Las 20 nuevas vidas del edificio La Madraza
El bloque, en la zona Norte de Granada, fue reformado para habilitar 31 viviendas, que en los próximos días serán habitadas por familias vulnerables
El día en que comenzó la nueva vida de Marisol López, aguardaba apurada bajo un sol que apretaba más de lo vaticinable. Tras años de espera, los últimos minutos se hicieron largos. Apareció el alcalde de Granada, Paco Cuenca, y su mirada, entre cámaras y grabadoras, se iluminó. "¡Por fin!", exclamaron ambos al unísono. Ella y su madre, de 90 años, componen una de las 20 familias que este lunes recibieron, con una amplia sonrisa que se dibujaba bajo sus mascarillas, las llaves del piso en el que reescribirán su futuro -se puede visualizar en el vídeo que acompaña a esta noticia-, tras la rehabilitación del edificio La Madraza, en la calle Zambra, colindante a la calle Julio Moreno Dávila de la zona Norte de la capital. En total, son 31 las viviendas de las que dispondrá el bloque, que en los próximos días serán el escenario de partida de un porvenir mucho más agradable.
"Me vi en la calle. Esto es empezar de cero"
"Estoy agradecida. Esto es, sobre todo, para los colectivos más vulnerables, las personas dependientes y con poca movilidad, como es mi caso, con una madre de 90 años, con dependencia 3. Yo vengo de una enfermedad, de un cáncer de mama", detalla Marisol López. Esperaba poder instalarse en su nuevo hogar durante la primavera del año pasado, pero la entrega se retrasó. El proyecto comenzó en 2019 con una primera convocatoria -hubo hasta tres en sendos años-, impulsado por el Gobierno de España, la Junta de Andalucía, el Ayuntamiento de Granada, la Diputación provincial y la la empresa Visogsa. "Gracias a la intervención de Paco Cuenca, que ha agilizado un poco, ya tenemos, gracias a Dios, las llaves", se congratula.
Para ella y su madre, todo cambia de aquí en adelante. "Supone muchísimo, porque puedo estar con mi madre, pago un alquiler que está al alcance de mi mano y está en una zona relativamente buena", expone, ahora que ve en su mano dejar atrás la habitación en la que se hospeda en Cúllar Vega. "Vivía en un piso alquilado y lo perdí porque el casero tuvo que entregarlo al banco por problemas económicos", detalla, para seguidamente afirmar que se vio "en la calle". "Es empezar de cero", añade.
Son cuatro las plantas de las que dispone el remozado edificio, durante años okupado y destinado al abandono. En ellas, 31 coquetos pisos unifamiliares, de una habitación, un salón conectado a la cocina y un baño, que serán el folio en el que escribirán su nueva historia las 20 familias congregadas este lunes en su patio, que aún espera a que florezcan los árboles que lo adornan. En su mayoría, los domicilios están adaptados a personas con movilidad reducida. Por debajo, un semisótano con 24 plazas de garaje. El alquiler se moverá entre los 150 y los 200 euros. La constructora estima que sus nuevos inquilinos, que ya escrutaban la pared en la que se apilaban los buzones imaginando cómo quedará su nombre allí escrito, podrán asentarse en los alojamientos en un plazo de entre cuatro y cinco días, tras finalizar algunos arreglos del sistema eléctrico.
"Es un sito digno, un piso, un techo"
En la primera de estas plantas, en el Bajo C de la nueva comunidad de vecinos de La Madraza, vivirá Francisco Castro. "Me va a cambiar la vida entera. Estoy viviendo en un bajo comercial. De vivir ahí, no tener ducha ni absolutamente nada, a tener hasta tu cocina y tu dormitorio, te cambia todo totalmente", expresa. Él, ciego, no esconde que la "gran alegría" que le recorre el cuerpo cuando pone el pie por primera vez en su casa. "Llevo esperando esta vivienda aproximadamente unos tres años y medio o cuatro", argumenta, para después matizar que vivirá él solo, con su perrita. "Es la que me lleva a todos lados", aclara. "Es un sitio digno, es un piso, un techo, donde puedes hacer tus necesidades, tus cosas básicas", apostilla.
"Ahora vamos a vivir bien, como todas las personas"
El mismo entusiasmo exteriorizan Omar y Fátima Yissef, un matrimonio que abandonará la casa de los padres de él para poder "hacer la vida normal". "Soy una persona minusválida, no veo nada y no puedo alquilar una casa de más de 200 o 300 euros. Durante los casi dos años que he estado esperando recibir esta vivienda, he estado viviendo con mi familia. Ahora, vamos a vivir bien, como todas las personas", relata. Con emoción, Fátima recogió las llaves y dio las gracias, como también lo hizo Soutana Moussouri. "Me alegro mucho, el piso está bien para una persona o dos", expresó esta última receptora.
"¡Es que una vivienda es casi todo!"
"Tengo casi una vida nueva", asevera Juan Manuel Cepero, que se esconde del sol antes de poder entrar a su nueva casa. "Soy una persona mayor y estaba viviendo de alquileres de habitaciones. Para mí, esto es otra historia", determina con emoción. "¡Es que una vivienda es casi todo!", justifica su radiante mueca.
Una inversión de 1,5 millones de euros
La simbólica entrega de llaves fue el acto inaugural de su nuevo relato. La intervención fue, en palabras del presidente de la Diputación de Granada, José Entrena, "una transformación integral de este edificio, que eran 24 viviendas en venta, en 31 alojamientos protegidos", que implicó un desembolso de 1.490.024 euros. La inversión se ha dividido entre la Junta de Andalucía, el Gobierno de España y la empresa Visogsa.