Los prejuicios se combaten con hechos y verdades
Hablaba de los prejuicios Ranga Yogeshwar, que es el divulgador científico más prestigioso de Alemania y decía que los prejuicios se combaten con verdades y con hechos. Y es evidente que uno de las bacterias de la relación entre personas que la infectan, son los juicios y los prejuicios.
Cuánto daño hacen a las relaciones, a las descripciones, a los intentos de cambio, cuando le metemos un juicio o cuando tenemos prejuicios. Esas opiniones preconcebidas, generalmente negativas, hacia algo o alguien, que lo que hacen es generar básicamente daño. Esta actitud es una muestra de rechazo. Los prejuicios los elaboramos a partir de opiniones que surgen antes de juzgar la determinación de las evidencias. En otras palabras, un prejuicio es una crítica que se realiza sin tener los suficientes elementos previos para fundamentarla.
“Todos los hombres son iguales”.
“Las mujeres son unas exageradas”.
“Las rubias son tontas”.
“Los sudamericanos son escandalosos”
“Los árabes son terroristas”.
“La mujeres brasileñas son las más guapas”
“La comida italiana es la mejor del mundo”
“Los europeos no saben bailar”
Todos ellos son prejuicios. Y los prejuicios pueden volverse peligrosos si están ampliamente difundidos.
En elsevier, podemos leer que la imagen de las enfermeras siempre ha sido una de las problemáticas más recurrentes; y es que la falta de información y las ideas preconcebidas son enemigos difíciles de combatir, pero no imposibles. Tradicionalmente siempre ha existido la imagen de la enfermera como asistente, como mano ejecutora de las órdenes dadas por el médico u otros profesionales sanitarios, que no posee competencias propias, es decir, no se ha reconocido a las enfermeras como profesión autónoma sino subordinada a otras. Es obligación el romper estos prejuicios que envuelven a la profesión Enfermera.
Existen muchos tipos de prejuicios, pero todos ellos se fundamentan sobre la creencia de que nuestra cultura y etnia son superiores a las demás. Esta sobrevaloración de nuestras tradiciones, convenciones y costumbres sobre las de los demás han sido el motor de algunas de las mayores atrocidades de la historia. Todos conocemos los resultados de conflicto, sufrimiento, discriminación y exclusión que generan los prejuicios.
Así, la causa de que nos aferremos a nuestros prejuicios son nuestras creencias y expectativas. Hacemos predicciones y nos encargamos de que se cumplan, todo ello en aras de mantener las cosas tal y como están para evitar salir de nuestra zona de comodidad. Pero en el proceso nos estamos perdiendo la oportunidad de aprender y disfrutar de la riqueza que nos brinda la diversidad.
Y en ese entorno, hablaba Irene Orce sobre la tiranía de los prejuicios y decía que éstos determinan nuestra manera de ver el mundo y estigmatizan nuestras relaciones. Están presentes en todos los ámbitos y actividades de nuestra vida, e implican una forma de pensar íntimamente vinculada con comportamientos o actitudes de discriminación, por sutiles que sean.
Las personas con prejuicios están socialmente en desventaja. Eso decía Yaiza Martinez. Para ella, las personas con prejuicios están en desventaja porque no aprenden nada nuevo y suelen perder oportunidades. Los resultados de su investigación sugieren que se debe buscar y potenciar el intercambio de experiencias con gente diversa para evitar, entre otras cosas, tratos erróneos a las minorías.
Y a pesar de que a todos nos gusta pensar que somos personas tolerantes, flexibles y de mente abierta, que hemos superado las barreras del racismo, del machismo y del estatus socioeconómico, que aceptamos a todo el mundo tal como es y que no hacemos diferencias, la realidad es que miles de personas padecen discriminación, cuya causa a menudo se encuentra en los estereotipos, que son una interminable ristra de afirmaciones categóricas que a menudo no nos molestamos en cuestionar. Y aunque algunos de estos prejuicios puedan parecer inofensivos, e incluso jocosos, a nivel inconsciente contribuyen a construir nuestra percepción de la realidad.
Y es que detrás de un prejuicio se esconden el miedo y la ignorancia.
Hay quien apunta sobre su origen que se trata de actitudes aprendidas en base a las experiencias que acumulamos a lo largo de nuestra existencia, principalmente durante la infancia. Este posicionamiento nos brinda una sensación de seguridad y nos ayuda a sentirnos aceptados.
Todo parece indicar que pocas veces somos conscientes de las verdaderas razones que nos impulsan a actuar de un modo y no de otro. Sin embargo, como necesitamos darle una explicación a lo que somos y a lo que hacemos, no es raro que nos «inventemos» razones para darle coherencia y sentido a nuestro comportamiento.
Ese tipo de explicaciones reciben el nombre de “racionalizaciones”, porque son una construcción mental que explica solamente lo más superficial de nuestros actos. Los verdaderos motivos de nuestras acciones suelen permanecer ocultos en el inconsciente. Tanto el hecho de que las emociones predominen como el de que el inconsciente es una zona oculta conforman también el caldo de cultivo para los prejuicios.
Y tristemente organizamos casi toda nuestra vida cotidiana a partir de los prejuicios.
Hay formas en las que puedes evidenciar prejuicios ocultos en la vida cotidiana. Y hay maneras de evitar los prejuicios como:
-Evitar prejuicios equivocados
-Antes de emitir un comentario o de catalogar a una persona, debes tomarte el tiempo necesario para conocerla bien
-Sinceridad. No des por hecho algo basado en suposiciones.
-Claridad. Debes tratar de evitar todas aquellas palabras que sean destructivas tanto para ti como para la otra persona.
-Prevenir. No hagas a los demás lo que no te gusta que te hagan a ti. Si no te gusta que te critiquen sin motivo, tú no hagas lo mismo.
-Igualdad. Nadie es mejor persona por vestirse, hablar o actuar de tal o cual manera. No caigas en el error de creer que tu estas capacitado de actuar de juez frente a las personas. Como seres humanos, todos somos distintos y todos somos capaces a nuestra manera.
Y junto a ello, es necesario:
-Humildad.
-Empatía.
-Observar las excepciones a la norma.
-Alimentar la mente con estímulos de cultura.
-Tener amistades en grupos diferentes.
-Reconocer nuestros prejuicios
Y además, evaluar nuestros propios sesgos. Hacernos responsable. Identificar los efectos negativos de los prejuicios.Disminuir los estigmas propios.
Algunas investigaciones señalan que las personas de menor capacidad cognitiva tienen más probabilidades de ser prejuiciosas, pero un análisis científico más reciente descubrió que los prejuicios no son exclusivos de las personas ignorantes. El estudio concluyó que las personas en los extremos altos y bajos del espectro de inteligencia realmente expresan niveles iguales de prejuicio, pero que la diferencia radica en las personas en contra de quienes apuntan esas críticas. Los autores de este estudio analizaron 5.914 sujetos en su experimento, valorando que las personas de baja capacidad cognitiva tienden a ser prejuiciosas contra grupos que tienen "baja elección" en su grupo de estatus. Las personas de baja capacidad cognitiva tienen en general más prejuicios contra grupos donde la gente no eligió ser parte, como los grupos étnicos o la comunidad LGBT. Fue más probable que los sujetos más inteligentes de su estudio tuvieran prejuicios contra grupos considerados "convencionales" o grupos percibidos como "de alta elección" en sus asociaciones.
Por tanto, los prejuicios, las críticas a alguien o algo previamente a conocer realmente quién es o de qué se trata, son una cualidad muy negativa del carácter de una persona. Generalmente son opiniones infundadas que se arraigan en la sociedad como estereotipos y, por lo tanto, nublan la capacidad de comprender lo que es ajeno a uno mismo. Quitémoslos por favor de nuestro entorno.