Generosidad de las personas en tiempos de pandemia
El otro día estaba en un pueblo de Mallorca hablando sobre la emociones y la pandemia y una de las palabras que estuvieron en escena fue la palabra generosidad.
Al mismo tiempo, leía hace unos días un estudio internacional en el que participaba la Universidad de Granada, en el que decía que los meses de confinamiento general de la población provocado por la pandemia de Covid-19 afectaron a la ciudadanía de muy diversas formas e influyeron en su comportamiento y perspectivas. Y añadía que la generosidad de las personas se vio negativamente afectada ante la incertidumbre y la crisis socioeconómica que generó la situación sanitaria en su peor periodo.
En función de la intensidad de exposición a la pandemia o a las noticias sobre Covid-19, las personas más mayores, a priori más favorables a donar, redujeron su interés por realizar donaciones de forma más considerable.
Y añade el estudio que los individuos más solidarios donaron más e individuos más envidiosos donaron menos, pero ninguna de las dos características sufrieron cambios a lo largo de los días de exposición a la pandemia, lo que refuerza la idea de que las expectativas acerca del comportamiento de los demás explican la reducción de las donaciones.
Una posible explicación que dan los investigadores a los resultados es que una amenaza como la de la Covid-19 puede disminuir la generosidad hacia personas que no se consideran parte del propio grupo, pero aumentar la solidaridad dentro de los círculos sociales más cercanos, o desviar la solidaridad hacia la causa social más significativa. Dicho de otra forma, si en la pregunta experimental sobre la donación a la ONG se hubiera especificado que era para investigar sobre Covid o que con la donación se ayudaría a las personas de su barrio o ciudad, probablemente los resultados hubieran sido diferentes.
Sabemos que la generosidad es una actitud. La persona generosa lo que sabe es compartir. La generosidad es una manera de entender la vida, más allá incluso de una mera habilidad. Está relacionada con la capacidad de cuidar a los que nos rodean. La generosidad no solo se centra en cuestiones materiales, sino también con respecto al tiempo o a los afectos. Parte de una concepción positiva del mundo, en la que creo firmemente: seré más feliz en la medida que comparta. Y por tanto, la generosidad es una cualidad ligada a dar a los otros cosas que tienen valor, en un acto de propio interés.
¿Cuáles son los beneficios de ser generoso?
1.Aprecian mejor las pequeñas cosas
2.Son más longevas
3.Mantienen a la depresión alejada
4.Se convierten en modelos
5.Dejan huella
6.Crean redes de confianza fácilmente
7.Pueden sentirse mejor con menos
8.Tienen una mejor salud mental
Ideas para practicar la generosidad cada día, teniendo en cuenta que si las introduces como hábitos, poco a poco, puedes empezar a realizarlos de manera inconsciente.
1. Dale algo a otro que sea importante para él
Piensa en lo que la otra persona quiere o necesita. Dedicarle tu tiempo a otro puede ser en sí mismo un acto de generosidad que puede ayudar mucho a otra persona.
2. Acepta el reconocimiento
La generosidad es una calle de dos vías, y es importante dejar que el otro exprese. En este sentido, un estudio ha demostrado que la emoción producida por la gratitud ayuda a construir relaciones de gran calidad entre una persona agradecida y la persona que ha sido objeto de un acto generoso.
3. Acepta la generosidad de otros
También es importante dejar que los demás hagan las cosas por ti.
4. Muestra aprecio
Aunque mostrar aprecio por la generosidad recibida nos puede hacer sentir incómodos, es importante ser agradecido, y evitar frases como “esto es demasiado”, “no tenías que haberte molestado”, etc. Dar las “gracias” es fundamental.
En definitiva, la generosidad en la vida y en el trabajo se contagia, mejora la salud, la longevidad, el bienestar laboral y nos hace sentirnos mejor con nosotros mismos. Practiquémoslo.