Los mosaicos de la Alhambra que inspiraron la creación de “Universos infinitos”

M. C. Escher, un artista que imaginó un mundo de figuras imposible inspirándose en las geometrías de los mosaicos del recinto monumental de la colina de la Sabika

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La figuras geométricas de la Alhambra inspiraron al artista holandés | Foto: Archivo GD
Doina Tabureanu
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Los misterios que entablan los mosaicos de la Alhambra, a través de sus figuras geométricas, siempre han creado gran curiosidad, por ello fue la inspiración de reconocidos artistas como M. C. Escher.

Maurits Cornelis Escher (1898-1972) quería encerrar el infinito en una hoja de papel. Esa fue su obsesión en la vida para muchas de sus xilografías y dibujos que le inspiró tras su segunda visita a la Alhambra, en 1937. Su primera visita fue a finales de los años 20, pero no se fijo tan bien en los 17 patrones geométricos que decoran el palacio nazarí. Cambiando así su perspectiva, y aunque en ese momento en España se libraba una guerra civil, Escher dejó de pintar paisajes y pasaba del escapismo al intelectualismo.

La segunda visita “abrieron los ojos” al artista holandés, cambiando el rumbo de su carrera artística. Aprendió allí contemplando los enrevesados detalles decorativos formados por repetidos patrones decorativos matemáticos. Esto tuvo una profunda influencia en las obras de Escher, especialmente relacionado con la partición regular del plano y el uso de patrones que rellenan el horror vacui, expresión latina que significa “miedo al vacío”. Técnica empleada en historia del arte para descubrir el relleno del espacio vacío en todo tipo de dibujo o imagen.

En la Alhambra, hay alrededor de 17 tipos de técnicas mosaicas empleadas dispersos por el palacio nazarí que múltiples matemáticos han intentado descifrar. En muchos de estos mosaicos se ha utilizado técnicas de teselado, es una figura que traslada o se hace girar, rellenado todo el espacio sin superponerse. Hay una de ellas, que es un triángulo curvo, similar a unas de las aves de Escher.

 

Obra inspirada en los mosaicos de la Alhambra 

Mundos imaginarios con figuras imposibles
M. C. Escher, creció en Leeuwarden, un pequeño pueblo del norte de Holanda. Dado que nunca fue bueno en los estudios su padre le enseñó la profesión de arquitecto. Aunque desde pequeño destacaba por el dibujo, pero no fue su primera opción. Acabó convirtiéndose en un discípulo de Samuel Jesserum de Mesquita que le enseñó la técnica de xilografía que le vino estupendo para años después en las grabaciones de linóleo.

Comentan que le gustaba mirar desde lo alto de las ciudades, y con su visita a Roma le pareció una ciudad perfecta para ello, y se quedó allí desde los 24 a los 36 años, un año antes de su visita a Granada.

Antes de salir de Italia en 1935 por el ascenso del fascismo, visitó Granada por segunda vez. Este periplo es determinante en su vida y en su obra. Aunque Escher ya tiene la técnica del teselado en su cabeza, será en Granada donde vea la luz que luego dará lugar a las primeras xilografías de libélulas, escarabajos, caballeros o pájaros. El islam suní prohíbe cualquier tipo de representación humana o de animales en el arte, ya sea en las ilustraciones o en la arquitectura. El artista holandés intentó copiar a los arquitectos nazaríes de la época incluyendo elementos naturales en vez de figuras geométricas, y lo logró con el teselado hiperbólico.

Pone en práctica con esta técnica El Circulo Límite, que juega con el concepto de infinito, creando así uno de los trabajos mas icónicos y famosos, Mano con esfera reflectante, un autorretrato. Le fascinaba la esfera precisamente por la capacidad de situar al artista en el centro del papel, o del universo, centrándose en las paradojas geométricas en sus ilustraciones.

A partir de los años 50, fue cuando empezó a ser más conocido y cobrando por sus obras, visitó además Suiza y Bélgica, y finalmente en 1941 vuelve a Holanda donde no volvió a irse hasta su muerte.