Martínez Valero: donde los sueños se hacen realidad
Todo jugador o entrenador al que se le pregunte afirmará sin dudarlo que todos los partidos se afrontan -a priori- de igual manera, con la misma intensidad y las mismas ganas. Sin embargo, obviar que hay una serie de encuentros que están marcados en rojo en el calendario, sería negar la realidad; y el choque contra el Elche es uno de ellos.
Para cualquier aficionado granadinista, sobra explicar el factor emocional que se pone en liza cuando se habla de volver al Martínez Valero. Cierto es que han pasado ya más de dos años y medio desde aquella noche de junio en que se consiguió lo que -muy poco tiempo atrás- parecía imposible, por no decir prácticamente insolente. Pero, al pensar en el partido de hoy, es inevitable recordar -con todo lujo de detalles- la maravillosa acción de Ighalo y todo lo que trajo consigo.
Para el Granada, el Martínez Valero significa la vuelta a la élite, el fin de la peregrinación, aullentar los fantasmas que atormetaron a la entidad nazarí durante tantos y tantos años, pero -sobre todo- devolver la ilusión a una afición que jamás se resignó a permanecer por siempre en el ostracismo, y que -muy en el fondo- siempre reservó un pequeño hueco en su corazón a la esperanza de volver a codearse con los grandes del fútbol español.
Pues bien, el destino quiso que ese año fueran los rojiblancos los elegidos, y que -dos temporadas más tarde y tras una espectacular temporada en la Liga Adelante- fuera el Elche el que lograra volver a Primera. Y de esta manera, el fútbol concede al Granada la oportunidad de volver a donde comenzó todo (valga el tópico sin olvidar que el verdadero punto de inflexión del equipo fue la llegada de Quique Pina y su junta gestora, aún en Segunda División 'B').
Ya puestos en antecedentes, y tras esta necesaria retrospectiva, toca centrarse en lo futbolístico y en la actualidad. No se puede vivir del pasado y no debe ser más que un elemento que aumente la motivación e implemente el factor anímico de los futbolistas. A día de hoy, el Elche llega mejor. Tras un inicio complicado, los de Escribá acumlan tres victorias consecutivas, incluida la última contra todo un Betis y con un futbolista menos. Es décimo con 12 puntos, y -de momento- mira por encima del hombro en la tabla clasificatoria al conjunto rojiblanco, que marca el límite con el descenso con tan sólo 8.
Por si fuera poco, la enfermería nazarí se encuentra colapsada, y el Granada vuelve a perder a Piti y a Yebda, así como a Campos Toro. Ambos se unen a las ya conocidas bajas -también por lesión- de Dani Benítez y Migue García. Una lista de ausencias que se cierra con el sancionado Pape Diakhaté, expulsado durante el partido contra el Getafe. Por su parte, el Elche sólo pierde -a priori- para este partido a Cisma, que también fue expulsado en la victoria de los ilicitanos en el Benito Villamarín.
Aun así, y recurriendo a otro de los grandes tópicos del fútbol, las dinámicas y las estadísticas están para romperse. En días como hoy ni siquiera hace falta reforzar la motivación de los jugadores. Si hay un día en el que no se puede dudar de que los futbolistas lo darán todo y saldrán a morder es hoy. Si hay algún lugar donde es posible soñar y marcar un punto de inflexión, ese lugar es el Martínez Valero. Olvidemos venganzas, rencillas y asperezas, y disfrutemos del que será (con permiso de los sobrehumanos) el otro partido de la jornada, y, ¿por qué no? Soñemos.