Personas con total falta de coherencia: ¿malas personas o…?

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Íñigo Errejón dimitió como portavoz de Sumar | Foto: Archivo EP
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Quienes me leéis habitualmente sabéis que me gusta hablar de personas, profesionales o líderes con h-alma. Y la h va relacionada con palabras como honestidad y en ello va la coherencia.

Y hoy tenemos que hablar de la falta de coherencia entre lo que nos contaba en mítines, intervenciones parlamentarias, actuaciones en TV o en prensa y radio de Íñigo Errejón y la barbaridad que ha hecho con las agresiones sexuales a varias mujeres y que seguramente le puede generar años de cárcel.

También es totalmente incoherente su discurso que hizo cuando habló hace unos días de su dimisión con una carta ambigua, pretenciosa y victimista, un despropósito que deja en evidencia su carencia de un mínimo de empatía y humanidad, donde lo único que hubiera valido (parcialmente) era reconocer los hechos, pedir perdón y asumir sus consecuencias.

Quiero recordar que estuve en Salvados con Íñigo Errejón y la filósofa Marina Garcés. Era finales de 2020 y hablamos de pandemia desde el punto de vista político, filosófico y científico. Fue una conversación agradable, pero...

Procurar ser coherentes entre lo que se dice y lo que hace, en lo que dice y como lo dice (aunque no basta), siempre basados en unos valores, es clave en mejorar la situación de la que partimos. Y en este caso lo que encontramos es incoherencia tras incoherencia y además abusando de su “poder” ante algunas mujeres. Como dice Isabel Morillo en el correoweb: Tener sexo libre y de forma promiscua no tiene nada que ver con los testimonios que están aflorando de abuso, dominación y, en definitiva, violencia machista. No es puritanismo, es sentido común. El consentimiento es la clave.

Hablar de coherencia y honestidad es importante y más sabiendo que difícilmente construiremos espacios confiables y seguros si no trabajamos con la coherencia como aspecto clave. Es básica la coherencia en el pensamiento y en la acción. Es fundamental a veces anteponer la obligación al apetecer. Es importante la responsabilidad frente a culpabilidad. Es valioso sentir que una persona tiene el control de su vida. Es conveniente aceptar los límites. Y cuando leemos en el escrito de Errejón esta dualidad entre el personaje y la persona, decimos que algunas personas tienen coherencia 0 por decir algo suave.

Y la confianza que es el “pegamento” de la vida y de todas las relaciones. La confianza es el eslabón de acero que consolida toda relación significativa, ahí donde las personas se regalan las mejores amistades, amores o relaciones partiendo siempre de la integridad y la coherencia. Pocas dimensiones psicológicas son tan vitales, tan nutritivas a la vez que complejas como el permitirnos confiar en alguien, como depositar parte de nosotros mismos en otra persona. La confianza es una actitud hacia la vida, por tanto, la confianza NO da asco, ya que necesitamos confianza. Como dice Verónica Fumanal ante la frase “Siento el perjuicio", como último mensaje escrito en el canal interno de su partido de Telegram: Tres palabras que dicen más que toda la retahíla de eufemismos de su comunicado en los que se victimizaba y asumía los hechos de forma simultánea. Tres palabras que no llegan a abarcar todo el daño personal y sexual a las víctimas; y ético, político y narrativo al feminismo tras conocer que, a lo largo de varios años, pudo abusar de mujeres mientras estaba en el poder.

En este caso, hemos perdido la CONFIANZA con Íñigo Errejón ante las barbaridades conocidas que ha practicado con varias mujeres. Impresentable. Todo un delito que le va a costar caro, pero quienes lo sufren y lo han sufrido en estos años son las mujeres con las que se ha relacionado. Dice Marta Nebot en público: "Entiendo su caída". Alguien con varias denuncias por acoso sexual, que reconoce los hechos y que la contradicción entre quién es y quién dice ser se ha vuelto insostenible, ha perdido la capacidad de representar a un partido político que tiene por bandera al feminismo.

La carta, como escribe Javier Pérez Royo en el diario.es, es tan preocupante como las acciones que le atribuyen. “Que una persona con los conocimientos que tienes acreditados no entienda que con dicha carta no solamente tiras piedras contra tu propio tejado, sino que ofendes a las mujeres que sostienen haber sido sometidas por ti a conductas ultrajantes, me resulta literalmente ininteligible”. Sin duda alguna es un “capullo” como dice en su artículo Querido capullo, Raquel Marcos, donde escribe: “El machismo es trasversal, no entiende de clase, sexo e ideología, el patriarcado impide hasta la emancipación masculina y, como apunta Despentes, hasta las mujeres llevamos un hombre imbécil dentro. El feminismo ayuda a visibilizar a ese imbécil, de una forma dolorosa, ante los demás y ante nosotros mismos. El objetivo último de este feminismo es ayudar a construir un mundo mejor, más justo, más vivible para ellas y también para ellos”.

Una persona coherente basa sus actuaciones en que está llena de ternura, que trabaja con afectividad, con mucha historia y con muchas historias que compartir, deja huella, de confianza, con humor, con honestidad, con la humildad como una de las características más atractivas, con todo el talento de cada una de ellas, con coherencia en todo lo que hace, con prudencia, con templanza, con sinceridad responsable y NO con excusas machistas. Y como dice Juan José Millás en #AVivir: "El personaje político era impecable y la persona el monstruo"

Nos gustan las buenas personas, las que son honestas, las que son íntegras, amables, las que son humildes, las que son humanas, las que tienen coraje y talento, las que buscan la coherencia, las que entrenan las habilidades que no tienen, no la gente que está todo el día enfadada, que no sigue a las personas de su organización y no aporta valor a sus personas. Nos gusta la gente fácil y con sentido del humor. Por tanto NO nos gustan las personas que su hipocresía de defender de cara afuera las posturas feministas y de cara adentro actuar como un depredador sexual.

Y luego tener el coraje que no ha tenido Íñigo para pasar a la acción siendo congruente con todo lo anterior. Y allí, después de la falta de valentía, nos ha mostrado una persona que lo que percibe que siente y piensa NO tiene ninguna coherencia con las acciones, como síntoma que con toda probabilidad del egoísmo y la falta de empatía que ha demostrado.

Es importante tener como eje de lo que uno dice, piensa y hace desde la coherencia, lo que implica ligar la bondad con la afabilidad, la ternura, el cuidado, la atención, la conectividad, la empatía, la compasión, la fraternidad, todos ellos sentimientos y conductas predispuestos a incorporar al otro tanto en las deliberaciones como en las acciones personales. Se trataría de que la bondad esté incluida por todo el aparataje sentimental en el que se está atento a los requerimientos del otro.

Cambiar requiere habilidad, voluntad, tiempo y hacerlo mediante procesos rigurosos. Esta es la paradoja del cambio: requiere continuidad y coherencia. Miguel Lorente, primer delegado para la Violencia de Género, dice que “la diferencia entre un partido de derechas y uno de izquierdas no está en el número de machistas, sino en el de feministas”. A mi no me basta, pero… avancemos.

Termino diciendo lo que escribía mi amiga Carme Sans en LinkedIn: "Descubrieron dos amigos que la autenticidad no excluía el cuidado de las relaciones y el respeto por los demás, sino que fortalecía la conexión entre las personas. Descubrieron que el reto está en encontrar un equilibrio y aprender a respetar y valorar tanto nuestra autenticidad como nuestras conexiones sociales. Descubrieron que esto puede lograrse mediante una buena comunicación, siendo asertivo, empático y estableciendo límites saludables en nuestras relaciones, de manera que podamos seguir siendo nosotros mismos mientras fortalecemos las conexiones con los demás. Ambos amigos llegaron a la conclusión que ser auténtico significa vivir en armonía con uno mismo, honrando las emociones, necesidades, intuición, deseos, preferencias y sueños propios. Que implica tener el coraje de expresar nuestra verdad y mantenernos firmes en nuestras convicciones, aunque esto pueda significar no obtener la aprobación de los demás o priorizar otras necesidades".

Ojalá lo hubieran entendido otros.