¿Para qué el Bº de las empresas?
En economía hay una máxima que funciona hace ya algunos años, aunque parece condenada al más oscuro ostracismo. Me estoy refiriendo al Principio de la Mano invisible, al que ya he hecho referencia en anteriores artículos. El concepto es el siguiente: no hay nada malo en que cada individuo o cada empresa busque su interés individual, ya que la ley de la oferta y la demanda es suficiente para que la economía se autorregule, beneficiando a toda la sociedad de una manera indirecta. Es como si existiera una inercia por la cual esa autorregulación del mercado lleva a los individuos a tomar las mejores decisiones para que la mayoría de la población alcance el bienestar.
En efecto, la motivación por la que un fabricante crea un producto capaz de barrer solo o de aventurarse a vender café en cápsulas es la de obtener beneficios y, aunque vivimos en una sociedad que tiene entre sus costumbres más destacadas la de no querer llamar a las cosas por su nombre, hay que decirlo sin rubor; porque al obtener beneficio también cubre las necesidades de la población y su interés egoísta acaba por servir para mejorar la vida de aquellos que compran sus productos. Si llega un momento en el que la población ya no necesita esos productos, no les interesará comprarlo y el fabricante tendrá que buscar un nuevo producto para seguir obteniendo beneficios. En eso precisamente consiste la oferta-demanda.
La prueba palpable de que debe ser exactamente así, la encontramos precisamente en la cuenta de resultados. Si le prestamos atención, podemos ver a primera vista si la empresa (o la persona) gana o pierde dinero, cuáles son las razones de por qué lo gana o lo pierde, en qué productos, en qué mercados, si el nivel de costes es correcto o excesivo, qué margen queda después de atender todos los gastos, etc.
Ahora bien, si la observamos con un mayor detenimiento, deberíamos ser capaces de ver entre líneas otra información que, desgraciadamente, permanece oculta para algunos (necios). Me estoy refiriendo a lo siguiente: donde antes veíamos ventas, ahora deberíamos ver clientes, ya que la principal virtud de una empresa es la satisfacción de necesidades básicas para cumplir una demanda de un tipo en particular de personas. Al producir, realizar actividades comerciales, mejorar e innovar productos y servicios, la empresa satisface necesidades y deseos que elevan la calidad de vida de la gente.
Donde antes veíamos coste de ventas, ahora deberíamos ver proveedores, ya que garantizan la existencia de fábricas en el país, siendo parte indispensable del tejido industrial. Además, involucran a otro sector fundamental en el desarrollo de un territorio, como es el de la logística.
Donde antes veíamos costes de estructura, ahora deberíamos ver seguros, alquileres, suministros, publicidad y sobre todo…personal. Las empresas dan trabajo a un sinfín de empleados, asegurando el bienestar de sus familias y aportando estabilidad a las políticas de empleo de los gobiernos. Por otro lado, tener beneficios para los empleados en una empresa es muy importante porque sienten que la organización se preocupa por ellos y, cuando las personas se sienten queridas, corresponden.
Donde antes veíamos gastos financieros, ahora deberíamos ver bancos, que representan una de las mayores fuentes de financiación, si no la que más, aportando a empresas y particulares, recursos que posibilitan realizar inversiones que de otra manera serían inviables.
Donde antes veíamos impuesto de sociedades, ahora deberíamos ver Administraciones Públicas, ya que, mediante el pago de impuestos al Estado, las empresas posibilitan el desarrollo de la sociedad.
Donde antes veíamos beneficios, ahora deberíamos ver dividendo a los accionistas, porque arriesgan su capital y su trabajo y, en cualquier caso, sólo lo percibirán, después de haber atendido a todos los factores de producción.
En definitiva, ganar dinero sí, pero no a cualquier precio. Las empresas deben ser socialmente responsables para tener impacto positivo en la economía y no comprometer los recursos y posibilidades de generaciones futuras. Cada vez más, las empresas se preocupan de llevar a cabo acciones sin fines lucrativos que mejoran la vida de las personas y de la sociedad en general. Semco, Tata Group o Inditex son clarísimos ejemplos que evidencian lo que digo. Les animo a leer sobre Ricardo Semler, Rajan Tata o el propio Amancio Ortega para que entiendan mejor mis palabras.
Aun así, no todo el mundo está de acuerdo con este planteamiento y piensa que las empresas deberían pagar más impuestos y el mercado debería estar más intervenido por el gobierno de lo que lo está actualmente. No quiero ni pensar lo que sucedería si esto fuera así. A lo mejor la solución no está en pagar más impuestos, sino en que los que ya se pagan reviertan de manera más eficaz en la sociedad, como, por ejemplo, no tener que mantener 23 ministerios, algunos de ellos absolutamente vacíos de contenido y con toda la carga burocrática que ello supone.
Nos vemos en unas semanas. Saludos.