Milno'h Rugby: una pasión que trasciende de hijos a madres

El club, que se gestó entre las madres de niños que practican rugby en la escuela de la Universidad, debuta este sábado en Bilbao

Las integrantes del Milno'h Rugby se ejercitan en el Estadio de la Juventud | Foto: Celia Pérez
Sandra Muñiz Fernandez
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Siempre se da por hecho que los hijos aprenden de sus madres, pero muchas veces se olvida que las enseñanzas pueden y, de hecho, también recorren el camino inverso. El Milno'h Rugby está a las puertas de un debut este sábado en Bilbao que llena a sus integrantes de "ilusión", porque es el premio a un proyecto que partió de cero entre madres de niños que juegan al rugby en la escuela de la Universidad de Granada y en la actualidad cuenta ya con 24 mujeres. Detrás de su cercano estreno se ocultan no pocos obstáculos que han tenido que superar para estar en esa cita tan esperada, desde encontrar un lugar de entrenamiento hasta demostrar que la práctica deportiva no entiende ni de edad, ni de físico y que nunca es tarde para despertar la pasión por el deporte.

Una pasión de hijos a madres

Ana Martín, capitana del Milno'h Rugby, atiende a GranadaDigital antes de llevar a cabo uno de los últimos entrenamientos previos a esa cita de Bilbao donde acudirán "casi 400 mujeres de toda España". Empieza haciéndolo en solitario, pero muy pronto vienen sus compañeras de equipo y amigas a hablar de una iniciativa por la que sienten "emoción". Todas quieren intervenir y analizar la historia de un club que en sus inicios "era mixto" y ya cuando se elevó al Vicerrectorado de Igualdad e Inclusión "se definió muy bien que era un proyecto para mujeres". En ese entrenamiento, que inicia a las 17:30 en el Estadio de la Juventud, no están solas y se puede observar a los hijos de algunas de las jugadoras sosteniendo uno de los balones de rugby y preparados para aportar lo que ellos aprenden en la escuela de la Universidad de Granada al equipo de sus madres.

Son esos hijos los que transmitieron la pasión por el rugby a sus madres y los que dieron pie a que surgiera la pregunta, "¿por qué no jugamos también al deporte que practican nuestros niños que nos gusta mucho?", pasase de ser una mera idea fugaz a todo un proyecto real que cuenta los días para su puesta de largo el próximo 25 de marzo. Por el camino, esa iniciativa que comenzó como un proyecto entre las madres de jugadores de categorías inferiores de rugby se fue expandiendo y alcanza ya a 24 mujeres de entre 35 y 62 años que han visto en ella un aliciente para volver a entusiasmarse por la práctica deportiva. Las motivaciones son muchas y muy distintas, por eso, como confirman las más veteranas son "un grupo muy diverso donde cada una es tan importante en el equipo como cualquiera". El abanico es amplio y comprende desde exjugadoras de rugby como las apodadas entre sus compañeras como 'La Gacela' o 'La Búfala' hasta "muchas nuevas jugadoras que no tienen nada que ver con el rugby, pero que les ha enamorado el deporte, los valores y el proyecto".

Las jugadoras del Milno'h Rugby en el calentamiento previo al entrenamiento | Foto: Celia Pérez

Deporte sin género

Precisamente, son los valores el principal motor de esta iniciativa. De entre ellos, destaca el de "sororidad" como "hermandad" y "compromiso" o como afirma otra de las jugadoras, Mónica García, el "somos una porque somos todas y somos todas porque somos una". También son estas enseñanzas que transmite las que les impulsó a escoger el rugby por delante de cualquier otra disciplina deportiva y desmitifican la dureza que se le ha asociado tradicionalmente: "No es un deporte muy duro para nada, que también tiene muy mala fama y no lo es".

Con él han encontrado su espacio en un deporte donde "todo el mundo tiene cabida" sin dejar de ser ellas mismas. Su ejemplo es una demostración de que ninguna práctica deportiva entiende de género y que se puede ser mujer y jugar al rugby. De ahí su escudo que se compone de un "balón de rugby con los palos" y de "una bota de rugby con un tacón" para reivindicar también la parte femenina que sienten con orgullo. No faltan las anécdotas en torno a ello y una de las jugadoras confiesa que "mi hija me dice muchas veces, ¿pero vas a entrenar maquillada?" a lo que contesta "a mí me gusta ir maquillada a entrenar, ¿por qué no?". Otra de sus integrantes llega al entreno con las uñas pintadas con el escudo y el nombre de su equipo, mientras todas lucen orgullosas su propia equipación, de tonos azules, recién estrenada.

Una de las jugadoras con las uñas pintadas del nombre y el escudo de su equipo | Foto: Celia Pérez

Una iniciativa no exenta de obstáculos

Son las 17:30 horas y ese entrenamiento en el Estadio de la Juventud está a punto de comenzar. Lo hacen situándose en el medio campo que les corresponde y que alquilan con sus "propios fondos" y en el que se están gastando "casi 500 euros cada diez usos", lo que confiesan es "mucho dinero". Por eso esperan que, con el tiempo, esa situación pueda mejorar y las instituciones pongan de su parte para dar continuidad a este proyecto que se basa en la Declaración de Brighton y está alineado con el programa de inclusión de la mujer en el deporte impulsado por la Federación Española de Rugby.

Las facilidades para disponer de un espacio de entrenamiento no han sido tales hasta llegar a poder alquilar ese medio campo con sus propios fondos. Antes, la Universidad, donde comenzaron a dar sus primeros pasos, no les "dio cabida" y se vieron obligadas a practicar el deporte en dimensiones muy reducidas, pues tuvieron que hacerlo en "un trocito de medio campo" que les concedió la Asociación de Veteranos Rugby Escoriones. Eso ya forma parte del pasado, pero saben que a pesar del apoyo de familiares y patrocinadores -muchos asociados a ellos- necesitan el "de las instituciones", porque no se pueden permitir seguir pagando 500 euros por cada diez entrenamientos. Todas esas dificultades no opacan la ilusión de un grupo que desprende pasión por el rugby desde sus integrantes hasta los niños que no quieren perderse las evoluciones de sus madres, porque ahora les toca a ellos ir a verles jugar como tantas veces han hecho y siguen haciendo ellas.