Nadie puede ser mejor profesional que persona. Las competencias emocionales nos convierten en mejores profesionales
Nadie puede ser mejor profesional que persona. Las competencias emocionales marcan la diferencia. Las competencias emocionales nos convierten en mejores profesionales, porque la emoción es la energía que mueve el mundo.
Daniel Goleman, sabio de la inteligencia emocional, dijo que nos contratan por nuestras capacidades intelectuales (y técnicas) y nos despiden por nuestras incompetencias emocionales. Y además, se pone de manifiesto en muchos profesionales una serie de déficits como trabajar la motivación, la flexibilidad, la adaptabilidad al cambio o la capacidad de trabajo en equipo, por ejemplo, porque los conocimientos técnicos siguen siendo la parte primordial para algunos/as.
La realidad es que las competencias que más caras nos salen son las que tienen que ver con la propia persona: cómo somos por dentro, cómo nos comportamos y proyectamos hacia fuera, cómo nos condicionan nuestra mente y nuestras creencias, aquellas que son clave para relacionarnos con los demás y desenvolvernos con personas de todo tipo, edad y experiencia profesional.
Nos sigue incomodando comportarnos desde la EMPATÍA y tender puentes de entendimiento. O desarrollar la capacidad de ESCUCHA para escuchar por debajo y más allá de las palabras dichas por otros. O crecer en EMOCIONES e inteligencia emocional para ir más allá en la calidad y calidez de las relaciones. O incorporar la COMUNICACIÓN para dejar al margen la triste dinámica del “ataque-defensa” o “ataque-ataque” en la que estamos inmersos. O ser conscientes de la propia forma en que nos expresamos tomando conciencia de cómo impactamos en los demás con las PALABRAS que ponemos. O cómo acogemos la CRÍTICA....,
Nos incomoda identificar las propios VIRUS y BACTERIAS que lanzamos y que infectan las relaciones; nos incomoda la manera en la que construimos ETIQUETAS y emitimos JUICIOS, en la que generalizamos o menospreciamos y que arrojamos como piedras, una y otra vez, sobre el de nuestros compañeros y sobre nuestro propio tejado. Todo esto nos incomoda.
¡Debemos cultivar y fomentar empatía concreta, inteligencia emocional, comunicación con h-alma, liderazgo con corazón, trabajo en equipo con emoción, motivación día a día, aprendizaje y desaprendizaje, mente abierta, capacidad de dar y recibir críticas, actitud positiva, despliegue de coraje con talento, transmitir confianza, habilidad de escucha activa, reconocimiento del saber, desempeño desde los valores humanos, colaboración, cooperación, compartir etc… Todo para construir.
Y es que la puerta de entrada al conocimiento es la emoción. Y que es con la emoción se despierta la curiosidad, lo que pone en marcha el aprendizaje y la memoria. Hacer despertar la curiosidad con algo tal vez ajeno es un buen inicio.
Nunca seremos felices si no logramos antes ser mejores personas y tener en cuenta que LA BONDAD, como todo en esta vida, SE PUEDE EDUCAR Y ENTRENAR. Cinco aspectos que es bueno tener en cuenta para ser MEJOR PERSONA.
- Trabajar la gratitud y el altruismo
La gratitud es una herramienta poderosa para sentirnos bien con nosotros mismos. La gratitud nos puede ayudar a superar traumas y estrés, aumenta nuestra autoestima y nos ayuda a disolver las emociones negativas.
La mayor expresión de gratitud es el altruismo: hacer el bien sin esperar nada a cambio. Numerosos estudios han demostrado que la solidaridad está directamente relacionada con el bienestar, la salud, y la longevidad. Los actos de bondad hacen que nos sintamos bien con nosotros mismos y las emociones positivas que generamos hacen que tengamos una mayor capacidad de recuperación. Por ello, el voluntariado es una de las actividades más saludables que pueden realizar las personas mayores.
2. Mantener en buen estado las redes sociales
No nos referimos a estar todo el día en Twitter, Facebook o Instagram sino a mantener la conexión con nuestros amigos, familiares, vecinos y compañeros de trabajo. Los buenos amigos deben cuidarse para no perderse y es de sobra conocida la capacidad que tiene la amistad para generar felicidad en nuestro entorno. Lo cierto es que el egoísmo y la desidia en cuestiones de amistad se paga caro. No en vano, haber descuidado nuestras amistades, es uno de los aspectos que más lamentamos. Las buenas relaciones es el soporte básico para mantener una buena dinámica de equipo cuando hablamos de trabajo también.
3. Ser optimista
Las personas pesimistas no son peores personas, pero de forma casi inconsciente tienden a generar un entorno desmotivador que no es beneficioso ni para ellos mismos, ni para la gente que les rodea. Si queremos mejorar como personas, y ser más felices, debemos trabajar nuestra actitud frente a la vida. La felicidad no es una meta, es un estado que debe entrenarse todos los días. Si no buscamos una lectura optimista de las cosas, contagiaremos la infelicidad.
El optimismo es necesario trabajarlo y a ello ayuda, tratar de concentrar el tiempo y la energía en cosas sobre las que tengamos el control, pedir ayuda, cambiar de estrategia, pensar que vendrán tiempos mejores, transmitir esperanza a los tuyos o cuidar a la gente que nos rodea son básicos.
4. Darle menos importancia a los aspectos materiales
Si ponemos nuestra ilusión en manos de aspectos materiales lo más probable es que labremos una infelicidad crónica, ya que difícilmente nunca tendremos suficientes cosas. Debemos plantearnos a diario qué queremos lograr en nuestra vida. Las personas felices tienen unos valores que mantener y unos objetivos por los que les merece la pena trabajar.Generosidad.
5. Hacer lo que amas
Nunca serás feliz si dedicas tu tiempo a hacer algo que no te gusta. Está claro que no todo el mundo tiene la suerte de trabajar en aquello que le resulta más atractivo, pero todos podemos cambiar a mejor. Para ello debemos trabajar la autoeficacia: la confianza y convicción de que es posible alcanzar los resultados esperados para cada meta propuesta. Evidentemente, no vamos a lograr todo lo que nos proponemos, pero el problema para muchas personas es que ni siquiera se plantean cambiar, por miedo a enfrentarse a las dificultades que puedan surgir, y acaban generando problemas inexistentes.
En cualquier ámbito de nuestras vidas, nos relacionamos con quien nos inspira y nos transmite algunos de estos tres parámetros:
a) La confianza:
Ofrecer garantía personal a la persona con la que te relacionas. Que tu histórico y tu experiencia te avalen. Como individuos debemos ser personas en las que se puede confiar, personas que transmitimos una garantía humana de buena capacidad de relación y capacidad de trabajo. Que nuestra palabra y nuestros actos transmitan veracidad.
b) Rectitud:
Ofrecer unos comportamientos ajustados con los valores humanos, con sentido de honestidad y proyección de honradez para que seamos apreciados por nuestra coherencia, respetando los compromisos adquiridos, siempre con buena intención.
c) Actitud:
Ofrecer un empuje y entusiasmo inspirador, generador del contexto propicio para una buena comunicación y entendimiento, para crear un espacio que favorezca una franca relación, permite que cada cual aporte lo mejor de sí mismo.
Sólo cuando los ofrezcamos, los recibiremos. Es sencillo. Cuando yo doy, alguien recibirá de mí. Del mismo modo, también yo recibiré de alguien que da.
Una persona se convierte en “un gran profesional”, cuando su parte “emocional” acompaña al 100% a su parte “racional”. Es decir, cuando sus conocimientos técnicos van envueltos de confianza, rectitud y actitud de forma permanente. Desde ahí es desde donde nace el trabajo en equipo, la comunicación, el liderazgo, la motivación, etc. Justo las competencias que más caras nos salen cuando flojeamos en ellas.
Todo lo que sea ignorar esto, ensombrece nuestro desempeño como profesionales, y nos convierte en mediocres antes o después. Por mucho conocimiento y experiencia que tengamos. Se trata de tener presente que allá donde tengamos que realizar un trabajo, con mayor o menor responsabilidad, lo hagamos poniendo nuestro mejor conocimiento, pero sobre todo nuestra mayor responsabilidad humana y la más limpia intención de respeto y trato hacia las personas con las que trabajamos. Es decir, desplegar la parte humana que más ayuda a otras personas a que desplieguen lo más humano de sí mismas y entre todos afrontar el proyecto, trabajo, reto o desafío que requiere el aporte de conocimiento y experiencia. Y pensemos en lo que recibimos y en lo que damos.
Y por último: No pidamos lo que no ofrecemos. Es fundamental tener una actitud que motive, que llame la atención por la forma en que cala y toca a los demás, una actitud que ilusiona y que da garantía de una confianza que aglutina, que da seguridad y que invita a que todos despleguemos lo mejor de nuestro trabajo emocional que hay dentro de nosotros en beneficio del equipo del que formamos parte.
Cuando ofrecemos y recibimos contribuimos a que aflore el talento. ¡Esto requiere de humildad, de honestidad, de generosidad y de gratitud! Gracias
Comentarios
Un comentario en “Nadie puede ser mejor profesional que persona. Las competencias emocionales nos convierten en mejores profesionales”
Harman Álvarez
10 de febrero de 2020 at 08:49
Excelente artículo. Gracias!