Mancillar un escudo
Artículo de opinión del periodista deportivo Rubén Cañizares
Aquí y en Marte. Lo sabíamos todos. Si el Real Madrid hubiera necesitado ganar 0-15 al Granada, lo hubiera hecho sobrado. Me atrevo a decir que en el minuto 60 ya hubiera conseguido su cometido. El bochorno del domingo en Los Cármenes es de los momentos más duros que recuerdo en mis 35 años de vida y amor al equipo de mi ciudad. He visto al Granada hasta en Tercera. También morir en la orilla en más de una ocasión cuando ascender a Segunda era una quimera. Todo eso se queda en una anécdota al lado del esperpento que sufrimos los granadinos este fin de semana, coronado por un nuevo ridículo institucional, encarnado en la figura de Tony Adams.
"La primera parte fue inaceptable, pero mi misión no era venir aquí a entrenar, sino a hacer un seguimiento de la plantilla y construir un proyecto", dijo el técnico inglés. Cinismo llevado a su máxima expresión, de una de las manos derechas de Jiang Lizhang, que se ha puesto la careta de mártir a la vez que ha consumado el descenso.
Seguramente con Lucas Alcaraz, el club estaría ya también en Segunda, pero lo que tengo claro es que nunca se hubiera mancillado el escudo, como está haciendo este Granada de once nacionalidades distintas en el campo, un inglés en el banquillo y un chino en el palco. Qué pena tan inmensa.