La mirada de Lorca, a través de los ojos de Enrique Ochoa
La Sala Zaida acoge hasta el próximo día 2 de mayo una exposición sobre la ‘plástica musical’ del pintor, que abarca el retrato más icónico del poeta granadino

La mirada de García Lorca lo preside todo, apenas a unos escalones de distancia del frenético latido del corazón de Granada. Allí, en el centro de la Sala Zaida, reposan sus luceros, de un azabache desgastado por el paso del tiempo, aunque tan penetrantes como el día en que se cruzaron con los de Enrique Ochoa. El artista, atrapado en sus pupilas, halló las musas y plasmó su canto, lo que Manuel de Falla definió como su "pintura musical". "¿Pintor? ¿Músico? ¿Poeta? Creador", le dedicó el granadino, poco antes de que del pincel del portuense esbozara el retrato más icónico del escritor. Poesía muda que converge con pintura ciega, pero nunca tan cerca de la tierra que vio nacer a Federico como ahora.
Por primera vez, la ciudad acoge esa confluencia de miradas entre ambos artistas. La Fundación Pintor Enrique Ochoa, en colaboración con la Fundación Caja Rural Granada y con el apoyo de HLA Hospital Universitario Inmaculada, inauguró este viernes la exposición ‘Ochoa+Lorca, Plástica Musical’, una muestra que llega a la capital tras cosechar un gran éxito en 2018 en la sede del Instituto Cervantes, en Nueva York. Una treintena de obras del pintor, que abarcan algunos de sus grandes retratos. Entre ellos, el más ilustrativo del poeta, un óleo sobre lienzo de 74x64 centímetros que, para muchos, ha creó la imagen del granadino.
"Los que tenemos una cierta edad siempre lo recordamos, en blanco y negro, claro, en los libros de texto de los años 60", le devuelve cómplice la mirada José Estévez, presidente de la Fundación Pintor Enrique Ochoa. A su espalda, el cuadro atrae la atención de las decenas de personas que acudieron a su puesta de largo granadina. "Es una de las joyas de la pintura, de la obra pictórica" del autor, precisa. "Existen todos los elementos un tanto premonitorios. El efecto luna, la luna de la que tanto habla Lorca en sus poemas, o un pañuelo, curiosamente amarillo, que da un presagio. En fin, son tres años antes de su asesinato. Y todas las gitanas, con movimiento, que suben al Sacromonte. Impresiona bastante", agrega, antes de puntualizar que "en la parte posterior hay otra obra" del poeta, en la que aparece "más tranquilo, pensando en sus poemas".
Entretanto, los asistentes no salen de su asombro. A cada paso, una melodía distinta, encerrada en un lienzo que susurra una perspectiva única. A un lado, interpretaciones del Romancero Gitano; al otro, el rostro compungido de una mujer que se clava en la piel. Y de nuevo frente a Lorca, una sonrisa, la de Antonio León, presidente de Caja Rural de Granada y de la fundación que recibe el mismo nombre. "Sin duda alguna, es una apuesta por la cultura. Va a ser una de las grandes exposiciones de este año y, probablemente, en una serie de años", precisa, sin poder evitar detenerse una vez más en el poeta granadino. "El pintor, por lo visto, vino mucho por Granada y lo pinta aquí. Nunca he llegado a entender cómo, existiendo esa relación, no hayamos tenido la oportunidad de ver la exposición", se encoge.
Pero ahora lo hace satisfecho. "Alguna vez tenía que ser la primera, y yo, desde luego, me siento muy orgulloso de que haya sido en nuestra sala de exposición", se gira hacia Lorca. El poeta, de gesto enigmático, contempla a su alrededor lo que cualquier granadino podrá apreciar en la Sala Zaida hasta el 2 de mayo, de lunes a sábado en horario de 18:00 a 21:00 horas. "Anunciaciones lunares y arcángeles transparentes, negro pelo verdoso de mujeres andaluzas. Música de canciones con el ritmo de cadmio claro. Amarillo limón, violeta pálido".
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