Manuel Martín, Defensor del Ciudadano: “Todos los días me cargo de esperanza”

Recibe más de 11.000 quejas al año de los granadinos, entre las que destacan los cortes de luz, las trabas burocráticas de la Administración o la escasez de vivienda y trabajo

Manuel Martín
El Defensor del Ciudadano de Granada, Manuel Martín | Foto: Javier Martín (Photographers)
Juan Prieto
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Manuel Martín García (Nigüelas, Granada, 1964) es el rostro y la voz del colectivo ciudadano ante los alcaldes de la ciudad. Licenciado en Antropología Social y Cultural y diplomado en Trabajo Social, posee la preparación y experiencia suficiente para ostentar, desde hace ya doce años, el cargo de Defensor del Ciudadano. Como fue cocinero antes que fraile, ocupó numerosos puestos que le han ayudado a entender mejor que nadie la realidad social de la ciudad, ya que fue trabajador social en hospitales o en los distritos Centro, Ronda, Chana o Zaidín con diferentes concejalías antes de ponerse en primera línea para defender a los granadinos. Sensible a los problemas que sufren, ayuda para tratar de resolverlos con un carácter afable y conciliador, aunque no exento de lucha cuando es necesaria, como demostró cuando se encerró en una iglesia junto al párroco de La Paz, Mario Picazo, para protestar por los cortes de luz en el distrito Norte. Recibe al año entre once mil y doce mil quejas que trata de resolver una a una con la creencia de que ayudar a las personas es más necesario que nunca. Utópico e idealista, que el corazón no se pase de moda es su libro… y su lema de vida.

Pregunta: Acumula ya doce años al frente de la Oficina del Defensor del Ciudadano. 

Respuesta: Pues no sabía que eran tantos. Han sido ya muchos los alcaldes que han pasado mientras he sido Defensor, pero se me va la cuenta de años.

P: ¿Y con fuerzas todavía para seguir?

R: Sí, porque creo mucho en la esperanza como actitud reivindicativa, como actitud que se contagia, se aprende y se enseña a quien no la tiene. Todos los días me cargo de esperanza.

P: ¿Crees en la utopía? 

R: Sí, creo en la utopía. El progreso es la realización de la utopía, decía un escritor que leo con frecuencia, y creo en la utopía. La utopía es lo que ha hecho que los avances del mundo sean tales y en el tema social mucho más.

P: Los que nacimos en los años 60, vivimos la plenitud de los 80 en la que creíamos en la utopía con muchísima fuerza y ahora esa generación estamos en un mundo distópico. Hemos pasado de la utopía a la distopía. ¿Crees que vamos hacia atrás o estamos avanzando?

R: No me gusta ser pesimista y es verdad que, a veces, vamos hacia atrás y avanzamos poco, pero creo que son las circunstancias que nos tocan vivir. Es verdad que la utopía y la forma de ver la vida que teníamos antes y esa ilusión, parece que ahora en nuestros jóvenes ha cambiado, igual por las circunstancias, e igual, también, por la responsabilidad de los más mayores, que no hemos sabido transmitir realmente lo que importa de verdad. Ahora que hablabas de Miguel Ríos... Yo tenía bastante amistad con Carlos Cano y para mí era una persona que me irradiaba y me contagiaba ilusión, utopía y lucha por la vida, por la dignidad de las personas. Es decir, en la canción, en lo que lees, en lo que haces y eso es lo que realmente mueve el mundo. Ahora parece que no es así, pero creo que igual es así y a nosotros nos cuesta un poquito no verlo así.

P: Qué gran tipo era Carlos Cano.

R: Pues sí, Carlos Cano para mí... Es una historia muy bonita que nunca había contado. Mi amistad fue que a mí siempre me encantó. Y en mi pueblo (Nigüelas) había un músico que sabía que me gustaba mucho Carlos Cano y me contó que estaba ensayando con él las ‘Crónicas granadinas’ en el Generalife. Me dijo que fuera con él y así podría verlo. Muchas veces me sentaba en el Teatro del Generalife, y en una de ellas, bajó y me preguntó: "¿Quién eres tú, que veo que vienes aquí?". Y le conté que era estudiante de Trabajo Social, que me encantaba su música y empezamos a hablar. Entonces me dio el número de teléfono de su casa. Como le dije que era fan suyo, que me encantaba su música y que me sabía todas sus canciones, me dio el número, pero pensé que no se pondría. Y cuál fue mi sorpresa que la primera vez que lo llamé me cogió su mujer el teléfono, me respondió y quedamos. Y a partir de ahí tuvimos una bonita amistad y aprendí mucho de él.

Manuel Martín durante la entrevista con GranadaDigital | Foto: Javier Martín (Photographers)

P: Qué buena anécdota y qué pena que un tipo con esa vitalidad y con esa calidad humana, y también cultural, se fuera tan pronto ¿verdad? 

R: Efectivamente, porque, además de cantar bien, era un poeta. Decir esas cosas de forma tan popular, que las entiende todo el mundo, y tan bonitas y tan reivindicativas, porque eso de "política no seas ‘saboría’ y arrímate un poco al querer que no se te escape la vida..." es que tan actual. La política, a veces, es muy ‘saboría’ y se arrima poco al querer, al querer de verdad.

Ayudar a los más débiles

P: Una de las características precisamente de Carlos Cano era ayudar a los más débiles que, en el fondo, es uno de los espíritus de la Oficina del Defensor del Ciudadano.

R: Efectivamente, la Oficina del Defensor del Ciudadano o, por lo menos, como yo veo la figura del Defensor, es una persona que tiene que ser capaz de comprender el sufrimiento humano por encima de cualquier tipo de ideología, creencia o circunstancia. El sufrimiento humano, que hay mucha gente que sufre aunque parezca que no. Y uno esto con lo que hablábamos antes, que ponemos la televisión, las redes sociales y parece que solo aparece lo bonito, aunque también aparece algo feo. Pero hay mucho sufrimiento fuera de las instituciones. Y eso es lo que un Defensor y la Oficina, porque no estoy solo y tengo un equipo maravilloso, es lo que intentamos: ayudar a estas personas y acercar la Administración a la ciudadanía.

P: ¿Eres una idealista? 

R: A mí me cuesta mucho definirme. Entendiendo por idealista que lo primero, cuando uno quiere hacer algo, es tener una idea, empezar a madurarla y pasar a la acción; en ese sentido, sí. Pero soy un hombre más de acción que de teoría, porque quedarse solo en la idea no es bueno, aunque las ideas son necesarias.

P: ¿Cómo podrías definir la labor que ahora mismo estás realizando y qué puedes hacer por los granadinos? Porque deben saber que hay alguien ahí dispuesto a hacer cosas por ellos. 

R: La labor que hago es compleja, porque nosotros gestionamos quejas y no tenemos la cultura de la queja muy arraigada; nos gusta más que nos echen piropos, que nos digan qué bonitos somos o qué bien lo hacemos, pero las quejas no nos gustan a nadie. Gestionamos quejas. Eso tenemos que llevarlo con deportividad. ¿Por qué? Porque si no estaríamos quemados y hundidos, y no es así. Es verdad, que a veces, ante determinados problemas y ante determinadas circunstancias, sí faltan las fuerzas y ya a uno le cuesta seguir. Pero, aún así, tengo allí puesto un lema: “Una queja es un regalo”. Y eso es lo que tenemos que creer. La queja es “peligro, algo se está haciendo mal”, pero también es oportunidad. Podemos, a raíz de esa queja, arreglarla. Y creo que hay que quedarse más con la oportunidad. Y, por eso, siempre les digo a todos los equipos de gobierno que han pasado conmigo, que han sido ya varios, que no vean las quejas como un peligro, solo como una oportunidad. ¿Qué mejor encuesta de opinión para un político que saber que lo está haciendo bien? ¿Qué mejor, como política de calidad, que saber de lo que se quejan las personas y poder arreglarlo? Para mí una queja es un regalo.

P: Han pasado ya cuatro alcaldes por el Ayuntamiento de Granada desde que eres Defensor del Ciudadano. ¿Te hacen caso? 

R: Tengo que decir que, generalmente, me escuchan y me hacen caso. Por una sencilla razón. Como yo llevo muchos años en el Ayuntamiento, ya me conocían. A Pepe Torres es al único que no conocía, pero como estuve en Servicios Sociales y me vio, estuvo mucho en los barrios, le insistí mucho para que se hicieran los centros de Servicios Sociales y él me escuchaba. Y luego Paco Cuenca es que nos hemos conocido por estar allí. Y Marifrán empezó en política siendo concejala y hemos compartido muchos momentos. Todos nos conocíamos y Luis Salvador, igual. Tengo buen concepto de ellos porque todos me han respetado y me han escuchado. Es la verdad. Luego, unas veces han hecho una cosa u otra, pero todos han estado ahí cuando yo los he llamado.

Sin militancia política

P: Porque a ti se te presupone una ideología neutral, no tienes carné con ningún partido político.

R: Me nombran los políticos. Tiene que haber tres quintos del pleno para nombrarme, pero yo no he militado en ningún partido, aunque todos tenemos nuestro pensamiento y nuestra ideología, pero no he militado en ningún partido. Y yo cada mañana al levantarme me digo que soy independiente y que ojalá no me equivoque en ninguna cuestión que haga, porque debe primar la defensa de la persona, ya sea cristiana, de izquierdas, de derechas, atea o por encima de cualquier cosa. El problema de la persona es lo primero. Mi única militancia hasta ahora ha sido el trabajo social, que estudié por vocación.

P: ¿Cuáles son los principales retos que afrontas día a día? 

R: Hay unos retos que son permanentes porque, por desgracia, no cambian o tardan en cambiar, como son, por ejemplo, los cortes de luz en el Distrito Norte. Eso es un tema que ya lleva más de 15 años y que me gustaría que algún día finalizaran. Es un problema difícil, no imposible. Como Diamantino García, otro utópico de la vida, un cura jornalero que conocí gracias a Carlos Cano, quien le dedicó una canción, creo en aquello que decía él de que no hay causas imposibles, hay causas difíciles, pero como son tan justas, algún día las ganaremos. Creo en eso. Los cortes de luz ocupan mucho tiempo, porque es algo más grave, pero nos dedicamos a muchas más cosas que los cortes de luz, aunque a mí se me conozca mucho por eso. Otro gran reto que me planteo todos los días es sobre los obstáculos que tiene la ciudadanía para llegar a la Administración. Las Administraciones tenían mucha carga reglamentista y burocrática, y después de la pandemia eso se ha acrecentado muchísimo. La pandemia ha marcado un antes y un después a la hora de relacionarse la ciudadanía con las Administraciones, con todas, y aquí no salvo a ninguna.

Entrevista con Manuel Martín, Defensor del Ciudadano | Foto: Javier Martín (Photographers)

P: ¿Ha cambiado a peor? ¿Cuál es la razón?

R: Porque durante la pandemia, por razones lógicas y porque no quedaba otra forma de actuar, estaba la cita previa, las gestiones telefónicas, las Administraciones cerradas, un vigilante que sale y te da un papel para que llames a un teléfono y pidas cita, o a través de la página web... A raíz de ahí, determinadas prácticas llegaron para quedarse y se han quedado. Y eso está generando muchos problemas. Era el ‘vuelva usted mañana’, pero ahora es que saque cita por Internet, métase en esta página web, hágalo por la sede electrónica o los teléfonos no responden. Con mucha frecuencia, el obstáculo es la propia Administración y eso no debería de ser. Eso es una asignatura pendiente de todas las Administraciones.

Personas mayores

P: ¿Y, quizás, los más damnificados de esa situación sean las personas mayores? 

R: Efectivamente, las personas mayores y las personas excluidas. Esa campaña tan importante y necesaria que empezó un médico con los bancos, pues en la Administración pasa exactamente igual. Es verdad que se ha dado algún paso y que algunas cuestiones se están arreglando, pero ahora mismo hay un muro que es la Administración. Y para las personas mayores o las que no tienen recursos, no puede ser que la Administración te atienda con cita, o que para pedir la cita tengas que hacerlo con un móvil o con un ordenador. Quien no tenga móvil o no sepa utilizarlo, o no tenga ordenador, ¿no tiene derecho a acceder a una Administración? Entonces, ¿qué pasa? O que te quedas fuera de determinadas prestaciones o que te tienes que buscar una agencia y le tienes que pagar para que te gestione una cita. Eso está pasando con la Seguridad Social, eso está pasando con el Ingreso Mínimo Vital, eso está pasando con muchas prestaciones de personas que lo están pasando mal. Las Administraciones tienen la obligación y el deber de arreglar esto.

P: Ya te digo que hasta los que tenemos móvil y ordenador, muchas veces nos cuesta muchísimo trabajo. Son prácticas desesperantes y la ciudadanía así lo transmite y se queja buscando soluciones. 

R: Es una queja transversal. Detrás de todas las quejas que tenemos, hay una parte importante de los problemas que tienen las personas para relacionarse con las Administraciones.

P: Para el tema de los cortes de luz parece que hay una solución en camino y que en Endesa se ha puesto las pilas, ya que desde las asociaciones de vecinos comentan que están instalando un nuevo transformador.

R: Tengo que decir que ahora Endesa ha dado respuesta a algo que veníamos pidiendo desde hace mucho tiempo y me alegro muchísimo y espero que siga por ese camino. El camino es centrarnos en las soluciones. Es verdad que allí hay problemas, no los vamos a negar, pero siempre digo que hay tres niveles de problemas. Personas que pagan su luz y no tienen luz. Personas que no pueden pagar la luz y que hay pobreza energética; y personas que hacen un uso ilícito del suministro eléctrico. A cada grupo de esas tres problemáticas hay que darle una solución diferente, porque las personas que pagan su luz, tienen derecho a tener luz. Y ahora mismo es verdad que el tema está mejor, pero, por ejemplo, esta mañana me escribía por las redes sociales un muchacho joven que me dice que lleva 17 horas sin luz en la zona de Almanjáyar. Así no se puede vivir porque a esta persona le está afectando a su salud mental.

Quince años de cortes de luz

P: Es increíble y algo que, sinceramente, no se entiende que este problema se haya alargado 15 años. Incluso el párroco de La Paz y tú os encerrasteis en una iglesia para exigir una solución. Tanto tiempo sufriendo una carencia tan básica.

R: Es inadmisible. Hay que plantearse en serio este problema porque los cortes de luz son un síntoma más de una enfermedad grave y sistémica que padece el distrito Norte. De exclusión y de pobreza. Mientras no se intervenga de una forma integral y se aborden estos problemas bajo esa integralidad, no se solucionará. Pero, mientras tanto, habría que dar una solución a los cortes de luz. Es verdad que se han dado pasos porque a raíz del encierro hubo un antes y un después. A raíz del encierro se pusieron una serie de transformadores cuando nunca se habían puesto. Y se han hecho muchas acciones positivas. Pero queda mucho por hacer. Y, sobre todo, queda por hacer que los distritos marginales, abandonados u olvidados, como a mí me gusta llamarles, sean prioritarios para la política y para los políticos. Y que no sean contenedores de las ciudades.

P: Esos distritos los convierten en guetos. Desde las asociaciones de vecinos nos contaban que allí ya no quieren ir los taxis o los repartidores, que se están viendo cada vez más aislados. Falta conciencia social 

R: El abandono y el olvido que sufren es tanto por parte de las administraciones como por parte de la ciudadanía. Parece que lo que está pasando allí no nos importa a los demás. El distrito Norte o los distritos problemáticos marginales son como un concentrado de la sociedad. Distrito Norte es la sociedad, es el mundo. Lo que pasa es que allí está de manera más concentrada. Pero lo que allí ocurre, ocurre en la zona centro, en el Zaidín, en La Chana y en muchos pueblos de Granada donde hay urbanizaciones de lujo. ¿Qué ocurre? Que allí hemos concentrado a un mayor número de problemas. Y no se le han dado unas respuestas coherentes, integrales y humanas. Habrá que afrontar los problemas, que parece que pasan solo allí, de manera integral. Y luego está el tema de la droga, porque a mí no me gusta centrar todo en el tema de la marihuana, pero habrá que abordarlo alguna vez. La droga existe y ahí está. Habrá que abordarlo de forma integral, pero tampoco se puede criminalizar a todo un barrio y a personas humildes, trabajadoras y honradas que están allí y decir que, porque unos cuantos hagan un uso ilícito, ellos tienen que estar criminalizados.

Manuel Martín en la entrevista con GranadaDigital | Foto: Javier Martín (Photographers)

Marihuana en Granada

P: Lo de la marihuana es un grave problema en Granada y en toda la provincia. 

R: La droga se está extendiendo por muchos puntos de la provincia y de España. Pero es que la droga también es un síntoma de la sociedad. Sí hay oferta es porque hay demanda. Y en esta sociedad el dinero está sobrevalorado y la droga da dinero. ¿Qué ocurre? Que luego, a raíz de todas estas personas que tienen problemas, operan las mafias. Y las mafias son las que habría que ver qué es lo que está pasando, porque ahí hay muchas personas que están pagando las consecuencias de las mafias. Y por eso interesa, en determinadas zonas y en determinados ámbitos, que los autobuses no vayan, que la policía no vaya, que las calles estén en mal estado, etcétera. Eso está estudiado en Trabajo Social, en Sociología y en Antropología. Los territorios ideales para que las mafias campen a sus anchas son los sitios más deteriorados. Y también ocurre un poco con la inmigración. Es decir, las pateras y las mafias que hay ahí, que pagan cantidades grandísimas y luego es mentira, vienen en una embarcación de mala muerte. Es decir, hay que ir a la raíz del problema y no podemos mirar para otro lado.

P: ¿De qué nos quejamos más los granadinos, aparte de los cortes de la luz y de la excesiva burocracia de las Administraciones? 

R: Eso son los dos grandes problemas. Ahora estamos de lleno metidos en el informe anual del año 2023, que presentaremos al pleno del Ayuntamiento y a la ciudadanía en general. También se quejan, y hay problemas, de falta de acceso a los recursos sociales. También de la vivienda, que hay mucha falta de vivienda, y de la falta de trabajo. El acceso a los recursos de, por ejemplo, el Ingreso Mínimo Vital, que fue un gran paso, pero que su gestión es difícil y que los trámites burocráticos cuestan y que, a veces, viene denegado. Y como no se puede realizar una cita ni se puede hacer una gestión telemática, pues no pueden reclamar. Es decir, los problemas de acceso a los recursos sociales. Y luego, también, hay muchas personas con enfermedades de salud mental. La salud mental es un gran problema y es la gran olvidada. Yo digo que es la cenicienta de las cenicientas. ¿Por qué? Hablamos mucho de las personas que viven en la calle, que es un problema. Precisamente venía en el autobús y un muchacho joven, que me ha conocido, me ha planteado los problemas que les generan personas que viven en la calle, en una zona del Camino de Ronda. Y yo les digo que todas esas personas son enfermos mentales. Están en la calle y hacen lo que no debe. ¿Por qué? Porque sus circunstancias mentales no se lo permiten. Y es un problema para las personas que están en la calle y para las personas que están con su familia. Se cerraron los psiquiátricos por aberrantes y me parece muy bien, pero hay que buscar alternativas. Es un problema grave y que debemos afrontar también. Faltan recursos y falta también concienciación. Porque las personas que viven en la calle, que son enfermos mentales, hay que darles un trato diferente. Y ahí las administraciones se tienen que poner las pilas.

P: ¿Llegan también sugerencias positivas de los ciudadanos? 

R: Sí, sí las hay. No es que sea mayoritarios, porque son mínimas, pero sí hay personas que te dicen por qué aquí no se pone una rotonda o por qué para que los perros no puedan hacer pipí en determinadas circunstancias no se ponen las esquinas de una determinada forma. O sugerencias en barrios de la circulación de una forma o de otra. Sí hay, pero son minoritarias.

Ciudad poco accesible

P: Otros de los problemas es la gran cantidad de obstáculos que hay en la calle para las personas con movilidad reducida, personas con discapacidad o que van en sillas de ruedas. ¿Recibís quejas en ese sentido? 

R: Sí, recibimos quejas, porque las ciudades no son accesibles. Hay muchos obstáculos y para las personas mayores, para las personas con cualquier tipo de discapacidad... Hablamos de ciudades inteligentes. Pero una verdadera ciudad inteligente es una ciudad que tenga muchos adelantos tecnológicos, pero también es una ciudad que los semáforos no tarden medio segundo para que a las personas mayores les dé tiempo a cruzar, o que no haya tantos obstáculos en la calle, que hay muchos; que el acerado esté bien y que una silla de ruedas pueda pasar con facilidad. Yo mismo me rompí el peroné hace un año y tuve que ir en silla de ruedas y me di cuenta de los grandísimos obstáculos, incluso, en zonas que están, en teoría, adaptadas para personas con movilidad reducida. Los problemas de accesibilidad son terribles y no estamos concienciados. Es tan fácil como, cuando se hace una obra nueva, hacerlo para todos. No solo para las personas mayores o para las que tienen discapacidad, sino para una persona que lleva un carrito de un bebé o alguien que se ha roto la pierna, algo que nos puede pasar a cualquiera.

P: Cualquier ciudadano que quiera contactar con el Defensor del Ciudadano lo puede hacer a través del teléfono (958 24 69 46), la web o de las redes sociales que, en principio, tú eras muy reacio a usarlas.

R: Era y soy un poco reacio, porque eso te da mucho trabajo y no desconectas durante las 24 horas. Este fin de semana he estado contestando porque, claro, si yo me quejo y, además con razón, de que las administraciones no contestan, yo no puedo dejar de hacerlo. Si me escriben por privado en Facebook, que está abierto las 24 horas, pues quiero contestar. Me puse en las redes porque tuve una alumna de prácticas de Derecho recién llegado y me convenció. Es verdad que a través de las redes llegan muchas cosas. Lo que pasa que también es que, dependiendo del tema, hay que canalizarlo. Si se trata de un tema de gran envergadura hay que abrir un expediente. Pero soy partidario de menos burocracia y más resolución. Me preocupa más el problema que abrir un expediente. Las personas no son un número y no son un expediente.

El Defensor del Ciudadano durante la entrevista con Juan Prieto | Foto: Javier Martín (Photographers)

P: ¿De cuántas quejas estamos hablando al año? ¿Y están creciendo o están disminuyendo? 

R: Eso varía mucho. Ahora mismo estamos cerrando el informe del año. Pero en la pandemia aumentaron muchísimas y, a partir de ahí, es normal que empiecen a bajar. Este año estaremos hablando sobre unas once mil o doce mil quejas.

Momentos difíciles

P: ¿Cuáles son los momentos más difíciles que has tenido en el cargo? 

R: Para mí los momentos más difíciles son cuando hay un problema grave que me plantean y hay que buscarle una solución y esa solución es compleja. Me estoy acordando, por ejemplo, en plena pandemia, de una activista importante de la ciudad que me llamó para contarme que había una persona que habían echado a la calle. Había mucho temor a que cualquiera tuviera el Covid y te lo contagiaran. Esta persona tenía alquilada una habitación en un piso y tenía problemas asmáticos, no tenía Covid. Pero, por el estrés, por las circunstancias o por estar encerrado en la habitación, tosía mucho y lo pusieron de patitas en la calle. Cuando estamos todos en nuestra casa confinados y sabes que hay una persona en la calle y, además, por una injusticia, es un momento muy difícil. Hablé con Luis Salvador y pusimos un dispositivo de Cruz Roja que fue a por él y le buscamos un recurso. También son momentos difíciles cuando desahucian a una familia con niños o la soledad de muchas personas mayores. O muchos enfermos mentales que tienen problemas graves y acuden a ti, te cuentan su vida y que, a veces, te cuentan hasta lo que comen y los escuchas, pero algo hay que hacer. La vida es un reto permanente y hay que estar en lo que toca y yo intento llevarlo bien.

P: Tras tantos años ya como Defensor del Ciudadano, ¿te gustaría jubilarte el cargo o tienes otras expectativas? 

R: Cuando me lo propusieron fue una sorpresa y, en cierta manera, un regalo en el sentido de que creo que es un puesto bonito de ayuda y de reconocimiento. En cuanto a las expectativas, a mí me gusta mi trabajo, me jubilaré cuando tenga la edad, pero de lo que no me voy a jubilar es de ayudar y de estar presente siempre en los problemas de los demás y ayudar todo lo que pueda a través de ONG. A mí me gusta el activismo social.

P: Ayudar a los demás es gratificante e, incluso, egoísta, porque uno se siente bien consigo mismo ayudando a los demás.

R:  Totalmente. Una compañera me dice que ayuda a los demás por ella, porque se siente bien. Podemos ayudar mucho y podemos hacer mucho.

P: En esa posición se puede hacer mucho por los demás.

R: Bueno, también estamos limitados porque un Defensor del Ciudadano no tiene poder como tal. No tiene poder ejecutivo,

P: Pero sí la fuerza que os da el cargo para presionar a los políticos a resolver temas. Asuntos que, muchas veces, a ellos no les llegan y que el Defensor hace de Pepito Grillo, como la voz de sus conciencias.

R: Sí, es así. Totalmente.

‘Que el corazón no se pase de moda’

P: Otro aspecto interesante es tu afición por escribir.

R: No soy un escritor ni escribo bien. Al hilo de los temas que se me presentan en la oficina, intento reflexionar y son pequeños relatos y artículos de opinión que, de alguna manera, explico cómo veo la sociedad y cómo veo determinados problemas.

P: El libro se titula 'Que el corazón no se pase de moda', es de la editorial Valparaíso y salió en noviembre. ¿Cómo han ido las ventas? 

R: Ha ido muy bien porque va por la segunda edición. Y estoy contento. Todos mis libros van destinados a obras sociales. Van a un proyecto social que se llama 'Mujeres en la noche buscando el día'. Son mujeres que quieren salir de la prostitución. Me siento muy feliz, primero, porque las personas lean los libros y, después, porque se recauden fondos para un proyecto tan importante. Ahí va un poco en la línea de que el corazón no se pase de moda. Es como poner el foco en que hace falta una revolución importante que sea la del amor. Es verdad que el ecologismo está mal, que la política está mal, pero el amor no se puede pasar de moda. Porque la política sin amor no sirve para nada, el periodismo sin amor no sirve para nada, la defensa de la ciudadanía sin amor no sirve para nada. Es decir, la bondad. Gloria Fuertes lo dice muy bien: “Lo primero, la bondad; lo segundo, el talento, y aquí se acaba el cuento”. Pues eso. Seamos bondadosos y tratemos a los demás como queremos que nos traten a nosotros.