Museo Arqueológico

Museo arqueológico de Granada
Museo Arqueológico de Granada | Foto: Archivo GD
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Ahora le ha tocado al Museo Arqueológico de Granada. La Junta de Andalucía ha cesado a Antonio Ramos, su director hasta hace un mes, bajo el socorrido argumento de “dar un impulso” a este centro granadino. Contra ese cese hemos alzado la voz investigadores e investigadoras de arqueología e historia de la Universidad de Granada y de otras Universidades en un manifiesto que ha circulado por medios y redes. Lo hemos hecho desde el conocimiento del “impulso” que Antonio Ramos ha dado al Museo, a pesar de las conocidas carencias en recursos humanos y materiales que padece. Como hemos señalado, su trabajo ha sido impecable. Ha dinamizado la actividad divulgativa con conferencias, talleres y actividades dirigidas a mayores y pequeños, ha abierto el Museo a los investigadores y ha dado vida a un centro que languidecía en su magnífica casa de la carrera del Darro. Si lo estaba haciendo bien, ¿por qué lo cambian?

Sorprende la secuencia argumental de la Junta para intentar acallar las críticas, desde el primer “pérdida de confianza” hasta el reciente “dar un mayor impulso” al Museo. Si este último fuese el argumento válido, nos preguntamos por qué no se ha dado a conocer con anterioridad; dónde está y cuando se ha presentado el proyecto del que se habla a posteriori; con qué dotación presupuestaria cuenta para 2024, o por qué no puede llevarlo a cabo el que ha sido un buen director. Mucho me temo que lo cesaron, por no se sabe qué razones, y luego, ante las críticas recibidas, se han buscado el argumento de que ello facilitará un proyecto importante para Granada. Como tantas veces.

Con parecidos argumentos se ha intentado revestir la “extinción y disolución” de la Escuela Andaluza de Salud Pública, con sede en Granada que, según el proyecto de ley presentado, pasará a integrarse en un gran Instituto de Salud de Andalucía. Es decir, se desmonta un centro bien gestionado y de reconocido prestigio nacional e internacional en Salud Pública y Gestión Sanitaria, para hacer algo supuestamente “muy grande”, y, de paso, “racionalizar el sector público andaluz”. Pero, si funciona bien ¿por qué la hacen desaparecer? Lo cierto es que Granada pierde un centro de excelencia, y tampoco está la salud en Andalucía como para andarse con bromas.

Nos recuerda también a los argumentos que se dieron cuando la gestión del Parque de la Ciencias se llevó a Sevilla, y se cambió un sistema de gestión económica impecable, ágil, cercano a su entorno, por otro que entorpece su autonomía y funcionamiento. Ya hemos visto los problemas que ha tenido el Parque (cierre temporal del mariposario, aves rapaces..) y las repercusiones económicas para algunas empresas de Granada que trabajaban con este centro. La gestión sigue en Sevilla y Granada queda lejos.

En mi columna de 2022 “¡Pierde la música, pierde Granada¡” me hacía eco de la supresión del Centro de Documentación Musical de Andalucía que pasó a ser una unidad administrativa de la biblioteca de Andalucía, y de los argumentos del consejero de Cultura reducidos a un burocrático “simplificación y racionalización de órganos administrativos”. Con esa frase se despachó la supresión de este centro, con autonomía y gestión diferenciada, que ha llevado a cabo una excelente labor protegiendo y aumentando un fondo musical de valor incalculable.

Vamos acumulando desatinos y humillaciones de la Junta que preside Juan Manuel Moreno. Alguien debería decirle que revise su desacertada actuación para con nuestra ciudad y su cultura. Lo mismo ahora que lo han hecho hijo adoptivo de Granada se anima a revertir algunas de esas decisiones. A ver si el presidente de la Diputación y la alcaldesa de Granada tuviesen el arrojo de decirle, si no que su política es desacertada, al menos que haga lo posible para hacerse merecedor de tal título.