El aceite y las mentiras
Los que mandan, sobre todo la vicepresidenta palmera que se lució con todo lujo de detalles para que los españoles saltaran a la calle en grandes manadas para agradecer que, a partir del uno del próximo mes de julio, y durante un corto espacio de tiempo, no habrá IVA sobre el aceite de oliva que usted compra, o quiere comprar, que no es lo mismo, para poder guisar con mejor sabor y calidad están más que felices.
Pero no hay porque estar contento, y me refiero al comprador, no al político, porque al hacer las cuentas por cada litro se va a ahorrar usted nada más y nada menos que treinta céntimos. TREINTA CÉNTIMOS, en mayúscula, por si creyó leerlo mal. O sea que váyase tranquilamente de vacaciones porque la cartera se la han engordado a base de bien.
Familia, lectores que me aguantan o soportan, esta es una de las muchos trucos o noticias oficiales que surgen sobre el aceite y su elevadísimo y disparado coste desde hace mucho tiempo. Justo desde que los que están de por medio, no hacen más que poner la mano para llevárselo calentito sin que usted pueda remediarlo.
Porque no hagan caso en absoluto a eso de que el aceite está por las nubes porque ha llovido muy poco, las cosechas han sido malísimas, que no hay otro remedio porque tienen que obtener beneficios los esforzados envasadores y otros, porque se hace lo que se puede además de que tiene usted otros aceites que lo sustituyen con la misma calidad y eficiencia.
Y eso no es enteramente verdad. O mejor, es una verdad a medias que es la más infame de las mentiras.
Es cierto que no ha llovido lo que se esperaba, pero esto ha ocurrido desde siempre, sobre todo en este sur español donde mirar al cielo siempre fue una práctica diaria entre los agricultores y los olivareros -el olivo es de secano, lo que quiere decir que no necesita el agua de Galicia, por ejemplo- con lo que eso de la “pertinaz sequía” lo conocemos desde siempre y nunca faltó el aceite ni se puso por las nubes.
No me hablen de beneficios, por favor. Ya expliqué una vez, y repito ahora, que la aceituna se compra sin decir nunca al productor lo que se le va a pagar. Usted la recoge, la lleva al almacén, deposita el producto y espera entre muchos rumores cual será el precio final que verá en su cuenta. Y hace esto, o se lleva el producto a su casa y se le pudrirá. Así que, de ahí llega parte del “beneficio”.
Y pagando con miseria en origen, el precio va subiendo sin frenarlo porque hay mucho listo de por medio. Muchos intermediarios que, con un teléfono, antes se viajaba y todo, pero ahora con el móvil ni eso hace falta, son los que estipulan y meten la mano en la cartera de la gente que alucina y termina en el psiquiatra cuando vuelve del mercado.
Si quieren más explicaciones sumen aquello de que el aceite que se vendió al principio estaba almacenado desde año y pico antes con lo que se subió el precio sin necesidad alguna, más el dato importante de que esos treinta céntimos no los va a ver usted porque ya les han dicho que con esto del IVA hay que ver el margen de beneficios. O sea que…otra tomadura de pelo.
Pero lo peor, por lo menos lo que yo veo, es que aquí nadie lee la cartilla a nadie. Los políticos, de todos los colores, demuestran que no hacen nada y los que mandan en todo el tinglado son los que quieren llenar el bolsillo manejando a un pueblo manso como el español que calla y paga sin rechistar. Porque no es sólo el aceite, comparen los plátanos y las bananas, por ejemplo. Los de casa, Canarias, ahí al lado, tres veces más en el precio final que lo que llega de Costa Rica, que casi está a la “misma” distancia. ¿Alguien les ha dicho dónde está el truco? Ustedes no pregunten porque no están preparados, yo tampoco, para escuchar una respuesta estúpida.
Y así con estos políticos que ganan más y gastan menos, estos fabricantes, estos intermediarios y estos aprovechados ya pueden imaginar hacia donde vamos. Nos seguirán robando legalmente y nos callaremos. Pero estemos contentos porque para calmar a alguno, ya nos han dicho que las cosechas que vienen van a ser históricas porque lloverá hasta tal punto que lo del arca de Noé fue una tontería.
Porque un pueblo que se vuelve loco con un partido de fútbol, se tira a la calle en masa para aplaudir a unos chavales supermillonarios que lo que hacen es pegar patadas a un balón y permiten que le metan la mano una y otra vez en la cartera sin arrasar calles y plazas, ni es normal ni tiene futuro.