"Ojalá tuviera 20 años..."
"Pasa la vida y no pregunta, ella ya sabe dónde estamos". Con voz cansada, pero segura; aún con pasión, pese a que las fuerzas le juegan malas pasadas, Rafael Guillén recitó éste y otros versos en el Palacio de los Condes de Gabia. El poeta granadino fue la voz del arte antiguo, del que se ejecuta con la pluma y con la voz, en el contexto de un evento tan vanguardista como la Noche en Blanco, en cuyos prolegómenos se incluyó este acto.
Guillén realizó un recorrido corto por una parte de su poesía, de su vida. Desde los años 50 hasta los albores del nuevo siglo, desde los mares hasta los misterios, desde aquella juventud que parecía que iba a ser eterna hasta la vejez. Siempre escribiendo. "Ojalá tuviera 20 años", suspiró el poeta, Premio Nacional de Literatura en 1994, mientras dos manos temblorosas buscaban en sus cuadernos los retazos de su obra que, con mucha lucidez, quiso mostrar al público.
Por un instante, el poeta que dio el primer paso adelante para eliminar el olor a pólvora y recuperar el aroma a poesía en Granada tras la muerte de Federico García Lorca, transportó a sus ensimismados oyentes a las ruinas de Cartago, a la piedra que todo lo ve y todo lo soporta; a los amores de otras épocas y a las llamadas que no llegan nunca.
El gran poeta granadino de la segunda mitad del siglo XX, a sus 80 años, cerró su elegante intervención con dos poemas inéditos, todo un lujo para el público, que le despidió con una gran ovación mientras descendía del escenario. Fueron apenas 30 personas, pero Guillén no pregunto, y pasó, como la vida, con fugacidad, pero dejando un poso especial.