Lupión Casas cautiva y conmueve con el poema 'El Perro Cojo' de Benítez Carrasco | Vídeo y galería

El Coro “Manuel de Falla” y el Conservatorio Orfeo e I Musicisti presentaron el estreno absoluto de esta obra en el Hospital Real de Granada

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Estreno absoluto de la 'Suite el Perro Cojo' en el Hospital Real de Granada | Autor: Javier Martín Ruiz | @javiermartinr2
Javier Martín Ruiz | @javiermartinr2
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La noche de ayer, en el Hospital Real, asistimos a uno de esos eventos que se quedan grabados ya que todo parecía salir de un guión perfecto. El Hospital Real, abarrotado de público, asistía a lo que parecía un concierto, pero que luego resultó ser muchas más cosas. Empezaba la Orquesta del Conservatorio Orfeo, de gran calidad en sus cuerdas y una flauta travesera tocada con una dulzura inusual.

El Vals Triste, el Andante Festivo, obras que enmarcaban lo que sería la gran obra de la velada, el Estreno Absoluto de la 'Suite El Perro Cojo' de Juan José Lupión Casas. Estas obras más 'Finlandia', interpretada por las voces graves, crearon un poso de elegancia, melancolía y fuerza contenida. Siguió el Coro con uno de los números del famoso Peer Gynt de Grieg, famosa obra pero siempre agradecida de escuchar, la obra en la que se habla de un personaje aventurero se interpretó con alegría y viveza. Todo un placer. Y ahí fue cuando el director avisó de que había un breve descanso.

En ese momento se comenzó a notar que algo importante iba a suceder, no se movió un alma de su sitio. De nuevo apareció el inmenso Coro Manuel de Falla de la Universidad de Granada, con más de cincuenta intérpretes, que se dice pronto, con una actitud reposada pero concentrada, le siguió la orquesta y la solista Caridad Cordero, y comenzó la puesta de largo de la nueva obra del compositor Juan José Lupión Casas.

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Esta obra se basaba en el poema del granadino Manuel Benítez Carrasco, con plaza a su nombre y escultura en el Bulevard de la Constitución, y el resultado fue enorme. La capacidad del compositor de expresar este poema tan hondo era perfecta; la generosidad del compositor y la maestría que atesora se evidenciaban en melodías bellísimas,
en momentos brillantes, emotivos.

El propio diseño de la obra evidenciaba un dominio de la escritura al alcance de pocos, primero, el Coro, su coro, protagonista; luego un número de soprano y orquesta conmovedor, con ecos de música sudamericana. La soprano Caridad Cordero, en un momento dulce de su carrera conmovió al auditorio con el poder de su voz y el pellizco que solo las grandes tienen.

Siguió un número para Coro de Cámara, que lo bordó, ahí el Director Jorge Rodríguez Morata exhibió su dominio del instrumento, pues ya había demostrado maestría con el coro y la orquesta, pero este número, todavía más íntimo, permitió mostrar una riqueza de matices y una conexión con el coro brillante. El siguiente número lo protagonizó la enternecedora
conversación entre Carlos Barandika, barítono y el violoncelo, él con voz de gran registro y el violoncelo aportando profundidad.

Los últimos dos números, especialmente el último fueron soberbios, solistas, coro, orquesta, todos al servicio de este perro vagabundo que describe Benítez Carrasco y que se nos acurruca en el corazón para no irse.

Los aplausos, que no cesaban nunca, dieron paso a una entrega de flores y de un regalo del propio Coro al compositor, una pequeña estatua de un perrito cojo, que evidenciaron el buen ambiente que reina en esta institución que nació en 1973 en el seno de la Universidad de Granada. El ambiente era tal, que la propia madre del compositor espontáneamente salió al escenario a
abrazar a su hijo, uno de los grandes de la composición de esta ciudad y vino el bis, con la repetición del número final en el que una vez más, ni un alma se movió de su sitio. Gran noche, gran Coro, gran dirección y perfecta simbiosis entre dos granadinos a tener muy en cuenta, Benítez Carrasco y Lupión Casas.

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