Necesitamos más interacción para construir relaciones sanas

Sabemos que el apoyo social y las relaciones que mantenemos con nuestro entorno son un factor de protección de nuestra salud mental

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Es muy importante reflexionar sobre las relaciones que mantenemos con los demás y las que ellos mantienen con nosotros | Foto: Remitida
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Los seres humanos necesitamos las interacciones sociales para vivir y desarrollarnos.

La interacción social es una parte integral de nuestra vida cotidiana, aunque la intención de interactuar con los demás requiere un esfuerzo para hacerlo.

Sabemos que el apoyo social y las relaciones que mantenemos con nuestro entorno son un factor de protección de nuestra salud mental.

Además, las relaciones sociales nos aportarán bienestar en términos generales siempre que nos sintamos escuchados, comprendidos, apoyados y respetados. Esto dará como resultado que podamos sentir bienestar emocional.

Es muy importante reflexionar sobre las relaciones que mantenemos con los demás. Tanto las que mantenemos con ellos como las que ellos mantienen con nosotros. Esto al ser bidireccional no podemos quedarnos solo con el qué me aportan los demás, sino que debemos ir más allá y ver qué les podemos aportar.

Por tanto, dedicar tiempo no solo a reflexionar sobre nuestro comportamiento y la relación que mantenemos con nosotros mismos sino también con los demás, será uno de los caminos para encontrar a esas personas que nos ayudan a alcanzar el bienestar emocional.

También sabemos que lo que ocurre a nuestro alrededor modifica el contexto y las relaciones que mantenemos. Y esas relaciones también pueden pasar por malos momentos. Por otra parte, el apoyo social es un importante factor para nuestra salud mental ya que nuestro autoconcepto se respalda también por la visión que los otros tienen de nosotros y de nuestras interacciones.

Si no nos relacionamos o no tenemos relaciones sociales adecuadas, no recibiríamos contenido objetivo y positivo de nosotros mismos quedándonos en una visión más subjetiva y negativa de quiénes somos, no ajustándose con la realidad. Habrá días que uno/a esté mal y las personas nos ayuden y viceversa, recordemos que una relación entre dos personas no puede existir de manera unidireccional.

Por otra parte, el acto de convivir, de interactuar con otras personas en diferentes entornos y situaciones, representa una tarea compleja. Las interrelaciones que se establecen en el trabajo, con la familia, con los amigos o con simples desconocidos (en el ascensor, por ejemplo) no siempre salen conforme a los deseos de cada uno de nosotros. En estos contactos personales, la comunicación tiene un peso muy significativo. Transmitir de manera clara un mensaje, de forma que resulte comprensible para aquel que lo recibe, evita equívocos y previene conflictos.

La comunicación efectiva es precisamente esto: compartir ideas, teorías o conocimientos de forma certera, pero sin por ello perder de vista a quien se tiene enfrente, es expresar lo que realmente queremos

Estamos en un mundo polarizado que tiende al blanco o al negro, que no percibe los grises. Nuestro cerebro simplifica el entorno que nos rodea, a las personas y sus ideas. Sin embargo, es en una escala de grises donde más podemos crecer como individuos muchas veces. La virtud del punto medio (aunque no siempre) nos hace ser más tolerantes con los demás y ayuda a que lo seamos con nosotros mismos. Para esto es clave la comunicación efectiva. Es el arte de la escucha y el respeto.

Aplicar una comunicación asertiva es básica para conseguir la comunicación efectiva y requiere de fuerza mental. Se es asertivo cuando, en una conversación, las dos personas que dialogan estamos al mismo nivel. Conjuntamente, la escucha activa y la asertividad pueden ayudar a acabar con muchas de las polarizaciones y hacer que la sociedad apueste por los tonos más grises.

Además, hay que apuntar el derecho a rectificar, el derecho a cambiar de opinión, fundamental para el desarrollo personal. Es muy sano asumir que nos vamos a equivocar, que vamos a meter la pata, que, aunque queramos hacerlo muy bien, vamos a fallar. Cambiar de opinión requiere de una aceptación previa para después comunicar a los demás esa variación. El derecho a cambiar de opinión permite a las personas reconocer y superar sus limitaciones, al tiempo que las hace buscar la mejora continua de sus habilidades y conocimientos.

Dialogar, escuchar y aceptar son tres verbos imprescindibles al hablar de comunicación efectiva. No se trata de aceptar el juicio que otras personas tienen sobre un tema, sino atender a lo que nos están diciendo. Tampoco es necesario luchar contra las ideas de no compartimos con terceros, tan solo es preciso aceptar que hay gente que piensa de manera diferente.

En el diálogo, la comunicación asertiva es muy importante. La asertividad es una herramienta excelente para una buena gestión de crisis. Es importante tener esa comunicación efectiva. Si le ponemos el adjetivo de empática ya es perfecto, siempre con cuidado: asertividad empática. Porque solo cuando escuchamos a los demás y a nosotros mismos somos capaces de conectar.

Cuando conectamos, somos capaces de alcanzar logros. El objetivo es hacer hincapié en el poder de las conexiones humanas. Es necesario encontrar espacio y lugares donde inspirarse, encontrarse, conectar y lograr cosas increíbles.

Por tanto, las personas que nos suman, escuchan, valoran y dan su opinión sin hacer un juicio de valor a la persona. Por tanto, no nos hacen sentir juzgados y sí escuchados y entendidos. Estas personas por lo general cuentan con empatía, escucha activa, lenguaje no verbal adecuado, comunicación asertiva así como otras habilidades sociales. Estas habilidades se pueden aprender y mejorar si nos lo proponemos. No siempre se puede elegir a esas personas que nos suman y nos comprenden.

Por tanto, rodearse de personas que nos hacen sentir bien inicia una larga cadena de beneficios relacionados: equilibrio, mejor autoconcepto de nosotros mismos y, por tanto, mejor autoestima. Nos sentimos comprendidos y con capacidad de comprender a los que nos rodean, y mejoran por tanto nuestras habilidades sociales y empatía. Nos sentimos bien por dentro y eso se refleja en nuestra conducta y comportamientos, creándose una retroalimentación positiva entre nuestro entorno social y nosotros.

En definitiva, hablar de relaciones sociales no es una cuestión de ganancias o perdidas. Es una cuestión de trabajar por construir relaciones sanas. Y eso implica también hacer este ejercicio cuando algo que nos dice otra persona nos genera malestar. Es posible que la otra persona esté pasando por un mal momento y no sepa reaccionar como lo haría normalmente. Antes de asumir que está mal con nosotros debemos preguntarnos si está mal consigo mismo o con algún hecho que esté enfrentando. Después, planteemos preguntarle cómo se encuentra y si podemos ayudarle en algo. Avanzaremos sin duda alguna.