Medio millar de escolares estudian chino en Granada | Vídeo
El CEIP Miguel de Cervantes de Armilla es el único colegio público de la provincia donde se imparte esta lengua como asignatura obligatoria en Educación Primaria gracias al ‘Aula Confucio’
Las ganas de aprender se palpan nada más cruzar la puerta de la clase. Nada más entrar, llama la atención un gran dragón rojo que ocupa una de las paredes de la clase. Decenas de dibujos y cartulinas con letras chinas adornan las paredes restantes. En su interior están los alumnos de 6º de Educación Primaria y Elena, profesora de lengua china. Aprenden jugando y eso les gusta. Elena pide voluntarios para un nuevo ejercicio de pronunciación y, de inmediato, todos los alumnos, entusiasmados, levantan sus manos para ser elegidos. Todos quieren salir a la pizarra para demostrar que saben pronunciar los complejos tonos de la lengua china. Los niños están motivados. No hay bostezos ni distracciones, todos miran a Elena y siguen al pie de la letra su clase.
Estamos en el Colegio Miguel de Cervantes de Armilla, el ‘elegido’ hace tres años para albergar el Aula Confucio. Esta aula de aprendizaje de la lengua china, fruto de un convenio entre la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía y el Gobierno chino, existe en cada una de las provincias andaluzas. Allí se imparte la lengua china como materia curricular evaluable, es decir, como asignatura obligatoria. Un total de 360 alumnos de 1º a 6º de Primaria aprenden chino en este colegio.
Armilla, en este sentido, es privilegiada ya que es el único colegio público que cuenta con la lengua chino como segunda lengua obligatoria. Además, dos institutos de esta localidad, el IES Alba Longa y el IES Luis Bueno Crespo también imparten chino en 1º de ESO como materia curricular. En Granada, de forma extraescolar lo hacen el IES Ángel Ganivet, el IES Alhambra y La Madraza.
Aprender la lengua china es algo que los propios alumnos, aunque no superan los 12 años de edad, valoran de forma madura. “Hay que aprender idiomas porque para buscar trabajo en el futuro es importante”, argumenta uno de los alumnos de esta clase, mientras sus compañeros de pupitre secundan sus palabras y asienten. Alicia, otra de las alumnas, presume de ser estudiante de chino, y dice que se siente “especial”. Todos coinciden en que es complicado pronunciar y más aún escribir los caracteres chinos. “Es muy difícil”, asegura Sami, otro alumno.
AULA ABIERTA A FAMILIAS
Pero la dificultad no quita las ganas e ilusión de estos niños por adentrase en la cultura china. Tiene curiosidad por las costumbres y la idiosincrasia de ese país, y eso es algo que también procura cubrir el Aula Confucio. “No se trata de enseñar únicamente la lengua, sino que procuramos que durante todo el año, a través de actividades y talleres, los niños y las familias se sumerjan en la cultura china”, nos asegura el director del Colegio Miguel de Cervantes, Manuel Porcel Bueno, quien nos explica que en este centro público alrededor del 8% de los alumnos son de origen chino.
La Aula Confucio arrancó en el curso 2014-2015. Dos profesoras se encargan de impartir las clases, dos sesiones de 45 minutos a la semana. Una se encarga de 1º, 3º y 5º de Primaria, y la otra de 2º, 4º y 6º.
Pero la enseñanza de la lengua china no solo se limita a los más pequeños. El Aula Confucio también ofrece la oportunidad a los vecinos de Armilla de aprender de forma gratuita este idioma.
Desde el año pasado, por las tardes, se imparten también clases para mayores de 18 años. “Está teniendo muy buena acogida”, asegura el director del colegio. “Lo que pretendemos es que las familias también se familiaricen con la lengua, la cultura y la civilización china porque no tiene mucho sentido que los niños estén estudiando esta lengua aquí por la mañana y que los padres sean ajenos a este proceso”, matiza Manuel Porcel.
COMPRESIÓN ORAL
La metodología que se emplea en el Aula Confucio tiene de base la interacción entre el profesor y el alumnado. Esta metodología de enseñanza no la ha escogido el propio centro, sino que viene establecido por el marco europeo para las lenguas. “La enseñanza de chino en este centro tiene un enfoque claramente comunicativo y funcional”, introduce Manuel. “Aprenden, en una primera frase, a comprender y a producir mensajes orales. En una segunda fase, y de forma paralela a la primera aunque más pausada, se trabaja la caligrafía”, nos explica.
“Con los más pequeños planteo las clases con muchos juegos porque es la maneras más práctica de que ellos aprendan”, nos asegura Elena (no es su nombre real pero es el que escogió cuando vino a España), “con los más grandes ya practicamos la lectura”. Elena, quien admite haber aprendido ella también de la enseñanza occidental, está muy contenta con el nivel de su clase. “Aprender a escribir chino es muy complicado y me sorprenden a veces porque captan los conceptos muy rápido”, asegura.
-¿Qué canción podemos cantar?- pregunta Elena a sus ‘niños’ para concluir la clase. Un aluvión de títulos de canciones empiezan a escucharse en boca de los chicos de la clase. Escogen una, y así nos despiden, cantando con ganas, con energía, una lengua que seguramente les abra las puertas en lo personal y en lo profesional.
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