Un país de cotillas
Cuando yo empezaba en esto, con horas y horas aprendiendo en una redacción dejándome llevar por los que sabían, tuve un primer director que me dijo apenas llegar:
- Has escogido una mala profesión. Este es un país de analfabetos.
Ante mi mirada expectante puntualizó:
- Fíjate que el periódico que más se vende es el Marca.
Siempre he recordado este mensaje, consejo o comentario y en los últimos tiempos la cosa ya ha pasado de castaño oscuro y al que le interesa, solo le ha tocado levantar el velo del cuchicheo para que se hable solo de lo banal y no de lo importante.
Porque en un verano largo, sin lluvia y con calor, como casi siempre, nos hemos encontrado con un crimen atroz en Tailandia, un presidente de la RFEF que metió la pata hasta el corvejón con un beso, que dicen, no autorizado, que entra en una nueva categoría social, olvidando la ofensa atroz a la esposa e hijas del máximo mandatario de este país y más tarde con el descubrimiento de chanchullos de hace años en el futbol nacional como si esto fuera una gran novedad.
O sea, que hablen de esto y no de lo otro.
Y así han sido horas y horas de conexiones con el país asiático y con corresponsales mirando y repitiendo siempre lo mismo porque el asesino confesó desde el principio. Había que calentar el ambiente y como el culpable es nieto de un adorado actor e hijo de otro de la cúpula artística, aprovechemos y analicemos cómo visten, cómo se mueven, qué dicen y qué se callan y… En fin, todo lo posible, que hay espacios de sobra y tontorrones que escuchan y ven.
Cuando la cosa adelgazaba y ya no había nada más que repetir, el señor de Motril preside un equipo que es campeón del mundo, se sujeta bien los bajos en el palco de autoridades, que no es cualquier cosa, y besa en plena efervescencia levemente en la boca a una jugadora. Lo que parece anecdótico, incluso en grabaciones de algunas protagonistas del partido, no lo es, la ofensa ante la esposa del rey no es nada importante y las baterías se cargan contra el besucón que no sabe por dónde le vienen los tiros ante la que se ha liado. Y hay que buscar la agenda de antecedentes y lo que hizo, lo que no, lo que intentó. Vamos, que ‘El Tempranillo’ era un aficionado al lado de Rubiales.
Faltaba algo más para seguir tapando y llegó el Barcelona, Negreira, los árbitros presuntamente manipulados hace años y, de nuevo, la guerra total y absoluta.
Fíjense que, mientras, no se habla de un aceite que sube y sube sin sentido en el país productor y la sequía tiene la culpa de todo sin que nadie mire las carteras de los intermediarios ni interese saber que el que vende la aceituna es el único productor en la historia que lo hace sin saber, en absoluto, lo que le van a pagar míseramente; la gasolina se dispara de nuevo por casualidad cuando hay vacaciones, la fruta mejor dejarla en las estanterías porque de comerla, ni caso; si quiere vivir alquilado tiene que ser casi millonario por una feúcha habitación y así, poco a poco, casi ni nos hemos enterado de verdad que votamos, que el que ganó no gobernará y que el que perdió es el amo o quiere serlo.
En fin, todo muy edificante.
Y, en todo este lío, decenas de periodistas y comentaristas que saben más que nadie. Que estudiaron una cosa y ahora son, además, jueces, fiscales, forenses, policías, investigadores privados o anunciadores del futuro negro para temas tan importantes como los comentados.
Con los años que uno tiene se acuerda de su director y piensa que tenía toda la razón del mundo y que no se trataba de un problema de aquella época. Se trata, simplemente, de lo obscenamente manipulados que somos. Y también piensa que esto no fue lo que le enseñaron a uno y que aquello de que ‘perro no come perro’ y ‘la verdad es lo importante’ es ahora mentira mientras lo falso y poco edificante lo que manda.
Lo siento señores, pero es así. En esto, tiempos pasados fueron mejores.
Aunque, y esto es muy importante, aún queda alguno distinto y cabal.
Por eso, existen estas páginas donde uno firma.