"Muchos enfermos de Parkinson no quieren salir de casa por vergüenza a que los vean" | Vídeo

María Angustias llevaba más de cinco años con depresión y ansiedad. El médico le recetó un tratamiento para este trastorno, pero eso no era lo que le ocurría. María Angustias tenía Parkinson. Se encerró en la enfermedad, se avergonzó de ella. Llegó a dejar un importante trabajo como responsable en una multinacional del sector textil. No quería que la sociedad la viera sufriendo los efectos de la enfermedad.

La timidez es uno de los peores enemigos del Parkinson. Hace que las personas dejen de llevar una vida normal, cuando pueden hacerlo. Además, los tratamientos para combatir la enfermedad son muy fuertes y tienen unos efectos secundarios que la mayoría desconocemos y que ni nos imaginaríamos. “Compras compulsivas, celos o adicción al juego. Son cosas que se salen de lo habitual y que por el desconocimiento han roto matrimonios”, comenta María Angustias Díaz, la presidenta de la Asociación de Parkinson de Granada, que sabe ponerse al frente de la entidad debido a su dilatada experiencia con la enfermedad.

“La gente desconoce esta enfermedad y por eso estamos aquí, para que esto tenga una visibilidad. Que los enfermos tengan unas terapias para que nuestra calidad de vida sea lo mejor posible, aunque no tenga cura”, comenta Díaz. Y es que, en la provincia de Granada hay alrededor de 3.000 personas afectadas por el Parkinson y la mayoría ni pide ayuda ni se le da.

Actualmente, en la Asociación de Parkinson de Granada se tratan a unos 340 usuarios, cada uno con sus necesidades y problemas. “Tenemos a 19 trabajadores entre enfermeros, auxiliares o conductores. Hay gente que no quiere salir de sus casas y vamos a su vivienda a intentar que vengan. Muchos no quieren por su vergüenza a que los vean con la enfermedad”.

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Desde Granada, el grupo multidisciplinar que atiende a las personas que sufren el Parkinson intenta luchar contra estos estigmas que tienen los enfermos y el resto de la sociedad. Informa, conciencia, trata y advierte a pacientes y familiares del duro y lento camino que les queda por delante, porque lo más importante es tener una percepción positiva de la realidad. “No atragantamos, perdemos volumen en la voz o nos balanceamos sobre nuestro propio cuerpo. En estas cosas hay que concienciar al resto para que no discriminen y a esa persona le cueste menos salir a la calle”, subraya Díaz.

Para dar visibilidad, concienciar a los enfermos del camino que tendrán que recorrer y al resto de cómo tiene que mirar a una persona que sufre Parkinson, existe esta asociación en Granada. Fisioterapeutas, logopedas y demás profesionales sanitarios se encargan de hacer el día a día más fácil a estos usuarios. También apoyo psicológico, emocional y, también, escucharlos. “La gente que viene aquí perdida. El Parkinson no la sufre solo el paciente, sino también la familia. Aquí intentamos conseguir una mayor calidad de vida y que se retrase la enfermedad”, finaliza con entusiasmo María Angustias