Más que un pacto de estabilidad
Si España necesita acuerdos por la cuestión territorial, por la desigualdad y el empleo, por la lucha contra el cambio climático y por la revolución tecnológica que ya se nos ha echado encima, Granada no necesita menos estos acuerdos.
Nos enfrentamos como ciudad a diferentes retos que deben abordarse desde la estabilidad de un gobierno que supere los bloques ideológicos del poder por el poder con el noble objetivo, ético sobre todo, de hacer ciudad y construir ciudadanía. Desde el odio y los vetos, España, Granada, sus vecinos y vecinas sólo van a perder tiempo y recursos. Tiempo que no vuelve, recursos que no podemos despilfarrar porque los 13 años de gobierno del PP han sido años de despilfarro, de endeudamiento.
La calidad de vida, nuestro bienestar, que Granada sea una ciudad habitable y viable, exige acuerdos para hacer frente al reto de la contaminación del aire y del cambio climático. Las ciudades compiten entre sí en este mundo global y Granada debe liderar la construcción de un modelo territorial en el ámbito metropolitano cuyas herramientas son todavía del siglo XX. Sin un gran acuerdo de todos los partidos políticos no será posible, como tampoco lo será desde la consigna del bloque y la inestabilidad que anuncia dicho bloque. Y este reto, el del cambio climático, no es un asunto menor para Granada. El aumento de la temperatura, nuestra situación geográfica, afectará sin duda al turismo como motor de desarrollo. Sencillamente, el turista, buscará emplazamientos menos hostiles. No sucederá mañana, pero sucederá si no nos ocupamos de esta cuestión.
La desigualdad y el empleo es otra cuestión que requiere un gobierno estable. El mismo proceso de deterioro que vivieron los centros históricos de las ciudades mediterráneas -no resuelto y agravado por un turismo, como ya he dicho, que es a la vez fuente de ingresos y generador de no pocos problemas a los que hay que hacer frente- se vive ahora en muchos de nuestros barrios que se forjaron a través de la migración interior que se produjo a partir de los años 50 del siglo pasado del campo a la ciudad. Hoy estas zonas sufren déficit de equipamientos públicos, problemas sociales derivados del desempleo, el fracaso escolar o el envejecimiento de buena parte de su población. Sin empleo seguiremos perdiendo población y alimentando zonas en Granada duales, en riesgo de exclusión social. Sin la cobertura necesaria de servicios sociales, en su más amplia expresión, para personas mayores y familias, tendremos barrios desconectados del futuro.
Sin una colaboración clara entre administraciones y especialmente con la Universidad, Granada volverá a perder otra revolución, esta vez la tecnológica.
Pudiera parecer una lista escueta de retos, pero todos ellos son transversales y afectan a la relación entre administaciones, a la relación de áreas de gobierno, desde la movilidad a la educación y la cultura, desde la necesaria reforma de la administración local para agilizar sus procedimientos y superar la merma de personal existente tras años de planes de ajustes, por poner sólo algunos ejemplos. Todas las manos para afrontar estos retos serán pocas. Todos los esfuerzos, ya digo, son necesarios porque es una obligación ética. Es más que un pacto de estabilidad.
Si finalmente triunfa la tesis de bloques, tendremos a un gobierno tripartito aferrado al poder secuestrado durante cuatro años por diferentes cuestiones: los casos de corrupción del PP a los que tendrá que enfrentarse durante el próximo mandato (caso Serrallo, Emucesa, TG7, Nazarí), el blanqueo de la extrema derecha que afecta a la construcción europea y las propias dificultades que un gobierno tan variopinto genera a la hora de tomar decisiones.
Todo ello puede evitarse con un gobierno del PSOE con Ciudadanos. Es la garantía de estabilidad para sentar las bases del futuro de nuestra ciudad en el ámbito nacional y dentro del contexto europeo. Lo demás, más allá de filias y fobias, será un bloque ideológico de muy difícil gestión que supondrá un problema para Granada.