La maternidad sin filtros de unas 'supermamás' sin límites
La comunidad de 'Madres sin límites' presenta este sábado su fotolibro en el que reivindican el papel que ejercen como cuidadoras de sus hijos con discapacidad
A corazón abierto, sin tapujos ni medias tintas. Toda la verdad de lo que significa ser madre de un niño con discapacidad. Momentos difíciles, días malos, miedos, inseguridades, preguntas, a veces demasiadas. La realidad que rodea a una mujer cuando su papel como madre pasa a ser también el de cuidadora a tiempo completo.
‘Madres sin límites’. Este es el nombre que recibe la comunidad y su fotolibro que se estrena este sábado 22 de abril en el Palacio de Quinta Alegre, un relato conformado por fotografías y unas cartas que las propias protagonistas escriben a su 'yo' del pasado en las que se recogen experiencias vividas, la soledad que se siente al afrontar la crianza de un niño con discapacidad y la expresión de los sentimientos más profundos de estas mujeres.
Con una sonrisa por bandera y acompañadas por sus pequeños, Ana, Almudena, Sonia, Tania y Ana Belén acudieron al encuentro con GranadaDigital para contar una pequeña pincelada de sus historias. Alegría, orgullo, superación y muchísimo cariño, eso era lo que desprendían. Con una simple mirada a este grupo de mujeres se podía comprender que sus vidas no habían sido sencillas, que seguro en ciertos momentos hubo más días malos que buenos, pero que la unión entre ellas había servido para recomponerse ante cualquier contratiempo. Fuertes, sonrientes y con la fiel convicción de que sus andaduras por la maternidad servirían de ayuda y ejemplo para otras muchas madres que ahora se enfrentan a la crianza de un hijo con discapacidad.
Superación y crecimiento mutuo. La unión que conforman estas mujeres en 'Madres sin límites' es el gran pilar sobre el que se sustenta cada una de sus historias. Tania es uno de esos grandes ejemplos. Esta mujer cuenta que, en su carta, explica cómo la veían otras personas antes de tener a su pequeña Greta. “Siempre me decían que no podía hacer esto o lo otro. Con cualquier cosa se me derrumbaba el mundo”. Ahora, a raíz de la discapacidad de su hija y del apoyo de esta maravillosa comunidad de madres, asegura que “vi que era capaz de hacer cosas, que tenía una fuerza interior que desconocía. Ahora es como andar de rodillas, pero seguir caminando”.
Sonia e Ignacio:
La frustración y la culpabilidad de haber prestado toda la atención solo a uno de los hijos. Al ser preguntada por su carta, las lágrimas comienzan a aparecer en los ojos de Sonia. El recuerdo de todo lo vivido sigue muy presente. Esta mujer de Carchuna reconoce que leer su propia carta ha sido de las cosas más complicadas que ha tenido que hacer. Las emociones brotaban por todos lados y es que su historia es de esas que emocionan a cualquiera. Ignacio, de 21 años, abraza a su madre, su gran apoyo, un pilar sin el cual quizás no podría ser la persona independiente que es en la actualidad.
“A los ocho meses nos dijeron lo que le pasaba. Yo soy de Carchuna y en aquel momento allí no había medios para tratar a mi hijo. Me recomendaron que viniese a Granada y eso hice. Cerré mi casa y me vine. Durante un año estuvimos los dos solos, después nos acompañaron mi marido y mi hijo mayor. Fue un cambio muy grande, lo tuve que dejar todo, incluido mi otro hijo. Mi carta hace referencia a esto, a mi hijo mayor. Es algo que recalco mucho a otras madres, que no dejen a un lado a sus otros hijos porque ellos también las necesitan”.
Sonia reconoce sentir cierta culpabilidad. “Yo me volqué con la persona que pensaba que más me necesitaba”. Ahora, con el paso de los años y las enseñanzas, esta mamá de Granada asegura estar “muy orgullosa de mis tres hijos”. Tras mudarse a la capital en busca de ayuda para Ignacio, ella se ha vuelto a Carchuna y su hijo vive solo. “Es totalmente independiente. Está terminando su curso de Bachillerato, quiere estudiar una carrera y es deportista. Me siento muy orgullosa de todo lo que ha conseguido, entonces creo que mereció la pena todo lo que dejé atrás por ver lo que ha logrado”.
Ana y Pablo
La historia de Ana pasa por un parto excesivamente prematuro y la incapacidad de mostrar la discapacidad de su pequeño. Pablo nació con apenas 26 semanas de gestación y un peso de 600 gramos. Preocupación, miedo y semanas sin salir del hospital, una vivencia demasiado dura de la que esta mamá salió gracias al apoyo de ‘Madres sin límites’.
“Yo fui una de las primeras mamás que accedió a esta comunidad. En aquel momento estaba totalmente bloqueada, no era capaz de hablar de la discapacidad de mi pequeño. Gracias a ellas he aprendido que se puede vivir con una discapacidad y se puede ser feliz. Siempre hay días buenos y malos, pero cuando tienes uno de estos últimos siempre puedes hablar por el grupo. Cuando hablas con mamás que está pasando por una situación similar a la tuya te sientes comprendida”.
Almudena, David y Javi:
Afrontar la maternidad de un hijo con discapacidad es algo para lo que nadie está preparado. Menos aun cuando se trata de dos personas con necesidades especiales. Almudena es el gran alma de la fiesta. Su risa y sus ocurrencias invaden cualquier espacio. Es alegría pura, una felicidad que, a veces, se usa como escudo para tapar el duro camino que le ha tocado recorrer.
Javi, el primero de sus hijos, comenzó a dar muestras de su discapacidad con tan solo siete meses. “Comenzó a convulsionar y nos dijeron que tenía un retraso psicomotor”, explica Almudena que en aquel momento tenía tan solo 22 años. “En ese momento no comprendía nada, no sabía nada de esto. Con el tiempo vas aprendiendo”. Los médicos achacaron el problema a un parto complicado, ya que el pequeño nació de cara. “Parecía una parálisis cerebral, pero no estaba localizada”.
Con la discapacidad de Javi ya controlada, ocho años después Almudena quiso tener otro hijo. Con unas pruebas genéticas que avalaban que no habría ningún problema en el segundo embarazo, llegó David. Sin embargo, la suerte no quiso sonreír a esta mujer. “A los seis meses de nacer David vimos que tenía la misma enfermedad. Ahí sí que se me hundió el mundo. Ya sabía por lo que tendría que pasar”.
Cuántas veces no se preguntaría esta granadina por qué le pasaba eso a ella. La propia Almudena reconoce que ante una situación así “quieres morirte”. “No me siento realizada como madre. Son mis hijos, los quiero muchísimo, pero no he podido vivir el tener un hijo que aprenda a andar o que me diga mamá. A nivel mental trato de compensarlo con los sobrinos”.
Estas son solo algunas de las cerca de 40 historias que se podrán leer en el fotolibro de ‘Madres sin límites’. Con la presentación del proyecto este sábado en el Palacio de Quinta Alegre arranca la venta de este libro cuyo único objetivo pasa por llegar a la mayor cantidad de madres posibles. “La campaña de crowdfunding sirvió para recaudar 19.000 euros que fueron destinados a la edición de 800 ejemplares con la editorial Aliar, que es granadina. Todo lo que se recaude con el fotolibro irá destinado a la producción de más ejemplares. Lo único que queremos es que nuestras historias sirvan de ayuda”, explica la propia Almudena.
Una pequeña parte de lo recaudado sí quedará para la asociación, una cuantía que irá destinada, como no podía ser de otra forma, a la ayuda de las madres que lo necesiten. “Nosotras hacemos encuentros presenciales y si, por ejemplo, hay una serie de madres que no tienen con quien dejar a sus pequeños pues utilizaremos ese dinero para ponerles un cuidador”.
Dedicar unos pocos minutos a escuchar o leer las historias de estas increíbles mujeres merece la pena. Cada palabra y cada consejo se quedan grabados en el alma. Su lucha, su fuerza para superar cualquier obstáculo y el amor incondicional que sienten hacia sus hijos, detalles que las hacen maravillosas, que las hacen unas madres que, gracias a su coraje, no tienen límites.