Luis Z. Boy: “Un buen festival de títeres debe contar con un buen programador y con obras que dejen huella”

El Centro García Lorca acoge hoy ‘El traje del emperador’, un obra sobre el borreguismo humano que combina objetos, proyecciones y sombras de la mano de la compañía Siesta Teatro

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Luis Zornoza Boy, director de la compañía Siesta Teatro posa con el cartel del Festival de Teatro de Títeres en Granada que se lleva a cabo en el Centro García Lorca | Autor: Javier Gea
Ángela Gómez | @_Angela_GA
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Segundo y último fin de semana del Festival de Teatro de Títeres en Granada. Esta tarde noche, el Centro García Lorca, ubicado en la plaza de la Romanilla, acoge la obra ‘El traje del emperador’ de Luis Zornoza Boy. Un teatro de objetos y sombras que, sin muchos rodeos, nos habla del gregarismo humano o, hablando en plata, del borreguismo. Una fábula que parte del cuento medieval recogido en El conde Lucanor (aunque con un toque de la versión posterior de Hans Christian Anderser). Con ella, Luis Zornoza recrea la historia de un pícaro que dice hacer trajes que los tontos serán incapaces de ver. El rey compra uno de sus traje y todos, por no parecer tontos, dicen verlo y alaban la hermosura de la prenda, tanto es así que el rey termina desfilando desnudo…

Granada Digital ha conversado con el autor del espectáculo, Luis Zornoza, director de la compañía Siesta Teatro. En 2002, Zornoza plantó su taller en Granada pero lo cierto es que este creador y recreador de historias ha estado trabajando más fuera que dentro de España.

Entre 1991 y 2007 Zornoza fue el director artístico del NPT, el Teatro Público de Títeres de Inglaterra, y en 2005 y en 2007 dirigió el Festival de Títeres de Norwich. Como director escénico ha trabajado con compañías de gran reputación internacional como Vihera Omena (Finlandia), Diego Stirman (Francia), Baobab (Suiza), Darpana (India), Miniteater (Slovenia) o Baldufa (España). Siesta Teatro ha trabajado el cabaret para adultos (The End, 1990), los juguetes (Juan y las habas mágicas, 1993), las marionetas (Blancanieves, 1994), las máscaras de inspiración japonesa (Pinocho, 2000) y los objetos, sombras y proyecciones de cine, como lo demuestra en ‘El traje del emperador’.

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Luis Zonorza posa para esta entrevista a Granada Digital | Autor: Javier Gea

 

 

¿Cómo cree que va a acoger el público esta primera edición del Festival de Teatro de Títeres? Que sea gratuito ayuda, ¿no?

Creo que bien. Este festival tiene la peculiaridad de que está muy bien preparado y diseñado. Se puede ver un conocimiento superior a muchos otros festivales de títeres.

¿A qué se refiere con “superior?

En España, en la década de los setenta comenzaron a salir como setas los festivales de títeres, por ser algo barato, aceptable y popular. Lo que ocurre es que hay veces que no se han llevado a cabo bajo una programación con idea y visión, sino que más bien ha respondido a un criterio populista, es decir, a algo que entretenga.

Y bajo su punto de vista ¿Qué cualidades tiene que reunir una obra de títeres para que no sea algo ‘populista’?

En primer lugar es necesario que haya un buen programador que seleccione las obras. En este caso, detrás de este festival está Llanis Vel, que tiene una gran visión internacional. En segundo lugar, un buen festival debe presentar trabajos que tengan una huella especial, que no sean para rellenar espacios.

Este festival está diseñado prácticamente para adultos, con un teatro más rompedor, cambiante, innovador… Eso contrasta con el que se hace para el público infantil, que es más conservador. Por eso, el hecho de que se hayan decantado por un festival más para adultos es síntoma de que han apostado por otras propuestas

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Cartel de la obra 'El traje del emperador' por Siesta Teatro | Autor: Siesta Teatro

¿De qué va ‘El traje del emperador’?

La obra está basada en un cuento. Uno de los que aparecen en la recopilación que hizo el infante Juan Manuel en el siglo XIV bajo el título del Conde Lucanor. Estos cuentos los escuchaba él de los siervos, que los relataban en un latín malhablado y así los recogía él.

El cuento que yo hago el infante lo llamó “Lo que sucedió a un rey con los burladores que hicieron el paño”. Años más tarde lo tradujo Christian Anderson al alemán, aunque hizo modificaciones. El cuento va de unos picaros que confeccionan al rey un traje que no existe verdaderamente. Éste manda a su primer ministro para ver cómo va el traje y el pícaro le dice que el que no vea el traje es que es tonto.

Por supuesto, todos dicen que es maravilloso. El rey no lo ve pero piensa que si todos los demás lo ven es porque él es alto tonto. Y, con esas, organizan un desfile en el que el rey acaba paseándose en bolas sin que nadie le diga nada, salvo al final, que un niño grita que va desnudo.

Si él lo ve, yo no voy a ser menos… Pura muestra de ‘borreguismo’ ¿No?

Sí. No hay medias tintas. Es un cuento que tiene picardía, malicia, humor, comedia… que, al fin y al cabo, es la manera que tenían los esclavos y los siervos para, a través el humor, liberarse de las penalidades diarias. No había otra manera de hacerlo. Contaban unos cuentos sutiles pero devastadores.

¿Le hubiese gustado participar en este festival con alguna otra obra?

No. Esta está muy bien. Lo bueno de programadores independientes es que programan lo que a ellos les gusta porque les parece interesante. Yo he trabajado casi toda mi vida en el norte de Europa. Y aquí en España parece que hay algunos programadores que tienen miedo de programar una comedia blanca que hace un chiste sobre el poder para que no se ofenda el político de turno que va a verlo.

¿Cree que en España hay buena cultura titiritera?

En este país hay cultura titiritera desde el siglo XVI y XVII que luego continuó con los títeres de Cachiporra. En la década de los veinte y treinta llegó la europeización, con Falla, Lorca, Lanz… y gracias al movimiento romántico los títeres tomaron protagonismo porque se veía pureza en las tradiciones populares.

Después un “señor” sacó los tanques a la calle en el año 1936 a la calle y se acabó todo. Después de eso, ya por el año 1976, fue Cataluña quien tomó la iniciativa con la motivación de la identidad catalana. Buscaban, a través de la cultura, definirse y destacar, y así fue porque pocas compañías de España hicieron lo que supieron hacer las de Cataluña.

Tras esto, la cultura titiritera se ha expandido pero si se compara con otros países, salvo algunas excepciones, España ha aportado poco a este lenguaje teatral y, a menudo, se ha mantenido a la sombra de un poder con poco conocimiento.

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Luis Z. Boy representando la obra Pinocho | Autor: Siesta Teatro

La ‘sede’ de Siesta Teatro la tiene en el Valle de Lecrín ¿Por qué has elegido Granada?

Me gusta mucho Granada y monté el taller en 2002 aquí, aunque hasta 2009 no me vine definitivamente. La verdad es que uno prefiere trabajar siempre cerca porque me agotan los aeropuertos. Ahora estoy acabando una nave en la costa.

¿En qué te inspiras?
Bueno, viajar y conocer trabajos interesantes y cuidados en otros festivales hacen que me identifique con eso. El resto no me interesa aunque sea válido.

¿En qué estás trabajando ahora?

Ahora estoy pensando y trabajando en un pequeño espectáculo de títeres de cachiporra como los de Inglaterra, al estilo Punch y Judy.  Y también estoy pensando en hacerle un homenaje a la actriz Brigitte Bardot porque me parece una persona muy interesante y quiero hacerle un guiño en el que incorporaré la banda sonora de una película.

La idea es que el espectador observe la obra por el agujerito de una caja durante unos minutos, lo que en Inglaterra se conoce como ‘pick show’

¿Los vas a ofrecer en Granada?

Me gustaría hacerlo aquí, pero es necesario que haya unos programadores que estén interesado en otros trabajos, que haya pluralidad. Supongo que acabaré haciéndolo… Es cuestión de tener paciencia.