Basta YA

columna basta ya
Imagen ilustrativa | Foto: Remitida
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En el apartado de notas del móvil tengo, aparte de listas de la compra, recetas, palabras nuevas que voy aprendiendo y citas que se me van ocurriendo, una lista de ideas sobre las que escribir en las próximas columnas.

La de hoy la tenía clara desde hace semanas. Llevaba tiempo queriendo hablar de eso y, aunque no la tenía tan siquiera empezada (las escribo siempre sobre la marcha), en mi cabeza la tenía perfectamente estructurada. Sabía hasta cómo terminaría.

Pero hoy ha pasado algo que le ha dado la vuelta a todo y que me ha empujado a escribir sobre este otro tema que también tenía apuntado.

Eran poco más de las 17:00 horas.

Hacía escasos minutos que me había despertado de la mini siesta que normalmente evito echarme, pero el dolor de ovarios no me ha dejado otra opción.

Me he hecho un café y una tostadita y me lo he tomado mientras intentaba volver a ser persona del todo y luchaba contra mi sueño y mis agujetas, con el sol entrando justo detrás de mí y acariciándome la nuca.

De repente, por el ojo patio, he empezado a escuchar voces. Bueno, una voz, era la misma todo el rato. Chillando alto, muy alto.

Un hombre, de voz grave, ronca y bastante fea, por cierto.

Le decía a la novia que era una puta mientras ella le suplicaba llorando que no se lo dijera más, que ella no es nada de eso.

Él insistía, elevando cada vez más la voz, anulando cualquier intento de la chica por defenderse.

- “Y te vas a borrar también todas las redes sociales ahora mismo, que las tienes para controlarme. Falsa, que eres una falsa y una cerda. Luego tienes el valor de advertirme a mí de lo que hago o dejo de hacer con las redes sociales y, cuando quiero darme cuenta, has seguido a tres tíos nuevos”.

A ella no lograba escucharla porque su tono era considerablemente más bajo que el de él.

La discusión, más bien monólogo, no ha durado más de 3 minutos; de haberse alargado tengo claro que me hubiera metido, no sé de qué manera, pero lo hubiera hecho.

No he oído golpes, solo voces.

Aun así, sigo con mal cuerpo y con la sensación de que quizás debería haber hecho algo.

Creo que sé quiénes son, pero no estoy segura. No son de mi bloque, son del de la calle de atrás.

Deben de llevar poco viviendo por aquí porque me los he cruzado en ocasiones contadas.

Ahora que lo pienso, él siempre va delante y ella justo detrás, como a la sombra.

Tiene unos andares altivos que van a juego con la expresión de chulo que suele llevar dibujada en la cara.

Me pregunto cómo una persona es capaz de seguir creyendo en el amor de su pareja cuando la tratan así.

Cómo esa chica, y tantas otras, no se da cuenta de que es demasiado bonita para estar con un monstruo así.

Porque no, esto no es amor, no tiene nada que ver con él.

Es machismo y está patente en el entorno de casi cualquier persona. Más cercano o más lejano. Me aferro al ‘casi’ porque me aterra la certeza que siento cuando pienso en esta frase sin esa palabra.

Y esta es la triste realidad.

Amigos, familia, vecinos, compañeros de trabajo, conocidos de conocidos.

Llevo varias semanas intentando llevar a cabo una limpieza en redes; me he dado cuenta de que tenía, y aún tengo, gente que, directamente, va en contra de mis principios.

He sentido mucha pena al ver que son muchísimas las mujeres que se suben al carro de frasecitas como “Ni machismo ni feminismo, igualdad”, o que en días como el 8M han preferido compartir mensajes del tipo “La violencia no tiene género” en lugar de salir a la calle a gritar por nuestros derechos.

Como si no viviésemos rodeadas de machismo.

Como si lo los titulares, que se escriben a diario por decenas, de casos y muertes machistas en nuestro país fuesen inventados.

Los que se escriben y a los que se les da voz y los que nunca saldrán porque jamás serán contados.

Un día, y otro, y otro.

Siento mucha pena al pensar que, ahora mismo, mientras yo escribo esto, Goku tose y Pepe duerme plácidamente, hay multitud de mujeres compartiendo cama con alguien a quien temen.

Mujeres gobernadas por el miedo que la única salida que ven es la del silencio.

Mujeres infelices y maltratadas.

Y que, probablemente, mi vecina es una de ellas.

Porque que te insulten, te humillen, te prohíban, te dejen en evidencia, te obliguen y te amenacen también es maltrato.

Que te priven de tu libertad y se crean dueños de tus decisiones y actos, también.

Mírate, tía; miraos todas.

Tú que me estás leyendo, también.

Eres preciosa y tienes un futuro por delante que NO es al lado de esa persona.

Eres lo que veías en el espejo antes de conocerle, no lo que él ahora quiere que veas.

Irradias luz, la misma de la que los monstruos carecen. Por eso te la quiere robar.

Sal de ahí, te vas a alegrar el resto de tu vida. No estás sola, ni lo estarás.

Eso no es amor, repito.

El amor es demasiado bonito como para usar su nombre en vano.

Amor eres tú.







Comentarios

2 comentarios en “Basta YA

  1. ¡Hola linda! Qué bonito escribes y cuánta razón llevas en todo lo que dices. Se ha avanzado pero queda mucho por hacer en esta sociedad.
    Un abrazo