El mayor enemigo del talento es un mediocre con poder que quiere ocultar su incompetencia
Sin duda, es más contagiosa la mediocridad que el talento. Pero sabemos que el talento atrae talento y la mediocridad atrae mediocridad. Y también sabemos que talento es igual a resultados. La gente de talento son los que aportan por encima de la media y lo demuestran sostenidamente con sus resultados. La mediocridad, en cambio, es una pegajosa enfermedad que amenaza con destruirlo todo. La mediocridad contagia más que el talento. Lo que define a la mediocridad es precisamente la incapacidad para forjarse grandes ideales y luchar por ellos.
Ser mediocre es una actitud. Elegimos no hacer, no arriesgarnos, no descubrir, no intentar, no equivocarnos, no ver y no encontrar. Una persona que se ha permitido permanecer en la mediocridad simplemente no alcanza su máximo potencial porque no se esfuerza más allá de su zona de confort.
Cuando alguien elige quedarse en la mediocridad también elige ocultar sus habilidades, sus talentos.
Ante ello, se dice que el gran instrumento de la meritocracia es la educación que promueve el talento, comenta Virginio Gallardo. Pero desgraciadamente para algunos, la realidad, es que el talento de los padres es el que realmente más promueve el talento de los hijos, y las instituciones educativas son instrumentos.
La gestión del cambio está cada vez más focalizada en las relaciones, en conectar talento y emociones, que en los procesos o la tecnología.
Sin embargo, el mayor destructor de talento y bienestar es El Burnout, cuyas causas son las cargas de trabajo, la falta de control percibido, las recompensas insuficientes, la ausencia de una red de apoyo, la falta de equidad o cuando las habilidades no coinciden con los roles.
Existen tres sencillas preguntas para clarificar hacia dónde orientarnos, cómo explica Pilar Jericó:
1. ¿Qué nos gusta?: La pasión es el principal motor para el desarrollo de nuestro potencial. Si no disfrutamos con lo que hacemos, difícilmente destacaremos. Mientras que la motivación puede desaparecer un día porque hemos tenido una mala noche o un problema, la pasión es continua en el tiempo y no se daña con circunstancias puntuales.
2. ¿Qué se nos da bien?: Nos puede gustar mucho algo, pero para tener talento necesitamos destacar y lograr resultados. Eso requiere esfuerzo, aprendizaje, experimentar, contar con maestros o con referentes. Necesitamos dedicar a las cosas tiempo y atención.
3. ¿Qué valoran los demás de nosotros?: Todos necesitamos convertir nuestras habilidades en resultados. Nos puede apasionar nuestro trabajo, podemos dedicarle tiempo y esfuerzo, pero si no interesa a los demás, difícilmente será considerado un talento.
Y en ese sentido, para que las organizaciones ayuden a las personas a desplegar todo su potencial es necesario entender que el talento no es exhibir brillantez sino resultados. Para favorecerlo, es imprescindible establecer cadenas de confianza y responsabilidad, compitiendo y colaborando con sentido y empatía, generando palancas que facilitan que cada persona dé lo mejor de sí. Ayuda a avanzar acostumbrar a las personas a pensar solas y a razonar en equipo, buscando trascendencia al trabajo y basando el respeto en la capacidad de inspirar a los demás.
Para trabajar motivados, haciendo que el talento sea un punto adecuado, se necesita tener un propósito, con coherencia entre lo que hacemos y lo que decimos, sabiendo qué se espera de cada una de las personas, sumando ambición y humildad, creciendo porque aprendemos, ganando de vez en cuando, compartiendo retos y con la amabilidad como forma de comunicación.
Y cómo dice la gran Eva Collado, brillar con el talento de uno pasa necesariamente por saber:
1. Saber cuál es el talento de uno
2. Saber que uno aporta valor
3. Saber a quién aporta valor
4. Saber valorar el talento de uno y de paso quererse y valorarse
5. Saber enseñar el talento
6. Saber comunicar el talento
7. Saber dar visibilidad
8. Saber venderlo
9. Saber rodearse y relacionarse con los demás
10. Saber ser
En definitiva, talento significa adaptabilidad, en un estado de constante aprendizaje y evolución, pero, además, significa:
• Potencial de aprendizaje, crecimiento, adaptación, reinvención.
• Curiosidad permanente, espíritu crítico, creatividad, iniciativa, versatilidad.
• Capacidad para romper los moldes establecidos por las definiciones de puestos de trabajo y enriquecerlos superando las expectativas.
• Cultivar relaciones con personas con marca personal y con capacidad para evolucionar y contribuir de forma continuada al conocimiento.
• Valorar la diferencia de puntos de vista sacando partido de todas las opiniones.
• Valorar los cambios en vez de resistirse a ellos aprovechando los cambios como oportunidades de crecimiento.
• Proactividad e independencia en la resolución de problemas y en la gestión de tareas.
Matar lo mediocre, sacar por encima de todo el talento que cada uno tiene.