No vemos las cosas como son, las vemos como somos: la empatía necesaria
Hace unos días hablaba de la importancia de ser empático y a poder ser, de ser también simpáticos en la vida y en el trabajo. Eso era en Cáceres en la Facultad de Enfermería y Terapia Ocupacional de la Universidad de Extremadura. Y por otra parte leía en un periódico que “Las empresas priorizan profesionales más empáticos y transversales a los técnicos” y en un blog que: “El profesional sanitario del futuro: un guerrero empático”.
Y es que la empatía es conciencia, es capacidad, es destreza, es esfuerzo por comprender y entender. Y es que seguro que muchas veces nos hemos hecho preguntas del tipo: Qué pensamos de la otra persona? Qué siente? Cuáles son sus miedos? Cuáles son sus necesidades? Y seguro que la respuesta a todas ellas nos ayuda a medir nuestro grado de facilidad o dificultad para ser empático. La clave es percibir lo que las otras personas sienten y con ello ayudarles a conseguir su propósito. Por tanto, la clave es ESCUCHAR para comprender, no solo para responder.
Es frecuente que cuando hablamos de empatía, nos viene a la mente una toma de perspectiva, una atención con compasión o esa idea o habilidad de ponernos los zapatos del otro, o mejor dicho ponerse al lado del otro para conocer sus miedos, sus frustraciones, sus necesidades, sus ideas, sus sentimientos,.....Esa idea de saber cómo nos sentimos es la EMPATÍA.
La empatía se define como la capacidad de entender los pensamientos o emociones ajenas, poniéndose en su lugar y compartiendo sus sentimientos. Representa la habilidad sensitiva de una persona para ver el mundo a través de la perspectiva de la otra persona.
Y está claro que la empatía no es simpatía y a veces confundimos simpatía y empatía, aunque son dos habilidades distintas. La Empatía es una actitud comunicativa que nos permite abarcar todas las interacciones interpersonales, independientemente de quien sea la persona que tenemos delante, estemos o no de acuerdo con ella, simpaticemos o no con ella. La simpatía se centra en la amabilidad, en encontrar algo positivo del problema que nos explica la otra persona, busca la aprobación, se escucha para responder.
La empatía, en cambio, va un paso más allá. No busca lo positivo de la situación, simplemente busca entender a la otra persona. Se escucha para comprender, no necesita la aprobación, reconoce las emociones sin juzgar. En la simpatía buscamos algo así como «caer bien o gustar» y en la empatía buscamos “entender y reconocer las emociones del otro”. En el trabajo, tanto la simpatía como la empatía nus ayudan a establecer buenas relaciones con nuestros compañeros, aunque la empatía nos llevará a tener conexiones más duraderas y auténticas.
Y es que la EMPATÍA supone RESPETO a la otra persona.
En los profesionales sanitarios, se habla mucho de la necesidad de empatía con los/as pacientes. Así se dice que los pacientes con diabetes, atendidos con mayor empatía, mejoraron su control metabólico y sus niveles de colesterol. Por otra parte los/as pacientes cuyos médicos mostraban mayor empatía, presentaron menos complicaciones metabólicas agudas que los/as pacientes que mostraron menor empatía. Y es que en todo ello, los/as profesionales cuentan con todas las armas para convertirse en guerreros/as empáticos, ya que una buena relación profesional/paciente tiene un efecto significativo en los resultados en salud. Para ello, es importante trabajar aspectos como el contacto visual, de cuidar el lenguaje no verbal, de tener atención a las emociones, de trabajar la entrevista motivacional o del establecimiento de metas para abordar los diferentes aspectos de la salud que sean de su interés como:
La escucha empática: la empatía es la piedra angular para vencer cualquier batalla. Aprender a escuchar teniendo en cuenta todos los cómos y porqués de la persona que tenemos delante debería ser una de nuestras máximas antes de iniciar una conversación.
Las habilidades para contar historias que logren emocionar a la audiencia: las informaciones traen consigo la dosis de sensibilidad y de emoción necesarias.
Lograr una reacción provechosa para los actores implicados en la conversación
Por tanto, la empatía es una competencia clave de la inteligencia emocional que se pone de manifiesto a la hora de comunicarnos y relacionarnos con los demás. La empatía es la capacidad de ver el mundo como la otra persona, para compartir y comprender sus sentimientos, necesidades, preocupaciones y estado emocional.
Estos son algunos de los beneficios de la empatía en el trabajo:
1. Tomar el tiempo y la actitud óptimas para entender las necesidades de los colaboradores o compañeros.
2. Tener la actitud adecuada a la hora de llegar a acuerdos, para resolver conflictos.
3. Entender y proporcionar a los compañeros y colaboradores lo que necesitan para avanzar crea un sentido de confianza y fortalece las relaciones dando lugar a una mayor colaboración y mejora de la productividad.
4. Sentirnos comprendidos, escuchados y respetados por nuestra forma de pensar ayuda a ser más abiertos a la hora de expresar nuestras emociones.
5. Gracias a las «neuronas espejo» siendo empáticos contagiaremos a los demás a serlo, creando un ambiente de conexión que hará el entorno de trabajo mucho más agradable y enriquecedor.
Y todo ello necesita entrenamiento. Y CONSTANCIA.
Claves para ser más empático:
– Practicar la escucha con la intención de entender al otro.
– Partir de la base de que la forma de ver las cosas es única, es decir, cada uno tiene su propio punto de vista y todos son válidos y respetables.
– Entrenar la capacidad de entender las propias emociones. Así será cada vez más fácil entender las de los demás.
– Evitar el aconsejar si no lo piden expresamente.
– Enfocarse en comprender al otro en vez de juzgarlo.
Y es que no vemos las cosas como son, sino vemos las cosas como somos. Porque las personas que ayudan a otras a brillar, saben que hay espacio para todos. Por tanto, EL MUNDO PRECISA DE EMPATÍA.