Madrid, café sin leche

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Campo que acoge juegos deportivos municipales en Madrid | Foto: Ayuntamiento de Madrid
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El pasado martes 23, el Cristo Redentor de Río de Janeiro se apagó en apoyo a Vinicius y en contra del racismo. Alguno pensará que ya se podría haber apagado hace siete años, durante la ceremonia de los Juegos Olímpicos. Más que nada porque eso habría significado que los Juegos no se celebraban en Brasil, sino en el agujero de este donut que es España.

Alguno todavía recordará con disgusto el 2 de octubre de 2009. Concretamente, el momento en el que el presidente del COI pronunció las tres palabras malditas: “Río de Janeiro”. El sueño olímpico se apagó entonces. Debo confesar que a mí el disgusto me duró unos minutos. Lo que tardé en encontrarme con mis amigos para reírnos juntos de aquello del “relaxing cup of café con leche”.

Hace dos semanas tuve la suerte de contribuir a redimir a la ciudad formando parte del equipo organizador de los International Erasmus Games. Un evento que reunió a 200 estudiantes universitarios europeos para participar en competiciones de fútbol sala, voleibol y baloncesto 3x3.

Quizás me haya excedido con lo de redimir. A los International Erasmus Games -me reconoceréis al menos la grandilocuencia del nombre- solo los conocemos en mi Asociación (Erasmus Student Network) y en nuestras casas. En cualquier caso, ver a 200 Erasmus reunirse en Madrid para competir y compartir la experiencia nos llenó más que celebrar unos Juegos. Ya saben lo que dicen de Dios y los talentos; nosotros está claro que contamos con menos con los que presentaron la candidatura a los Juegos -aunque nuestro inglés es mejor que el de Ana Botella-.

También le haría algo de ilusión, supongo, a las instituciones madrileñas. O eso, o que querían hacer campaña para las municipales, o a saber qué. El caso es que decidieron dejarnos un par de CDMs. Un CDM no es un tipo de disco, sino la abreviatura para definir a un Centro Deportivo Municipal. O lo que es lo mismo, un lugar donde hacer deporte sin que te sablen, ya que en Madrid la inflación llegó a los clubes privados hace décadas.

Desconozco si en Granada hay tantos CDMs como en Madrid. Sinceramente lo dudo. Yo siempre quedaba con los amigos para jugar pachangas de fútbol sala en los Escolapios. El término pachanga es un eufemismo para definir a los partidos entre amigos que le echan ganas, pero que en lo técnico van justos - siendo justos nuevamente un eufemismo-. En fin, nosotros hacíamos lo que podíamos.

Aquí en Madrid sigo haciendo lo que puedo, pero de forma más profesional. Y es que puedo decir que formo parte oficialmente de los Juegos Deportivos Municipales, en las modalidades de fútbol sala y fútbol 7. Al igual que lo de los International Erasmus Games, el nombre parece dotar a la competición de cierta enjundia. Nada más lejos de la realidad. No hay nada más que ver las denominaciones de los equipos: Salke Te Meto, Aston Birras, Drink Team, Desayunitos…

Este último nombre no es tan original, pero quería hacer mención al equipo porque hacen algo de lo que el resto debería tomar nota. Graban los partidos y los suben a Youtube, haciéndonos sentir profesionales, y permitiéndome contar en mi hemeroteca personal con una chilena y un taconazo que me hacen parecer poco menos que Vinicius. Mis otras veinte intervenciones son fallos groseros, pero esas son fáciles de cortar con un iPhone.

Bromas a un lado, a los políticos madrileños hay que reconocerles -a pesar de su deficiente inglés- su interés por el deporte. Bien contribuyendo al desarrollo de un evento internacional. O bien promocionando una liga de solteros contra casados que fomenta hábitos saludables entre miles de participantes.

También es cierto que lo tienen más fácil que en Granada. La infraestructura deportiva es mucho más amplia. Y no solo en lo que respecta a los CDMs. En la capital encontramos el Bernabéu, el Metropolitano, el Wizink Center, la Caja Mágica…

Como granadino de nacimiento, he de reconocer que siento cierta envidia sana, si es que eso existe. Una envidia que no se cura cuando se acercan las elecciones y llegan las manidas promesas de reforma de Los Cármenes y el Palacio de los Deportes. Veremos si esta vez son ciertas y se acaban las colas kilométricas para sacar entradas para el fútbol, o las peregrinaciones a Málaga del CB Granada…

Siendo justos, no podemos aspirar a lo mismo. Volvemos a aquello de Dios y los talentos. Madrid es la capital de España… Y nosotros nos echamos las manos a la cabeza por no serlo de la Inteligencia Artificial. Por cierto, que nos las echamos con razón. Pero bueno, ya saben que a los del Gobierno no les gustan mucho ni los baremos ni los expertos. Si sirve al lector de consuelo, viendo la utilidad del ChatGPT cada vez que intento usarlo en el trabajo, lo de la Inteligencia Artificial no me parece para tanto…

Pero volvamos al tema que nos ocupa, que no es otro que Madrid y el deporte. Una persona podría vivir toda su vida en Madrid, y no le alcanzaría para abarcar toda su oferta deportiva. Desde los partidos de Champions League y Euroliga hasta las ligas de empresas y amigos. Sin olvidarnos de los miles de clubes modestos que promocionan el deporte formativo entre los más retoños, los cuales siempre son los grandes olvidados dentro del mundo deportivo.

El año pasado, Madrid fue la Capital Europea del Deporte. Desconozco si el título no es más que un mero simbolismo, pero me parece apropiado. Más que eso, un reconocimiento justo para una ciudad que nunca ha albergado unos Juegos Olímpicos a pesar de ser el epicentro del deporte. Al menos en nuestro país. Volviendo a la mítica frase de Ana Botella, el agujero del donut quizás se quedó sin leche ese 2 de octubre. De café, sin embargo, va sobrado.