¿Existe el amor verdadero?
Hay que reinventar el riesgo y la aventura contra la comodidad
¿Qué lugar tiene el amor en un mundo como el nuestro? Yo vivo un amor verdadero, puro y verdadero, maravilloso, pero sé que no todo el mundo lo vive así.
Sabemos cosas sobre el amor. Sabemos que nos interesa lo familiar en el amor pero lo novedoso se convierte en casi irresistible. Buscamos sin parar ese amor romántico, pero nos hemos vuelto inconformistas, hasta el punto de que hay gente que lo que hace es consumir relaciones. Ha cambiado la mentalidad con la que elegimos de quien nos enamoramos, ahora somos bastante más racionales. Eso nos lleva a andar buscando continuamente el amor verdadero. Es evidente que mi amor es familiar y novedoso. La innovación, el cambio, hacer cosas nuevas, inventar forma parte de mi vida. Y eso lo convierte en irresistible.
El mundo está lleno de novedades y el amor debe ser también comprendido en esa innovación. Hay que reinventar el riesgo y la aventura contra la comodidad. Tratamos de encontrar a nuestra alma gemela, desechando todo aquello que no nos llegue a convencer, aunque sea sólo por un mínimo detalle. Y eso no es fácil.
Nuestra vida adulta la pasamos en gran medida con otros con los que convivimos e interactuamos. El hecho de que nuestras vidas están tan íntimamente relacionadas con las de otros hace que las cualidades del apego sean fundamentales para darle su textura emocional a la nuestra, su tono, el brío, la vitalidad misma.
Ahora el amor es más líquido, las relaciones son más fluidas y es más difícil crear lazos duraderos y eso genera que se cambie más de pareja y las personas se comprometan menos.
Para ello, es necesario tener en cuenta:
• Ser positivo
• Tener una mejor vida social y estar abierto a conocer esa persona que te gustaría tener
• Dedicar tiempo a las nuevas personas
• Querernos mucho a cada uno de nosotros/as
• Recuperar la confianza, en varios sentidos: en nuestra vida, en uno mismo y en encontrar a alguien con quien vas a compartir la vida
• Aprender del pasado y no vivir de las historias del pasado
• Tener tiempo para cada uno
• Actitud proactiva
• Amar con dignidad
En todo ello, sabemos que el romance está más cerca del amor que del enamoramiento. Aprendemos a amar en el contexto de la infancia, y el amor busca perpetuamente una especie que nos completa y que oculta lo desconocido, lo peligroso. El romance se nutre de la novedad, del misterio, del peligro, por eso la familiaridad lo dispersa. Anhelamos tanto la seguridad como la aventura, lo familiar como lo novedoso, y buscamos formas de perseguir alternativamente ambos anhelos, aunque nos desequilibre. La palabra pasión significa sufrimiento. El amor es sufrimiento, padecimiento, porque es carencia y deseo de posesión de aquello que deseamos y no tenemos. Al principio no nos enamoramos de lo que la otra persona es, sino de lo que nosotros creemos e imaginamos que es, hasta que la realidad nos lleva a que hay que decidir si el balance entre lo imaginado y lo real es positivo, si sale a cuenta estar con esa persona.
Y nos preguntamos ¿por qué ese tipo? ¿Por qué esa chica? Está la causa del deseo, del flechazo. Pero es fácil creer que el amor acaba en el momento en el que aparecen nuevos ingredientes en la relación o surgen cambios novedosos, pero en realidad lo que nos cuesta es asumir que la pareja se transforma.
Está claro que la pareja es un organismo vivo en continua evolución. Así vemos aparecer la frustración que llega cuando nos damos cuenta de que ese amor verdadero, eterno y maravilloso, es tan sólo un ideal difícil de alcanzar.
En definitiva, nos aferramos al amor romántico como si se tratara de una nueva religión, creyendo que encontrar el amor verdadero es nuestra salvación y que sólo tropezando con nuestra media naranja podremos dar sentido a nuestras vidas. Pero como casi siempre, la realidad supera a la ficción. Algunos si hemos encontrado nuestro amor verdadero. La pena es que no es fácil en este mundo ni conseguirlo, ni mantenerlo. Trabajemos las claves para conseguirlo. Y mantenerlo. Amemos.