Solo nos queda un cine
Ahora ya sí es verdad y, por lo que se cuenta en este mismo diario, por lo que dicen las autoridades y con un dueño que no da un paso adelante, nos quedamos con un solo cine y perdemos algo que fue único, increíble y más que novedoso en una ciudad como la nuestra. Hace diez años que no se proyecta nada en las salas del Solarillo de Gracia. Y en un edificio único en su planteamiento, la proyección cinematográfica pasó al cajón del olvido del propietario que nunca contestó al Ayuntamiento con un movimiento válido para cambiar la condición de equipamiento y resucitar el inmueble.
Yo, que soy bastante torpe, pregunto si nadie le ha contado al dueño del local lo que significó para Granada la aparición del Palacio del Cine. Que también puede ser que tenga edad para saberlo, que no le interese el tema y la memoria la haya perdido.
Aquello era algo increíble, descomunal para la época y además se exhibía una forma de proyectar nueva, el TODD-AO. Usted entraba allí y no era un cine, era otra cosa, y pido que imaginen una gran cabalgada de muchos jinetes de esquina a esquina de la pantalla ovalada y no pueden adivinar lo que se sentía. Y del sonido mejor no hablar, porque no sé explicarlo. Pero un actor estaba en la derecha de la imagen y usted le oía por la derecha mientras su compañero hablaba desde la izquierda y se le oía desde ese lado. Se demostraba muchos años antes del lío actual de canales gratuitos y de pago, y esto es para los jóvenes, sobre todo, que el cine no es la televisión ni mucho menos.
Además, era todo tan especial que recibió el título de Patrimonio Histórico de Andalucía. O sea que…
Y hay que recordar que, los que ahora somos mayores, viejos, de la tercera edad, que el cine era algo muy distinto.
Porque era algo muy importante en Graná, y cuando una ciudad sufre y disfruta de determinadas temperaturas invernales, con muchas nevadas entonces, era algo casi fundamental para todos.
Después de algunos años, uno ha vuelto y se ha encontrado con un enorme desastre y añora los cines Granada, Gran Vía, con su escalerilla de acceso desde la calle del mismo nombre y su pared informativa; el legendario Olympia, con un aforo de 1500 localidades y su fachada griega espectacular; el Príncipe, también llamado ‘cine canuto’; el Capitol, el Goya, el Aliatar, el Astoria, el aún existente Madrigal, el Palacio del Cine, con su sistema especial de proyección y… el Regio, nacido en 1920 y que, con casi 70 años, sufrió los ataques de extremistas que acabaron con él provocando un incendio y manteniendo que no se tenía que haber proyectado la película ‘El caso Almería’. Por cierto, y perdón por la personalización, allí me hice novio oficial de mi ahora amiga Loli, a la que conocí, como era normal, en un guateque, viendo una película horrible, cuyo título todavía recuerdo: ‘El doctor G y su máquina de bikinis’. Y aviso a los de menos edad que no olvidéis lo que os cuenten de los cines de verano Alameda, ‘cine pulmonía’, o Triunfo y alguno más.
En mis tiempos jóvenes, que existieron, los guateques y el cine eran fundamentales. Ya sé que los tiempos cambian, pero al Palacio se le cambió por un Multicines y aquello poco a poco fue a peor quedando ahora una ruina para la ciudad y un horror para los que pasamos, yo de tarde en tarde, por la puerta.
Así, al cabo de los años pasados, nos quedamos con solo un cine que fue el último en llegar con la modernidad y que sigue con vida en la Carrera.
Creo que se perdieron edificios inolvidables en nuestra ciudad, cine Olympia, por ejemplo, ya que estamos hablando de esto, pero pensé que los malos ratos ya habían pasado y dueños y rectores miraban más por Graná y los habitantes de la ciudad más hermosa del universo.
Claro que, en un lugar donde se han destruido maravillas arquitectónicas declaradas Monumento Nacional, como la puerta de Bib-Rambla o del Arenal cuyos restos, si los buscan los encontraran escondidos en el follaje de la Alhambra, puede pasar cualquier cosa.
Me equivoqué y no saben cuánto lo siento, pero solo nos queda un cine.