Molly Bloom llega a Atarfe el 29 de octubre

El famoso monólogo interno será interpretado por la actriz Magüi Mira cien años después de la publicación de Ulises de James Joyce

Mägui Mira Molly Bloom
Mägui Mira sobre el escenario de la obra | Foto: Gabinete
Gabinete
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En 1980 Magüi Mira encarnó a Molly Bloom, mítico personaje de la novela de James Joyce, uno de los grandes textos literarios del siglo XX, y enamoró al público y a la crítica. Molly vive una noche de insomnio. Su pensamiento vuela sin filtros hasta sus más profundos deseos, a veces escandalosos y nos desvela su pasión por la vida, su relación con el sexo, sus principios femeninos. Molly, segura de sí misma, disfruta de la vida que vive y de la vida que imagina. Hoy, cuarenta años después, las mismas palabras escritas por Joyce, vuelven a ser interpretadas por Magüi Mira que con sus 77 años nos acerca a una nueva Molly. Con mucho amor y mucho humor.

El 29 de Octubre, la obra llegará al Centro Cultural Medina Elvira de Atarfe.

Todas las mujeres somos la misma mujer

Qué es una mujer, se preguntaba seguramente James Joyce cuando escribió el último capítulo de su Ulises. 24.000 palabras. Sin puntos ni comas. Y como un hombre osado entró en el pensamiento de Molly. Pensamiento que definió arrollador y tembloroso de pura contradicción. Y cuando consiguió publicarlo en 1922, hoy hace 100 años, sus lectores se dieron de bruces con una Molly inabarcable, inclasificable, una mujer que no podían encapsular, como tampoco a la condición femenina.

Una mujer casada no podía pensar así. Se horrorizaron ante la desvergüenza de una mujer que recorría las calles de su vida a tropezones, vida que ella sabía inexplicablemente injusta. Sus gritos conmovedores, por la urgente necesidad de oxígeno limpio, zarandearon el alma de muchas mujeres y de muchos hombres que entonces leyeron ávidamente la novela esencial del siglo XX: el Ulises de Joyce.

Hoy las palabras de Molly Bloom permanecen intactas, pero el mundo se mueve y se transforma. Molly acepta la vida de mujer que sostiene el mundo, fuerza imparable de la madre naturaleza, de la madre tierra. Molly es un espíritu libre y puro, que no se somete al control y al abuso masculino. Molly es una voz directa y limpia que habla de otra vida posible en la que quiere su espacio. Molly tiene los ojos cansados de las mujeres que han transitado años de su vida, la vida de las mujeres hembras que amamos, parimos, y amamantamos a hijos, padres, amantes... Molly dice SÍ a la vida. Con un humor más descarado y sabio. Y por eso, hoy, su capacidad de provocación es más impactante. De ahí nace su apabullante belleza.

La huella de Joyce, la huella de Molly

Ulises está considerada como la obra que más ha influído en la narrativa del siglo XX, y su último capítulo necesariamente ha tenido que contribuir al cambio social que tan lentamente se va produciendo con respecto al lugar que la mujer ocupa en nuestra sociedad.

Ulises provocó escándalo entre la comunidad literaria de su época, a la que le costó aceptar que otra manera era posible, y Joyce dotó a Molly de características que rompían los límites que eran (¿y son?) permitidos a la mujer.

En su monólogo, Molly Bloom, una mujer que espera el regreso de su marido, expresa su pensamiento más íntimo, tan íntimo que está cerca del inconsciente. Molly reproduce el pensamiento en el momento en el que surge sin la organización lógica que tiene la expresión verbal. Molly no se confiesa, Molly se recrea, duda, recuerda, siente, late. Molly piensa. Si Leopold Bloom es un equivalente al Ulises de Homero, su esposa es la representación de Penélope siendo todo lo contrario al mito griego. Molly tiene una aventura amorosa y se recrea en imaginarios encuentros sexuales. Y si desgajamos este último capítulo del resto de la obra, conocemos íntimamente a una mujer que nos hace cuestionar la visión del universo femenino, de lo que creemos que hemos logrado y lo que nos queda por alcanzar. Joyce crea una nueva imagen de la mujer otorgándole actitudes reprobables para la moral establecida, sin que eso la convierta en perversa o malvada. Este capítulo dieciocho comienza y termina con un poderoso Sí. Comienza con un Sí del presente de Molly, y termina con el recuerdo de un antiguo Sí. La emoción con la que vivamos ese último SÍ alimentará la huella que habrán dejado en nosotros y nosotras, durante este apasionado viaje, Joyce y Molly.