El lugar donde la ciencia cobra vida desde la muerte
El departamento de Anatomía de la Universidad es el encargado de la recepción, conservación y preparación de cuerpos donados para formar a los futuros sanitarios
Los solemnes pasos de José Carlos Prados por los pasillos de la Facultad de Medicina se detienen de manera repentina y sus palabras advierten con respeto: "A partir de aquí, no se puede grabar". El director del departamento de Anatomía de la Universidad de Granada se desliza con formalidad por la planta baja de la Torre C, donde desarrolla buena parte de sus menesteres. Cada una de las áreas docentes, describe mientras camina, "tiene una tarea fundamental, que es la de formar a los alumnos". "También tiene otra, que es la investigación", apunta a fin de que no caigan en el olvido los avances que desde esta faceta se logran. Pero la unidad que dirige, sostiene, encierra "algo muy especial, que no tiene ningúna otra". Es la encargada de recibir, conservar y preparar los cuerpos donados que permiten la formación completa de los alumnos. El lugar donde la ciencia cobra vida desde la muerte.
"Decimos que estas personas, de alguna forma, prolongan su vida haciendo que otras aprendan sobre un acto tan generoso como es donar tu cuerpo para que los alumnos, o también los profesionales porque también se hacen cursos para especialistas o de postgrado, se formen en determinadas técnicas. El beneficio es para la sociedad. Lo que se pretende es formar a los mejores profesionales para que den respuesta a las necesidades de nuestra sociedad", subraya Prados conforme va cruzando las puertas que, llave en mano, va abriendo Consolación Melguizo, secretaria del departamento. Entre los pasadizos, se cruza José Manuel Medina, uno de los técnicos de laboratorio. "Sin su labor, tanto la de los que trabajan por la mañana como los de tarde, esto no funcionaría", le presenta el director del área, aunque este, con modestia, asevera que "es un engranaje en el que todas las piezas son importantes".
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En lo que la conversación avanza, José Carlos Prados atraviesa el umbral a partir de la cual no es posible tomar imágenes. "Aquí es donde hacen todas las prácticas de todos los grados en los que imparte el departamento de Anatomía, que son muchos. Medicina, Farmacia, Nutrición, Logopedia, Odontología, Enfermería, Fisioterapia…", aclara. Al otro lado, un aula en la que la profesora Laura Cabeza se encuentra dando clase; al fondo, dos cadáveres -"Nosotros hablamos de sujetos anatómicos", concreta el director del área- yacen sobre una gélida camilla, pacientes hasta que les toque cumplir, de la mano de los futuros profesionales que se cultivan en la Universidad de Granada, su nuevo propósito.
"Esa es la parte más sensible del departamento", reconoce el también catedrático, que a lo largo de los 34 años de trayectoria dentro del área de Anatomía ha podido comprender que se trata de "una actividad social muy importante". "Los tratamos con todo el respeto. Siempre le inculcamos a los alumnos que son personas que les están ayudando a formarse, que es lo más importante que pueden hacer. Una vez han pasado esta fase de prácticas, los sujetos anatómicos que tenemos son incinerados. La finalidad última sería que vuelvan a su sitio, donde deberían haber llegado antes de pasar por aquí", expone Prados. Un ascensor permite llegar aún más abajo y el mercurio cae sensiblemente. A su apertura, muestra una amplia sala blanca, presidida por una hilera de cámaras frigoríficas numeradas. En su interior, descansan los sujetos.
"Cada una está a una temperatura de 4ºC, a excepción de los dos últimos, que son congeladores", explica José Manuel Medina, quien además esclarece que "la diferencia es que algunos van perfundidos". "Si se perfunde, se mantienen en un frigorífico normal, a su temperatura. Aquellos cadáveres que no están perfundidos se congelan para poder trabajar con él, seccionarlo o lo que se requiera, en función de la utilidad que se le dé", ahonda. "El donante llega y contacta con la secretaría del departamento. Con dos testigos, firma que quiere ofrecer su cuerpo. Obligamos a que venga de manera presencial. Cuando ya estamos seguros, se le hace una ficha y, al fallecer, la funeraria con la que tenemos un convenio lo trae y lo preparamos", relata José Carlos Prados el proceso. Esa disposición consiste, principalmente, en la infiltración de unos líquidos que impiden su descomposición.
Y desde ese momento, comienza su nueva vida, la que da aliento a la ciencia y respalda el crecimiento de los cientos de estudiantes de la Universidad. "Estas cámaras hacen que los mantengamos durante mucho tiempo. Un año, dos o, incluso, más. Esos sujetos son sobre los que se hace la disección para que los alumnos vean los procesos", abunda. En algunos casos, también sirven para plastinar tejidos u órganos y, con ellos, mostrar piezas reales que ofrezcan a sus pupilos una imagen real de lo que van a encontrar en el cuerpo humano. No proporcionan, en cambio, el material osteológico del que también dispone la unidad de Anatomía. "Toda la parte de huesos viene de cementerios con los que tenemos convenio. Lo que hacen es que nos donan piezas que están en fosas comunes para que se utilicen aquí para estudiar. Hay que tener en cuenta que este departamento es muy antiguo y tiene osteología de hace muchísimos años, aunque la vamos renovando poco a poco", matiza.
Al poner el último punto, muestra una mesa metálica, en la que los cuerpos son tratados para su conservación. ‘Clac’, se apaga la luz. Vaya momento. Pero solo ha sido la pulsación del interruptor erróneo. En otra pared, al fondo, una estantería en la que se almacenan distintas piezas.
-Para este trabajo, también hay que tener estómago, ¿no?
-Depende de las sensibilidades. Lo que sí puedo decir, porque nos ha pasado, es que entre los propios alumnos de medicina, que quizás sean los que más contacto tienen con los sujetos anatómicos, cuando vienen a su primera práctica, hay quien se marea, hay quien tiene que salir, quien no soporta el olor, que es un poquito especial… Esto pasa en las primeras semanas. Después ya ellos se acostumbran y lo ven como algo normal. Además, para ellos son unas prácticas geniales, porque están viendo las estructuras tal y como son en la realidad, no mediante imágenes ni mediante power point. Los profesionales del departamento ya estamos curados en salud.
Al departamento, asegura Prados, "llegan bastantes donaciones". "Me parece lo más bonito que se puede hacer", valora, pues, a su modo de ver, "es gente que fallece, pero que sigue haciendo una labor social, la de ayudar a otras personas". "No sé si se entiende lo importante que es que otra gente se esté formando con los cuerpos de personas que han sido tan generosas para donar su cuerpo para que esté aquí. Es algo que hay que agradecer. Es la continuación de esa vida, servir para que otros vayan aprendiendo", extiende, ya montado en el ascensor, camino a la salida. Es el momento de retomar el resto de tareas docentes y, cómo no, la investigación. "Dirigimos tesis doctorales, publicamos resultados de investigaciones… y no solemos acabar muy temprano", ríe. Son en parte, las funciones que también adquieren los donantes: "Investigar y formar a los alumnos".
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