Los españoles ven el alcohol y el tabaco menos peligroso para la salud que hace 10 años, según encuesta de la FAD
La percepción de peligrosidad de las distintas sustancias es alta también en todos los casos, aunque los jóvenes muestran, para todas ellas, una visión algo menos problematizadora que los adultos
La percepción de riesgo del consumo de alcohol y tabaco entre los españoles se ha reducido en los últimos diez años, según los resultados de una encuesta realizada por la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), que muestra también una mayor permisividad frente a otras drogas como el cannabis o la cocaína.
El estudio aborda cómo ha variado la percepción social de los consumos de drogas entre los españoles de 15 a 65 años y su postura frente a ellas en las últimas dos décadas gracias a la comparación establecida con los dos estudios previos realizados por la FAD en 1999 y 2004.
En lo que respecta a las drogas legales, el porcentaje de quienes las consideran muy peligrosas en la actualidad es menor que hace diez años (un 7% menos el alcohol, y más de un 12% menos el tabaco).
En cambio, y pese a aumentar la permisividad, ha crecido la percepción de riesgo de las drogas ilegales en este mismo periodo. Así, el 65,2 por ciento de los encuestados considera peligroso el consumo de cannabis (frente al 56,2% de 2004), el 98,1 por ciento el de cocaína (frente al 95,8%), y el 95,1 por ciento el de anfetaminas y alucinógenos (frente al 91,7% de 2004).
El estudio muestra como se duplica ampliamente el porcentaje de los que señalan el alcohol y el tabaco como drogas respecto a diez y quince años antes. La opinión favorable hacia el alcohol se ha reducido, desplazándose hacia una menor creencia de que sea una sustancia controlable y segura.
En cuanto a los motivos para consumir drogas, los usuarios frecuentes de tabaco y alcohol hablan de la diversión, la curiosidad y la búsqueda de sensaciones, mientras que quienes no consumen estas sustancias enfatizan los problemas como motivación.
Además, el alcohol es percibido como ligeramente más peligroso por mujeres que por hombres; también por individuos de mayor edad que por los más jóvenes. Igualmente lo ven más peligroso quienes se declaran más religiosos.
DROGAS LEGALES: LA MIRADA DE LOS JÓVENES
La percepción de peligrosidad de las distintas sustancias es alta también en todos los casos, aunque los jóvenes muestran, para todas ellas, una visión algo menos problematizadora que los adultos. Especialmente cuando se trata de las drogas legales, con diferencias porcentuales que alcanzan casi los 20 puntos en la proporción de quienes las considera muy o bastante peligrosas: 34 y 39%, respectivamente entre los 15 y 22 años y los 23 y 30, frente al 52% de los adultos cuando se trata de la peligrosidad del tabaco; 42% y 49%, también respectivamente, frente al 59% de los adultos en el caso del alcohol.
Respecto a estas dos sustancias se comprueba que es más de la mitad en cada uno de los grupos de jóvenes quienes relativizan la peligrosidad máxima, y más aún cuanto menor es la edad. Se aprecia que cuanto menor es la edad es mayor la creencia de que el alcohol se puede controlar (según el 26% entre los 15 y 22 años y el 25% entre los 23 y 30, frente al 20% entre los adultos).
La percepción de que el alcohol es seguro y no peligroso es superior entre los más jóvenes, y muy inferior entre los jóvenes de mayor edad, incluso por debajo de los adultos (5,5%, 3,9% y 4,4%, respectivamente).
No son significativas, sin embargo, las diferencias en las posiciones respecto a la legislación sobre el tabaco, con una mayoría próxima al 75 por ciento de la población que las apoya e incluso las endurecería, y un 22 por ciento partidario de suavizarlas o abolirlas.
Mucho más clara es la diferencia de posiciones respecto a las leyes relacionadas con el consumo de alcohol, que afecta fundamentalmente a las restricciones en el consumo público y el de los menores de edad: el 24 por ciento de menores de 23 y el 21 por ciento de los jóvenes de entre 23 y 30 años, se muestra partidario de suavizar o abolir estas leyes, frente a un escaso 8 por ciento entre la población adulta