Los dispositivos que rastrean la actividad física no parecen ayudar a mejorar la salud
Así lo revela un ensayo aleatorizado que involucró a 800 trabajadores a tiempo completo y cuyos resultados se publican en 'The Lancet Diabetes and Endocrinology'
Utilizar regularmente un dispositivo de seguimiento de la actividad física (o contador de pasos) que supervisa y proporciona retroalimentación sobre el ejercicio no aumenta los niveles de actividad de manera suficiente para beneficiar la salud, incluso con el incentivo de una recompensa económica, según revela un ensayo aleatorizado que involucró a 800 trabajadores a tiempo completo y cuyos resultados se publican en 'The Lancet Diabetes and Endocrinology'.
"En el transcurso del estudio de un año, los voluntarios que llevaban los rastreadores de actividad no registraron ningún cambio en su número de pasos, aunque moderadamente aumentaron su cantidad de actividad aeróbica en un promedio de 16 minutos por semana. Sin embargo, no se encontraron pruebas de que el dispositivo promueve la pérdida de peso o la mejora de la presión arterial o la capacidad cardiorrespiratoria, con o sin incentivos financieros", explica el autor principal, el profesor Eric Finkelstein de la Escuela de Medicina de Duke-NUS en Singapur.
"Aunque hubo algunos progresos desde el principio, una vez que se detuvieron los incentivos, los voluntarios tuvieron peores resultados que si nunca se les hubieran ofrecido los incentivos y la mayoría de los participantes dejaron de usar los rastreadores", agrega este experto.
Más de la mitad de los adultos en los países desarrollados no alcanzan los niveles recomendados de actividad física. A pesar de la popularidad de los podómetros (o rastreadores de actividad) como una herramienta de motivación y supervisión de los niveles de actividad, existe poca investigación sobre si pueden ayudar a las personas a llevar una vida más saludable o si los incentivos financieros podrían animar a la gente a usarlos durante más tiempo y alcanzar niveles de aptitud más altos.
Este ensayo sobre los incentivos económicos para promover la actividad física (TRIPPA, por sus siglas en inglés) se diseñó con el fin de evaluar el grado en que un programa de seguimiento de actividad (en este caso un Fitbit Zip en la cintura) con y sin dinero en efectivo o incentivos podría aumentar la actividad física y mejorar los resultados de salud entre más de 800 empleados (de entre 21 a 65 años) reclutados de 13 organizaciones en Singapur.
LIGERO AUMENTO DE ACTIVIDAD FÍSICA CON INCENTIVOS ECONÓMICOS
Los investigadores también midieron la cantidad de minutos de actividad física de moderada a vigorosa por semana (MVPA), así como el peso de los participantes, la presión arterial, la capacidad cardiorrespiratoria y la percepción subjetiva de la calidad de vida al inicio del estudio y seis y 12 meses más tarde.
Durante los primeros seis meses, se asignó a los participantes al azar a uno de cuatro grupos: el grupo de control recibió información sobre la actividad física y un pago semanal de 4 dólares de Singapur pero sin actividad de seguimiento; el grupo de Fitbit Zip recibió un rastreador de actividad y un pago semanal de 4 dólares de Singapur; y los grupos de incentivos recibieron un seguidor más 15 dólares por cada semana que registraron entre 50.000 y 70.000 pasos o 30 si se contabilizaban más de 70.000 pasos para donar a una organización benéfica de su elección (grupo de caridad) o guardar el dinero para sí mismos (grupo efectivo).
En los siguientes seis meses del estudio, los participantes podían seguir usando sus seguidores de actividad, pero no se les ofreció nigún incentivo. Durante los primeros 6 meses del estudio, sólo los participantes en el grupo de incentivo en efectivo registraron aumentos en la actividad física en comparación con el inicio del análisis, realizando en promedio 13 minutos más de MVPA por semana e incrementando su número de pasos diarios en 570.
Durante el mismo periodo, el grupo de control, en promedio, realizó menos actividad física que la que practicaba al comienzo de la prueba, mientras que el nivel medio de actividad en los grupos de voluntarios de caridad y de Fitbit se mantuvo bastante constante.
Sin embargo, después de 12 meses (seis meses después de dejar de dar incentivos) los voluntarios en el grupo de incentivos en efectivo registraron una reducción sustancial de la actividad física, registrando niveles similares al inicio de la investigación. Por el contrario, después de 12 meses, los voluntarios con Fitbit presentaron mayores niveles de actividad física, registrando 16 minutos extra de actividad de moderada a vigorosa por semana en promedio. Es importante destacar que los resultados de salud no mejoraron en ninguno de los grupos, ni a los seis ni a los 12 meses.
Según los autores, estos hallazgos sugieren que el tipo de incentivo financiero y el tiempo que se da es importante para su eficacia. Es importante destacar que aproximadamente el 40 por ciento de los participantes dejaron de usar el rastreador de actividad en los primeros seis meses y sólo el 10 por ciento los seguía usando a los 12 meses.
"Vimos una gran caída en el uso a medida que el estudio avanzó. La gente utiliza estos dispositivos durante un tiempo, pero con el tiempo la novedad pasa, algo que es coherente con cómo las personas emplean los rastreadores en la vida real", señala co-autor Robert Sloan, profesor de la Escuela de Ciencias Médicas y Dentales de la Universidad Kgoshima, en Japón.
Los investigadores han señalado que debido a que los empleados que fueron voluntarios en este estudio eran más propensos a estar sanos y motivados a estar físicamente activos que el trabajador medio a tiempo completo podría limitar la generalización de los resultados a otros grupos, pero consideran que el trabajo ofrece importantes conocimientos sobre el uso de incentivos económicos y el impacto en la salud de los rastreadores de actividad.