No pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo

Horaires
Trabajadores en una oficina, de noche | Autor: Archivo GD

La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera las situaciones críticas se supera a sí mismo sin quedar superado. Quien atribuye a los momentos difíciles sus fracasos y sus penurias, violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones. La verdadera crisis es la incompetencia. El problema de las personas y los países es la pereza para encontrar salidas y soluciones.

Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque en crisis todo viento es caricia. Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora, que es la tragedia de no querer luchar por superarla.

El éxito en la vida, y por supuesto en la empresa, cuesta y cuesta mucho. Siempre viene acompañado de lucha, de esfuerzo, de sufrimiento e incluso de dolor.

Aunque pretendamos negarlo, lo que fácil llega, fácil se va. A los que buscan las cosas fáciles o los que se creen con suerte para conseguirlas sin esfuerzo, la vida les pasa la factura tarde o temprano. Y esto es totalmente extrapolable al mundo de la empresa, como ahora estamos viendo.

Si se quiere ahorrar esfuerzo y sudor es muy complicado que llegue éxito y la satisfacción de haberlo dado todo, que es lo que forja al líder. Y es que sólo alcanzan el éxito aquellas personas o aquellos empresarios que aprenden a aceptar la derrota; aquellos que renacen de sus cenizas; aquellos para los que la crisis es una oportunidad.