Mantener la distancia interpersonal es instintivo, pero las ganas de socializar se suelen imponer

Así lo ha demostrado un estudio de Jessica Stephenson, directora del Laboratorio Stephenson de Ecología de Enfermedades y Parasitología Evolutiva de la Universidad de Pittsburgh (Estados Unidos)

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Calle Recogidas, atestada de gente | GD
Europa Press
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Evitar las enfermedades infecciosas es un instinto protector en los humanos y animales, pero el instinto de socializar a menudo vence esa resistencia, según ha demostrado un estudio de Jessica Stephenson, directora del Laboratorio Stephenson de Ecología de Enfermedades y Parasitología Evolutiva de la Universidad de Pittsburgh (Estados Unidos).

Esta investigación ha examinado el comportamiento de los guppys, un pez vivíparo de agua dulce procedente de Sudamérica que habita en zonas de corriente baja de ríos, lagos y charcas, cuando son introducidos en un ambiente donde se colocan cerca de miembros de su especie con enfermedades infecciosas.

En el estudio, un tanque vacío estaba flanqueado por uno que contenía un grupo de tres guppies que representaban un riesgo potencial de contagio. Muchos guppys preferían el tanque cerca de otros guppys, como se esperaba de una especie social. Pero algunos guppys machos evitaron fuertemente el lado del tanque cerca de los otros peces y estos guppys distantes demostraron más tarde ser altamente susceptibles a las infecciones por gusanos.

Los seres humanos en general son "animales sociales normales en muchas de nuestras respuestas conductuales a las enfermedades infecciosas" pero que beneficios como "la vigilancia mundial de las enfermedades, la rápida comunicación mundial y los gobiernos centralizados con los departamentos de salud pública" pueden ser desperdiciados si se eligen instintos sociales en lugar del instinto evolutivo que nos dice que nos mantengamos alejados de las áreas de infección potencial.

"El hecho de que la gran mayoría de nuestra especie haya desperdiciado en gran medida los beneficios potenciales de estos beneficios es, una vez más, coherente con otros animales sociales: el costo del distanciamiento social en sí mismo puede superar el costo de contraer la enfermedad. Para algunos, ninguna cantidad de Zoom y FaceTime puede compensar los beneficios perdidos de las interacciones sociales. Estas frustrantes, aunque totalmente naturales, decisiones de comportamiento resultarán en la persistencia de COVID-19 hasta el advenimiento de nuestra quizás mayor ventaja sobre otras especies que se enfrentan a enfermedades infecciosas emergentes: la vacunación", explica Stephenson.