Niños y jóvenes, los más afectados por las malas zambullidas
A pesar de que las zonas de baño diferentes a la playa como los ríos, los pantanos, las piscinas o las zonas portuarias suelen contar con paneles informativos con recomendaciones para el baño y las zambullidas, los casos de lesiones de este tipo continúan sucediéndose cada verano
Los niños y los jóvenes son las víctimas más frecuentes de heridas y lesiones producidas por malas zambullidas, tal y como ha explicado el presidente de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES), el doctor Juan Armengol, en una entrevista a Europa Press.
En España se producen cada año entre 800 y 1.000 lesiones medulares y entre el 4 y el 11 por ciento del total se deben a actividades deportivas o de ocio propias del verano. Armengol ha afirmado que "el 5 por ciento del total de atendidos por lesiones medulares fueron por zambullidas en piscinas o similares, y representa la tercera causa de invalidez permanente en los menores de 25 años".
Por su parte, el responsable de Salvamento Marítimo de Cruz Roja, Francisco García, también ha asegurado en una entrevista a Europa Press que en los casos de malas zambullidas "hay una incidencia relevante en niños, porque se realizan en zonas que no pertenecen a la playa, como las zonas portuarias, y habría que llamar la atención a las personas responsables para solucionar este problema".
A pesar de que las zonas de baño diferentes a la playa como los ríos, los pantanos, las piscinas o las zonas portuarias suelen contar con paneles informativos con recomendaciones para el baño y las zambullidas, los casos de lesiones de este tipo continúan sucediéndose cada verano. La principal causa, ha explicado García, es que los bañistas "no valoran el fondo donde se va a realizar la zambullida y si se tiene la pericia suficiente para poder realizarla. Muchas veces no se evitan estas situaciones porque se desconoce el riesgo al que se exponen".
Uno de los principales problemas es el desconocimiento de la zona de baño y, si carece de vigilancia, la falta de un socorrista que pueda dar indicaciones y recomendaciones. Armengol alerta de que "en las zonas de playa los cambios importantes de marea pueden hacer variar la profundidad del agua de unas horas del día a otras o de un día para otro, y hay que tenerlo en cuenta. También los momentos o días de marejada con resaca pueden hacernos infraestimar o no calcular el riesgo, no solo para evitar ahogamientos, sino para este tipo de accidentes".
Las consecuencias de una mala zambullida pueden ir desde una fractura más o menos leve hasta una lesión medular o un ahogamiento si se pierde la conciencia. "Se pueden producir facturas muy graves que directamente hacen compleja la atención de las personas, ya que hay que inmovilizar y recurrir a unos recursos externos importantes", ha explicado García.
Además, los supervivientes también suelen sufrir unas consecuencias psicológicas que muchas veces no se tienen en cuenta. García ha señalado que las víctimas "suelen asociar el medio al suceso traumático y la reacción suele ser de apartamiento y alejamiento del medio acuático. En el ámbito de la terapia se suele trabajar pero es una cuestión difícil de resolver en poco tiempo".
QUÉ HACER ANTE UNA MALA ZAMBULLIDA
En caso de que se presencie a un grupo de personas realizando zambullidas en una zona no recomendada, lo mejor es alertar a los equipos de salvamento para que "emitan avisos preventivos, hablando con las personas y explicando a qué riesgo se están exponiendo, y en algunos casos, se informa a las autoridades locales para que eviten este tipo de prácticas", ha explicado Francisco García.
Si se presencia una mala zambullida en la que una persona resulta herida, García ha señalado que hay que poner en práctica la conducta 'Proteger, Avisar y Socorrer (PAS)'. "En primer lugar proteger, evitar que se produzcan más accidentes de los que están en curso. Avisar o alertar, llamar a los Servicios de Emergencia. Y socorrer, solo y exclusivamente si tenemos los conocimientos y la capacidad física para realizarlo. Es complicado que una persona pueda atender correctamente en una situación como esta, por lo que se recomienda que se centre en la primera parte, en proteger y evitar que el incidente se produzca", ha afirmado.
Por su parte, Armengol también ha señalado que, si se tiene la habilidad suficiente, se debe "evitar el ahogamiento, llevando a la víctima a una zona segura y preservando en todo momento la integridad de la región cervical. Es decir, ante un traumatismo craneoencefálico hay que sospechar un posible daño medular cervical hasta que se demuestre lo contrario, y estos casos no son una excepción".
Si se percibe que la víctima solo tiene una fractura leve, que no afecta a la columna o a la región cervical, Francisco García ha señalado que "se debe mover esa zona en bloque porque si movemos al paciente de cualquier manera podemos producir más lesiones".
"Otra acción importante es liberar la vía aérea, simplemente traccionando con un pañuelo la lengua hacia adelante, sin movilizar la región cervical, en espera de la llegada de los Servicios de Emergencias", ha asegurado Juan Armengol.
LA PREVENCIÓN Y LA EDUCACIÓN SON FUNDAMENTALES
Una mala zambullida es evitable siempre y cuando se tomen las medidas necesarias antes de bañarse en una zona no adecuada, sin vigilancia o directamente desconocida. El doctor Juan Armengol ha explicado que hay que evitar "tirarse al agua de cabeza cerca del borde, o evitar tirarse en posición semivertical y no horizontal. El riesgo será mayor en zonas de baño diferentes de las piscinas, como ríos o pantanos".
Armengol también ha destacado la necesidad de proporcionar "toda la información sobre prevención que se pueda dar, empezando por los propios colegios a edades muy tempranas". En cuanto a las instituciones públicas, ha señalado la importancia de "medidas continuas de prevención y divulgación a todos los grupos de edad, en este caso especialmente dirigidas a la gente joven y los niños y a los padres de los niños".