Metro: ahora los trasbordos

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El Metro de Granada en su paso por la Caleta | Foto: Archivo
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Suele ocurrir que cuando una historia empieza con mal pie ya es muy difícil enderezarla. Y al metro de Granada le cuadra ese axioma si nos remontamos a aquellos primeros años del milenio. La nostalgia por lo no vivido genera melancolía y el decenio y medio transcurrido no induce al optimismo si contextualizamos los titulares de estos días y lo proyectamos a los tiempos que vienen: la polémica de nunca acabar.

‘El tranvía que la Junta ‘quiere’ traer a Granada ya ha provocado en Bilbao más de un centenar de incidentes’. Fue un titular de prensa de finales de 2003 y a decir verdad no recuerdo bien si leía tranvía o metro o si hablaba de incidentes o atropellos. En todo caso, ese 'quiere' merecería un puesto de honor en las escuelas de periodismo. Conste que el entrecomillado de la forma verbal ‘quiere’ -toda una declaración de intencionalidad periodística- es mío. Pero el lector escéptico se preguntaba ya aquel día qué habían hecho en Bilbao con el ingeniero o el político que tal desaguisado había montado en las ‘euskocalles’: ¿los inhabilitaron y echaron?, ¿los sometieron a escarnio público?, ¿los denunciaron en los tribunales de Justicia?, ¿los declararon personas ‘no gratas’ en Bilbao?, ¿los fusilaron al amanecer…? ¿Suspendieron el servicio?, ¿demolieron la infraestructura? La información de aquel día no especificaba estos extremos y tampoco la gloriosa cabecera que tituló a cinco columnas -en Granada; en Bilbao curiosamente no fue noticia. Que se sepa- nos ha sacado de dudas, aunque hay que confiar en que aquel ritmo de indidencias haya menguado con el paso de los días. De otra forma, catorce años después aquel centenar de atropellos se contaría ahora por decenas de miles…

El caso es que conocidos todos los episodios y vicisitudes por los que ha discurrido la interminable gestación del metro granadino, ahora que parece que se encara la recta final ha surgido una nueva polémica que enlaza con los trasbordos y billetes combinados. Si alguien conoce mejor que yo la secuencia, por favor que me corrija, pero yo diría que esta polémica de ahora es gratuita aunque remonte a unos meses atrás, cuando otra información periodística alertó de que el billete del metro no tendría validez en los autobuses urbanos. ¡Como en Málaga y Sevilla, oiga! Hubiera bastado con que el alcalde -preguntado aquella misma mañana por esta carencia- contestase que así es en otras ciudades. Pero tenemos un alcalde que de la palabra ‘diálogo’ ha hecho un mantra: todo lo confía al diálogo (y así llevamos año y medio, tanto tiempo como lleva en la alcaldía, con el ‘legado Lorca’: mucho diálogo pero de llegada de los fondos, ¡nada!) y así ya nos dijo ese día que él iba a negociar con la Junta y que tal y que cual…

El resultado, a la vista está: no habrá trasbordo. Como no lo hay ahora mismo con el billete de los autobuses de los pueblos. Como no lo hay en Madrid, donde según las estaciones de metro que viajes pagas más -y no menos- y ese billete no te sirve para tomar los autobuses que te llevan a los pueblos del cinturón. Ni el billete de autobús que te trae de los pueblos vale para el metro o los autobuses urbanos madrileños. Ni en Sevilla ni en Málaga, que ya hemos dicho. Eso sí, la gloriosa tarifa de la Junta también es de traca: el viaje se pagará a 1,35 pero la ida y vuelta estará bonificada a 2,70… ¡A los que nos suspendían en matemáticas nos han reconciliado con la asignatura!

En fin, que en el Ayuntamiento se han metido en un jardín y ya no hay forma de salir. Cualquiera que haya tenido la paciencia y amabilidad de seguir esta recóndita columna sabrá que este autor no siente especial inclinación por la gestión de la Junta en el prolongadísimo proceso de gestación del metro. Pero en este extremo concreto me da que hemos jugado con fuego, que le hemos brindado una oportunidad en bandeja para decretar otro retraso que todavía gravita sobre el calendario, que hemos dado pábulo a aquellos que en la Junta tienen un cliché general ante las quejas por el ninguneo al que nos tienen sometidos: “¡Estos ‘granaínos’…!”