Ni ellos creen en el déficit

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Pedro Vaquero del Pozo
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¿Ustedes entienden a los economistas conservadores? Yo no. Te apremian siempre con que la disciplina fiscal, pero ni ellos mismos creen en ella. El ejemplo de libro es Rajoy y su equipo económico, De Guindos y Montoro. En 2011 Rajoy prometió bajar los impuestos y no recortar sanidad, educación y pensiones. Pero en cuanto ganó las elecciones, sus barones regionales de Madrid (Esperanza Aguirre y Gallardón) de Valencia (Camps y Rita Barberá), de Galicia (Núñez Feijóo), de Extremadura (Monago) y otros empezaron a incumplir el compromiso del déficit porque según ellos había un déficit en los cajones de los ayuntamientos y comunidades autónomas. Y era verdad, pero les sirvió de excusa para seguir haciendo política con un gasto que ellos siempre habían calificado de insostenible.

Y si “la herencia de Zapatero” ha servido para aflojar el cinturón del ajuste presupuestario a los gobiernos conservadores, lo mismo le ha servido a Montoro, al que le han salido las cuentas en el ámbito del gasto estatal, pero no en el cómputo global del déficit, que se ha incumplido en todos los ejercicios de la legislatura en la que ha gobernado el PP con mayoría absoluta, pese a que la tendencia ha sido el recorte. En cambio el cuitado de Zapatero, que en teoría estaba llamado a no creer en las políticas de ajuste, cumplió religiosamente con el déficit. Los mercados apretaron con sus amenazas de retirar capital e inversiones, con subir la prima de riesgo (hasta 150 o más hace poco), con no darle crédito al bono español y dejarnos tiritando.

Esos patriotas de derechas afloraron el déficit y provocaron con ello la fuga de capitales que Zapatero había intentado evitar. Ojo: no es que yo esté de acuerdo con lo que hizo Zapatero; simplemente estoy comparando dos actitudes políticas ajenas a mi forma de ver las cosas. Pero lo cierto es que la derecha tiene un concepto patrimonial de la razón económica, y aunque actúen en contra de lo que opinan en principio e incumplan con ello su programa electoral, creen seguir llevando razón, pues con la práctica de algunas dosis de populismo aquí y allá salvan el crédito del partido, que es lo que importa. Si todo partido en el poder tiende a hacer la política mirando a las encuestas, lo del PP ha sido bochornoso. Han elevado la deuda pública al 100% del PIB y se han quedado tan frescos.

Por eso resulta tan injusto que ahora que existe otra correlación de fuerzas en España, con la posibilidad real de que haya un gobierno “de izquierdas”, las autoridades, consultings y expertos que hablan en nombre de los mercados financieros vuelvan a amenazar con las fugas de capital, las reticencias y miedos de los inversores y las subidas de las primas de riesgo. Cuando ellos saben que no es la falta de gobierno en España lo que agobia a los mercados, sino la bajada del precio del petróleo, la crisis bancaria que genera la caída del negocio de la industria energética, y la desaceleración de los motores económicos mundiales, China y los emergentes.  

Lo que los mercados quieren ahora es meterle mano al sistema público de Seguridad Social y la Sanidad, pues en ese nicho todavía no han puesto un huevo suficientemente grande los mercados, esto es, los fondos de pensiones privados y las compañías sanitarias privadas. Y frente a ese riesgo no les veo suficientemente firmes a los compañeros de viaje de ese hipotético “gobierno de izquierdas”. Todo lo más que enuncian es una tímida vuelta al Pacto de Toledo, como si ese pacto no hubiera sido susceptible de interpretaciones regresivas en el pasado.

Hace falta una mayor claridad de ideas. Krugman lo ha dicho claro: hoy el peligro no es el déficit ni la inflación, sino la recesión y la deflación. Que no nos vengan con la milonga de los peligros del gobierno de izquierdas, cuando el peligro real es la falta de claridad y firmeza frente a los mercados, sea el que fuere el gobierno que salga, tanto si es mayoría del PP, como si es mayoría del PSOE o incluso de Podemos.

Frente a ese baile de los políticos en sus sillones, el pueblo llano debe decir un “hasta aquí” en el tema de los recortes de las pensiones y la sanidad.