de viajes. “El metro no va a aportar nada. Cero. El metro va a beneficiar a los pueblos del extrarradio. Para Granada no es más que un proyecto salomónico que no va a servir de nada”, asiente rotundamente mientras pone su mirada en la puerta que sigue abierta.

“El día que funcione, si es que funciona algún día, a Camino de Ronda no le afectará ni para bien ni para mal”, comenta Miguel Ángel Pérez, propietario del Estanco La Ribera, a pocos metros del cauce del Río Genil.  “El metro va soterrado y la gente que decida cogerlo no va poder ver si aquí hay un estanco o si allí hay una cafetería para tomar unos churros. La gente, si eso echa a andar algún día, se fijará en lo que vea alrededor de las bocas del metro por las que salga”, sentencia. El estanco que regenta Miguel Ángel lleva abierto más de 40 años. Antes de que empezaran las obras, trabajaban 6 personas. Ahora solo dos están detrás del mostrador. Sus ventas cayeron más de la mitad.

camino de ronda comercioAlgo parecido le ocurre al negocio familiar de Virginia Almagro, la distribuidora de peluquería y estética Halmagro, abierta en el número 93 desde 1975. “Estábamos tres en la tienda, a veces, cuatro, y ahora estamos dos. Y te diría que hay días que sobramos las dos”. A esa merma Virginia le suma los diferentes desperfectos que han causado las obras en el local y no duda en mostrarnos el suelo del sótano para que lo veamos. Han pintado el local para tapar grietas de alguna manera y tienen un cristal aún resquebrajado que su seguro les va a cubrir, “el resto de desperfectos nada. La Junta de Andalucía mando un perito antes de las obras para hacer fotos, pero nadie ha venido después de terminar las obras”, añade indignada. Tras su relato de la odisea que supusieron las obras, Virginia se muestra consciente de que la actividad comercial ha mejorado “algo” pero que Camino de Ronda “no va a ser lo que era porque muchos negocios, los de toda la vida, ya no están. Además de que hay locales que va a ser muy difícil que vuelvan a ser alquilados o que se vendan”, apostilla Virginia.

Del escaparate de Tejidos Tarrasa, el negocio del matrimonio que hacen Juan Carpena y María García, cuelga un cartel de liquidación, aunque por la jubilación de Juan. “Nosotros porque nos jubilamos, si no, nos sería difícil seguir”, explica el hombre. “El local es nuestro y no teníamos que pagar alquiler”, dice a su favor, “pero hemos perdido mucha clientela que venía y que dejó de hacerlo porque no podía transportar las telas, tal y cómo estaba la acera”, relata Juan. María, su mujer, asiente con la cabeza y aporta un dato más: “Nos hemos tirado dos o tres días sin abrir porque no entraba nadie y era frustrante”. Aunque lo que más le indigna a María y a Juan es que nadie se haya responsabilizado aún de los desperfectos cuando les entró agua en el local por algún percance con tuberías en el discurso de las obras. “Hemos ido a todas las reuniones convocadas por Metropolitano y por los vecinos, pero no se adelantaba nada. Pusieron una oficina para quejarnos, y no nos hacían caso. Una vez nos entró agua y barro en el local, se perdió material, y aquí nadie nos ha compensado con nada. Pusimos una reclamación, un escrito, y nada. Si no responden ¿para qué ponen una oficina?”, se pregunta ella misma. La oficina de la que habla María es la que se ubicaba en la calle Arabial que, en 2014, trasladaron a San Antón.

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PROYECCIÓN DE LA ZONA

Ellos, Juan, María, Salvador, Verónica, Miguel Ángel... son una mínima muestra de los comerciantes que han sufrido en sus carnes y en sus cajas registradoras la sequía económica que ha propiciado las obras, sin olvidar tampoco que la crisis económica ha rizado aún más el rizo. Pero como apunta el proverbio, después de la tempestad, llega la calma. Eso debió pensar Julián Espinal que abrió la panadería Buen Pan apenas hace cuatro meses justo enfrente de la estación Alcázar del Genial. “Conseguí el traspaso a un buen precio”, comenta; el emprendedor se declara optimista con el proyecto. “Me molesta un poco aún las obras de la boca de acceso al metro porque entra mucha suciedad en la tienda pero las aceras han quedado muy bien y ya se va notando más tránsito”. Andrés Fernández también se hizo con un traspaso y ha montado una frutería en el número 96 de Camino de Ronda. “Escogí esta zona hace dos años porque ya estaba terminado el groso de las obras. Es un buen sitio por el trasiego de gente aunque según para qué negocios, Camino de Ronda conviene o no conviene”, comenta entre cajas con fruta de temporada. También hace dos años, Yenny Pujols apostó por un negocio de venta de vinos y pan artesanal. “Vivimos el final de las obras pero lo justo para que el local peligrase aunque aguantamos con la clientela que se fue haciendo fiel a nuestro negocio”, recuerda Yenny. “Yo creo que cuando arranque el metro, las cosas irán mejor aún pero...¡que termine ya, por favor!”, exclama entre risas.

La petición de Yenny de que acaben las obras debería hacerse realidad antes de que acabe el año. Según la Junta de Andalucía, la obra civil terminará a finales de este año. Pero no será hasta abril de 2016 cuando se implanten los sistemas asociados a la infraestructura (seguridad, control, señalización, energía...). Tras eso habrá que licitar la explotación comercial del metro, asunto que la Junta anunció que iniciaría en este mes. Y, si no hay más demoras, el Metro de Granada se pondrá en marcha tras nueve años muy sacrificados para el comercio granadino.