Mila Reig, la artesana nonagenaria que llena de color el CPA San Ildefonso: "Aquí seguiré hasta que me echen por vieja"

Esta mujer acude cada miércoles al centro de mayores para grabar a fuego su sabiduría impartiendo un taller de esmaltado

FOTO MILA REIG ESMALTADO
Con 91 años y mil vivencias a sus espaldas, esta mujer sigue al pie del cañón en el CPA de San Ildefonso | Foto y Vídeo: Marcos Gómez
Elena Parra
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El tiempo pasa y los años pasan para todos. Aunque pocos pueden decir que con 90 años siguen estando en "la flor de la vida". Así es como se siente Mila Reig, una gaditana que se enamoró de Granada hace algo más de 40 años. Mila llegó a esta ciudad tras haber vivido en más de 11 lugares diferentes repartidos por todo el mundo. Ceuta, Sevilla, o el Sáhara son algunos de los lugares en los que residió y formó su familia.

Un frenesí de vida que culminó cuando conoció la ciudad de la Alhambra, Reig relata que fueron "sus calles y su gente" las que fijaron su destino final en Granada. La voluntad de Mila y su familia era encontrar un lugar "bonito", "pequeño" y donde vivir bien "no fuera demasiado lujo". La gaditana manifiesta sentirse "muy contenta" de haber criado a sus hijos en esta ciudad, "la verdad que me encanta y ahora a mi vejez más aún", comenta orgullosa. Por eso se considera una granadina "de corazón".

A sus 91 años, Mila rememora cada uno de los pasos que ha dado a lo largo de su extensa vida. Se licenció como maestra, aunque nunca ha ejercido como tal. "Me he dedicado a cuidar de mi familia, cuatro hijos es mucha faena", dice con una mueca sonriente. A medida que sus hijos fueron creciendo, disponía de cada vez más tiempo libre para dedicarse a sí misma. Así pudo desarrollarse en una de sus mayores pasiones, el arte.

Cursó Bellas Artes en la Escuela de Arte y Oficios de Granada. Al poco tiempo de terminar el curso la llamaron para impartir un taller en el Centro de Participación Activa de San Ildefonso. En ese momento, sin pensárselo demasiado, aceptó. Desde hace 20 años, esta mujer se desplaza cada miércoles de 10 a 13 horas para trasladar a sus alumnos su sabiduría en el taller de 'Esmaltado al Fuego'. "Mila llena de color nuestros miércoles", reconoce Encarna, alumna que le acompaña desde sus inicios.

Se trata de una técnica artesanal que combina polvos esmaltados expuestos sobre una plancha de metal, vidrio o cerámica, que se funden a altas temperaturas para así conseguir una pieza artística única. "El esmalte, que es cristal molido, se mezcla con pigmentos de colores, luego se lava con agua normal y al final con agua destilada, todo esto se va poniendo sobre las placas de cobre, sobre un fundente para que cojan los colores. Luego se cuece a temperaturas de 800 grados y sobre ese esmalte se van poniendo, los esmaltes opacos y luego los transparentes", explica la mujer.

La clase de Reig consta de 10 alumnos, en su mayoría son mujeres, pero también hay varios hombres. Sentados alrededor de una mesa alargada, estos alumnos "particulares" aprenden una nueva artesanía. Mila considera que este taller es "una diversión y un entretenimiento" y reitera que "hace mucho bien" a las personas mayores. "Así nos evadimos un poco de la casa y aprendemos a hacer cosas muy bonitas", asegura.

Mila abre las puertas de la que ha sido el aula de su vida

Ataviada con su bata blanca y los labios pintados de morado "empoderado", Mila abre las puertas un miércoles más de la que ha sido el aula de su vida. Su vocación incesable hacia la enseñanza y el arte, la han traído hasta aquí. Con 91 años y mil vivencias a sus espaldas, esta mujer sigue al pie del cañón en el CPA de San Ildefonso. "Aquí seguiré hasta que me echen por vieja", declara a carcajadas.

Algunas de sus alumnas destacan la labor tan encomiable que ha realizado Mila durante todos estos años. "Somos como si fuéramos una familia", afirma Mari Carmen. "El compañerismo y el acompañamiento que tenemos aquí se lo debemos a nuestra monitora Mila, es una persona muy especial. Jamás ha respondido con una mala palabra, un mal gesto, siempre tiene una sonrisa y un '¿qué necesitas bonita?'", cuenta María, una de sus primeras alumnas.

Entre elogios y buenas palabras, los alumnos y alumnas de esta nonagenaria auguran que el tiempo siga conservando intacto el espíritu incansable de su maestra: "Que Dios nos la conserve muchos años, porque el tiempo, lamentablemente, va pasando para todos".

Su pasión por el arte y su amor por las "buenas personas" han hecho que esta gaditana haya encontrado en Granada no solo un hogar, sino un propósito que trasciende la edad. Su taller se ha convertido en un refugio de vida donde ha hecho florecer la creatividad de los más mayores y fortalecer los lazos entre ellos.

"Hasta que el cuerpo aguante y el tiempo diga", así definía la vida Joaquín Sabina en una de sus canciones. Por el momento, Mila seguirá compartiendo su sabiduría, sus días y su arte con otros mayores del centro hasta que su vitalidad se agote. Lo que está claro es que, el día que deje de impartir este taller, dejará una huella imborrable en el corazón de todos los que creyeron en su labor.

Y, en este pequeño rincón de la ciudad, Mila Reig se erige como un ejemplo de que nunca es tarde para enseñar, aprender y hacer de tu pasión, tu vida. Su historia es un vivo testimonio de que el verdadero arte reside en la capacidad de tocar la fibra de la gente y demostrar que la flor de la vida puede seguir floreciendo sin importar la edad.







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