Meses de nieves
Finaliza el mes de noviembre y Sierra Nevada llega a su cita de invierno con la nieve suficiente para abrir temporada de esquí. Una apertura sobre la que pesaba la amenaza de un huelga que está latente desde finales del anterior ejercicio. Sindicatos y trabajadores han dado un hermoso ejemplo de responsabilidad, anteponiendo el interés general al de sus legítimas reivindicaciones. Confiamos en que los gestores de la estación tomen nota de la postura de sus empleados y la tengan en cuenta a la hora de negociar y acordar en aras de paz social pero también de justicia.
Granada, en todo caso, no se puede permitir que una de las más señeras locomotoras de actividad económica y riqueza como es Sierra Nevada aparezca en negativo en los titulares de prensa. Mejor esta noticia festiva, como es la abundancia de nieves que apunta a rozar el deseado 'completo' en el 'puente' que ya asoma por el calendario, al que seguirá las vacaciones de Navidad, de semejante pronóstico.
Llegados a este punto, el de la abundancia de nieve, no puedo evitar la evocación de aquellas 'siete plagas de Egipto' que distintos cronistas, brujos y santos ecologistas anunciaban mediados los años 90, cuando la estación de Pradollano entró de lleno en la batalla política, época que ha pasado a la historia reciente como la legislatura de la 'pinza', en la que la Izquierda Unida que pilotaba Luis Carlos Rejón se sumó con entusiasmo a la estrategia del PP en su legítima aspiración a presidir la Junta.
Que en aquel invierno de 1995, inicialmente previsto para la celebración del Mundial de Esquí Alpino, no nevase en Sierra Nevada desató la ensoñación de una certeza presentida, la de que ya no nevaría nunca más en la montaña granadina. Y todo, como consecuencia de las obras e inversiones que se desarrollaron a propósito de la competición, motivo único -al parecer- del calentamiento global, que ciertos ecologistas, enmarcados en la Asamblea Polivalente-versión pacifista (aunque por otro lado ofertaban proyectos militares en el Veleta), localizaban su 'kilómetro cero' geográfico y climatológico en el centro de Pradollano.
Pasada aquella asfixiante etapa política de la crispación, Sierra Nevada ha superado con éxito su capacidad de gestión en el escaparate internacional. Lo que también sirve como elemento de evocación en la comparativa empresa pública-empresa privada. No se debe olvidar, en este punto, que la iniciativa privada decidió el cierre de la estación en 1980. Que Sierra Nevada se salvó gracias a la firmeza de políticos de aquella hora, el primero Antonio Jara, entonces alcalde, que supo trabajar en la onda de sumar en la operación a la Diputación y la Junta, además de algún empresario. Bueno será recordarlo en estos tiempos atravesados por la fiebre de las privatizaciones.