María José Llergo tiñe de flamenco y ‘Ultrabelleza’ la Alhambra
La artista cordobesa interpretó una gran selección de su último álbum al tiempo que se permitió versionar a grandes del género como Lola Flores o Camarón
‘Ultrabelleza’ es el adjetivo que podría usarse para describir la Alhambra y es también el nombre del último álbum de la cordobesa María José Llergo, que ha traído el flamenco contemporáneo más innovador para llenar de arte andaluz el Ciclo 1001 Músicas CaixaBank, en una noche donde la cultura nazarí y andaluza se fusionan en una dulce ensoñación.
Es precisamente con este adjetivo con el que da comienzo la noche, gracias al ‘Superpoder’ de la artista, que confiesa estar muy contenta de estar en Granada ya que casi todas las canciones del álbum han sido escritas en la ciudad. Vestida de blanco, con una escenografía sencilla que deja brillar su magnética voz, la cordobesa siguió con ‘Visión y reflejo’ y ‘Me miras’, antes de enfrentarse a un grande del género.
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‘Y no llegaste a quererme’ -aunque sí, en este caso el público la quiso y mucho-, la malahe -como ella misma se ha denominado- cantó por Camarón en una mágica versión de la que el gaditano estaría muy orgulloso.
“No sé quién tiene más suerte, si la Alhambra de mirar al Albayzín y al Sacromonte, o el Sacromonte y el Albayzín de mirar a la Alhambra” confesó la artista antes de darle una sorpresa a los granadinos: el guitarrista Juan Habichuela apareció en el escenario para sumar arte a la escena. “Contigo siento que mi cante vuela”, admitió María José mientras Juan, que parecía un rojo clavel a su lado, llenaba el espacio con el sonido de las cuerdas de su granate guitarra española.
El costumbrismo y la cultura andaluza llenaron el teatro, dejando embobados a los presentes, “en un sueño de la Alhambra” como bien dijo la protagonista de la noche. De este modo, la estrella le hizo un ‘Juramento’ al monumento -canción que escribió tomándose una cerveza en el Sacromonte-, con el que confesó haberse imaginado al rapero 50 Cent enseñándole la Alhambra a su chica mientras le prometía amor eterno. Y es que la de Córdoba tuvo sus mejores intenciones con el público, al que deseo “que todo el mundo se prometa amor eterno en la Alhambra, porque qué mejor sitio que éste”.
‘A través de ti’ la noche siguió llena de fuerza bajo las riendas de una sirena del Guadalquivir, que atraía y seducía a todos los espectadores con su hipnotizante voz. Con ‘Malahe’ la artista cambió de papel y cantó como una guerrera empoderada, admitiendo que esta palabra, para ella, era “el piropo más guay que me pueden decir, porque malahe significa ser libre y quien no te quiera malahe no te quiere”.
Protagonista de una película Disney sobre príncipes y princesas nazaríes, ‘La luz’ iluminó a los presentes, con una emotiva dedicatoria para las mujeres más importantes de su vida “a mi madre, que está hoy aquí, y mi abuela, que nos mira desde el cielo”.
“Esta canción va sobre mi bisexualidad”, así de directa y natural dio paso a ‘Novix’, que después de ‘Tanto tiempo’ provocó que su voz retumbara en el monumento y se grabara en el pecho de los presentes.
Formando un corazón con sus brazos acabó ‘Tencontrao’, de ritmo moderno e innovador, tras el que compartió su felicidad por ver el teatro lleno. Los asistentes se dejaron llevar mientras iban ‘Aprendiendo a volar’, una canción de película que dejó un sabor de boca místico.
‘Pena, penita, pena’, aunque ahí había de todo menos pena -quizá una poca, la suficiente para no querer que el show terminase-. Versionando a Lola Flores, la cordobesa bajó al proscenio y se perdió entre las butacas del teatro, provocando que todo el patio de butacas se girase y fuese su coro personal, mientras algunos afortunados pudieron irse a casa con la imagen de la artista cantandoles cara a cara. El público no tuvo más que halagos para la diva: “¡guapa!”, “¡qué arte tienes!”, “¡qué bonito, hija!”, “¡viva la madre que te parió!”, un momento mágico de interacción donde la artista y el público se convirtieron en uno.
De este modo, la noche sucedió ‘Rueda, rueda’, ya de vuelta en el escenario para intentar acabar con ritmo y poderío: “Como rueda mi Graná”. Sin embargo, la actuación no quería culminar aquí. Con un breve fragmento a capela de ‘Estrella’, de Enrique Morente, la intérprete confesó que el concierto “no ha acabado, no me quiero ir de la Alhambra”, por lo que pidió una de despedida.
La final fue nada más y nada menos que con los tangos de ‘Al gurugu’ de La niña de los peines, para la que el guitarrista Habichuela volvió a hacer acto de presencia, deslumbrando a unos espectadores que tampoco tenían ganas de abandonar el monumento -y no precisamente por las vistas-.
De este modo, la noche se convirtió en una experiencia religiosa donde las raíces flamencas se entrelazaron con las nazaríes, dando como resultado una explosión de aplausos, vítores, gritos y silbidos ante una visiblemente emocionada María José, que no dejó de agradecer el cariño de los asistentes. Sin duda alguna, el secreto del arte jondo es que es capaz de teñir de ultrabelleza hasta al mismísimo Generalife.