Miguel Ríos encuentra entre su gente la felicidad
Pletórico y muy motivado, el rockero granadino ofreció un concierto para el recuerdo ante un público entregado que llenó la Plaza de Toros en el 40 aniversario del ‘Rock & Ríos’
Miles de granadinos, con las mentes abiertas para llenarlas con soplos de rock, fueron bienvenidos en la Plaza de Toros este sábado ‘a la noche’ para disfrutar de la penúltima -siempre la penúltima- gira de Miguel Ríos, quien conmemora los 40 años del mejor disco grabado en directo en la historia del rock español, el ‘Rock & Ríos’.
Público de todas las edades, orgullosos de su paisano, que aprovechan estas oportunidades que le brinda la música para realizar un viaje por el túnel del tiempo y sentir la nostalgia de un pasado diferente, juntarse con los amigos para echar unas cervezas o, simplemente, disfrutar del mejor repertorio del dios del rock español.
A sus 79 años, Miguel Ríos posee una vitalidad envidiable y una digna voz, más grave y profunda, que le sirve para entonar sus canciones de siempre con el beneplácito del respetable. Lo hace, además, rodeado de una excelente banda en la que el único que se mantiene de la que formó en 1982 para el ‘Rock & Ríos’ original es John Parsons. Junto a él, José Nortes, fundamental para el granadino por formar parte de The Black Betty Trío con la que hizo recientemente ‘Un largo tiempo’. Jorge Ruiz (bajo), Danny Griffin y Pablo Nerea (baterías) y Luis Prado y Basilio Martí (teclados) completan una banda a la altura del espectáculo.
En la gira, el cantante granadino ha querido respetar las mismas canciones y el mismo orden del doble álbum editado en 1982 aunque, eso sí, lo hace con algunos artistas invitados. En Granada fueron José Ignacio Lapido (091) en ‘Rock & Roll Bumerang’, Antonio Arias (Lagartija Nick) en ‘Extraños en el escaparate’, Carlos Segarra (Los Rebeldes) en ‘Blues del autobús’, Carmencita Calavera en ‘El Río’ y el Granada Rock Choir en ‘Buscando la luz’ y un emotivo ‘Himno de la alegría’.
Miguel Ríos estuvo pletórico y motivadísimo en casa, interpretó sus temas con la liturgia que el propio rockero granadino impone a un público entregado a su paisano: palmas, coreando con él, ritmo incesante… La gente lo pasó de maravilla con un Ríos que estuvo especialmente hablador e ingenioso.
No todo fue perfecto. Sobraron las sillas del albero -muchos se levantaron una y otra vez para bailar (¡qué raro es el rock sentado!)- y más potencia de sonido para envolver un escenario tan grande y lleno, especialmente en los micrófonos de los invitados, a los que costó oír. “No se oye, no se oye” llegó a corear la gente de la grada en uno de los monólogos del cantante granadino para pedir que se aumentara el volumen. Curiosamente, cuatro décadas atrás en Almanjáyar sucedió algo parecido, con algunos problemas de sonido. La malafollá granaína.
Pero el espectáculo, en general, resultó sublime. Tocaron todos los temas del original ‘Rock & Ríos’ -con especial énfasis a ‘Año 2000’, ‘Santa Lucía’, ‘Reina de la noche’, ‘Al Andalus’ o ‘Los viejos rockeros’ entre los más coreados- hasta llegar a un final apoteósico, primero, con el ‘Himno de la alegría’ y, después, con el primer bis (que homenajea al rock español: Leño, Burning, Moris, Tequila…) y un segundo bis con el himno que compuso para plasmar precisamente lo que fue el ‘Rock & Ríos’ y que compuso un año después: ‘El rock de una noche de verano’. Ahí acababa el setlist completamente, pero el público tenía una petición más y pidió al unísono el ‘Vuelvo a Granada’ con insistencia. Como no estaba preparada, Miguel Ríos la improvisó con su banda (sin baterías) y pidió a todo el recinto que le acompañara. Un momento especial e inolvidable en el que Miguel Ríos encontró entre su gente la felicidad.