Mundial en Sierra Nevada: lo que va de ayer a hoy
Veintiún años después ninguno de aquellos negros augurios se ha cumplido
Veintiún años después Sierra Nevada vuelve a mostrarse al mundo. Ha llegado esta cita de 2017 para la que la estación invernal se estuvo preparando en una cuenta atrás natural y serena que contrasta con la ‘jauría’ de aquellos días de 1996 y el proceso anterior de preparación y acondicionamiento para el momento concreto de la competición. No podría decirse que Sierra Nevada, entonces, entrase de lleno en el ambiente de ‘pinza’ que se vivía en Andalucía en particular y España en general pero sí que las realizaciones de las que hubo que dotar a la estación fueron contestadas por un grupo muy activo, adscrito a Izquierda Unida, que desde posiciones ecologistas se oponía a cualquier obra en la montaña, anunciando las siete plagas de Egipto en Pradollano para los años sucesivos al Mundial de Esquí.
Veintiún años después ninguno de aquellos negros augurios se ha cumplido. Eso sí, el cambio climático constituye el principal problema al que se enfrenta el Planeta a medio y corto plazo. No es cuestión de frivolizar, pero es que aquellos ecologistas anti-Mundial poco menos que localizaban todos los males en el Veleta y acelerados con Granada como epicentro precisamente a partir de 1995, la fecha en principio prevista para el campeonato, que hubo que aplazar un año por falta de nieve.
En el Veleta. Por una de esas casualidades de la vida, donde aquellos activos ecologistas, profesorado universitario, se ofrecían para asesorar la instalación de un radar militar que, por la época, el Ministerio de Defensa estudiaba instalar en las cumbres granadinas. Paradójicamente, los mismos ecologistas que, movidos por sus acendrados ideales pacifistas, habían llevado a la Facultad de Ciencias la propuesta -aprobada- de que ningún departamento de la Universidad colaborase en proyectos militares. Eran Los Verdes, integrados en la ‘pinza’ por la parte de IU, que después -por esas piruetas que tiene la política- acabaron integrados en el PSOE y ocupando despachos de responsabilidad medioambiental en la Junta, gobernada por socialistas, contra los que habían llegado a sugerir un ‘pacto a la griega’.
En una entrevista reciente en ‘Ideal’, uno de ellos renegaba de la ‘pinza’, donde por el lado del PP se presentó un día en Sierra Nevada su presidente regional anunciando que cuando él gobernase la Junta -una posibilidad que parecía inminente en aquellos días- propugnaría la gestión privada de la estación de esquí. Ninguno de sus conmilitones en Granada le recordó que la gestión privada de Sierra Nevada había decretado el cierre de la estación en 1980 y que solo el arrojo y la decisión del entonces bisoño Ayuntamiento democrático y la colaboración de la incipiente Junta de Andalucía salvó a Pradollano de la muerte civil.
Paradojas de la vida. Inmersos en la rememoración de aquella batalla ecologista, cada vez que veo la barrabasada que se está perpetrando en la carretera de Córdoba a su paso por Pinos Puente, cada vez que pienso en el proyecto de la Segunda Circunvalación que no respeta el POTAUG y otros planes de protección de la Vega… me viene a la mente aquella polémica prolongada, artificial que acompañó al trazado de la Primera, mientras por la Sierra de Huétor Santillán, a quince kilómetros de Granada, se talaban árboles en cantidades industriales para la apertura de la Autovía del 92 sin que ningún ecologista dijera “esta boca es mía”. Claro: es que allí no había votos que rascar. Tal vez por eso, de aquellos Los Verdes y sus cabezas visibles hoy nadie se acuerda. Y este Mundial de Snowboard tiene la fiesta en paz.