Fondos Next Generation: una oportunidad para un cambio de paradigma histórico

bandera europa union europea

Soy un férreo defensor de la adaptación al cambio. Así lo predico, lo practico y lo espero de mi equipo más cercano. Constantemente se nos exige adaptarnos a las circunstancias, al devenir del anverso y reverso de la vida. Cuando se asume como filosofía de vida se llega a convertir en una suerte de piloto automático. O al menos, eso creía.

Llevamos dos años de dura adversidad en los que la incertidumbre parece haberse instalado cómoda y nos exige continuas pruebas de superación. Han sido y están siendo tantos y tan seguidos los acontecimientos ocurridos que nos han llevado a pisar el freno más de una vez, hacer un cambio de carril y hasta cambio de sentido.

Por mucho que, como personas y como empresarios, nos esforcemos en contribuir a un futuro mejor, la realidad se empeña últimamente en no mostrarnos su cara amable. Reformas laborales, inflación, energías y materias primas a precios desorbitados, huelgas y malestar social, desastres naturales y guerras. Aun así, siempre hay hueco para la esperanza.

El dato de ocupación de hoteles en las vacaciones de Semana Santa, con cifras superiores a la pre-pandemia, es sólo un ejemplo de prosperidad para un sector tan esencial en nuestra economía. Y me causa satisfacción, más cuando, muy de cerca, he conocido a demasiadas empresas de éste sector que incapaces de aguantar los fuertes cambios sucedidos con ocasión de la pandemia se han quedado por el camino.

Sin embargo, en este momento, mi mente y mi corazón están con el pueblo de Ucrania. Un país que tuve la fortuna de conocer y con el que nuestro Bufete se vinculó empresarialmente hace algunos años, ofreciendo asesoramiento internacional desde Kiev a inversores españoles con intereses en una región que destacaba por su enorme riqueza natural y cultural.

Y por su maravillosa gente. Todos deseamos la paz inmediata para Ucrania. Y aunque es una certeza que tardarán años en recuperarse, también es una certeza que de guerras, crisis económicas y pandemias, se sale. Y mientras esto sucede en Europa, tan lejos y a la vez tan cerca, debemos seguir adelante, luchando día a día por sobrevivir en esta tempestad que nos ha tocado vivir.

Los empresarios no podemos confiar únicamente en los fondos europeos para nuestra recuperación por muy generosos que éstos sean – casi históricos por las cifras millonarias que se han destinado para impulsar el crecimiento económico de España- sino que debemos aprovechar esta dura experiencia que hemos adquirido durante la pandemia para construir con ella un futuro sólido, caracterizado no por la búsqueda de la mera supervivencia, sino por encontrar un modelo empresarial capaz de resistir ante cualquier vicisitud, orientado hacia cómo debemos dejar preparada a la sociedad y a nuestras familias, ante otra posible crisis de estas dimensiones.