Personas humildes

Bondad, amistad, amor, corazón, cariño, manos, solidaridad
Las personas con humildad saben prestar atención, muestran un interés auténtico por quien tienen en frente, saben escuchar | Foto: Archivo GD
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Las personas humildes son personas con capacidad de aprender y asombrarse, que no creen que lo saben todo sino que su capacidad de sorpresa está abierta a cualquier aspecto que puedan incorporar.

Las personas humildes tienen un modo de estar y de relacionarse que tiende a dejar espacio a los demás. No son personas pusilánimes. No son personas que practican el buenismo impostado. Son personas que pueden tomar decisiones duras o liderar transformaciones en las que el final estaba por escribir.

Son personas que no caen en la autocomplacencia del halago fácil. La humildad está incrustada en la brillante trayectoria de esas personas como algo que surge de un modo natural. La humildad o es natural o no es.

Las personas humildes son más abiertas a nuevas ideas y perspectivas, y tienen una actitud más positiva ante la vida.

Las personas humildes reciben con agrado y gratitud los cumplidos, pero no presumen ni buscan hacer de menos al otro.

Las personas humildes triunfan porque escapan de los trastornos de la altura. La humildad no es compatible con la ostentación.

Las personas humildes son gente que combina visión, pasión, exigencia y, naturalmente, humildad. Son personas que encarnan un modo de hacer que compatibiliza la ambición de los proyectos con un talante personal contenido.

Las personas humildes no necesitan decirlo todo, hacen de la brevedad una forma de respeto a los demás. Procuran no ocuparles demasiado espacio, saben que su gente también tiene trabajo.

Las personas humildes escuchan, hacen preguntas y vuelven a escuchar. No hay humildad que no escuche.

Las personas humildes saben que para aprender hay que querer. Saben que para desaprender hay que querer mucho más. Y para desaprender hace falta humildad. Para desaprender es necesario desterrar la arrogancia. Desaprender necesita apertura de mente, tener abiertas las ventanas.

Las personas humildes tienen la capacidad de continuar aprendiendo siempre de los otros.

Las personas humildes son las que permiten valorar los éxitos de los demás y los propios con un rasero similar, proporcionado. Y en ello, algo útil que demuestra un espacio de humildad importante es escribir. Escribir es tener la valentía y la humildad de poder equivocarse en primera persona y rubricarlo. No debemos confundir humildad con debilidad, la humildad es opuesta a la soberbia. Una persona humilde no es pretenciosa como lo es una persona o un equipo soberbio, quien se siente que las conoce todas, y generalmente hace las cosas por sobresalir.

La humildad es una virtud de realismo y en actuar de acuerdo con tal conciencia. Más exactamente, la humildad es la sabiduría de lo que somos. Es decir, es la sabiduría de aceptar nuestro nivel real evolutivo. La humildad en las personas se considera que es toda aquella cualidad que revela el completo concepto de lo que es el ser humano.

Y la humildad es una virtud moral contraria a la soberbia, que posee el ser humano al reconocer sus habilidades, cualidades y capacidades, y aprovecharlas para obrar en bien de los demás. La humildad permite a la persona ser digna de confianza, flexible y adaptable, en la medida en que uno se vuelve humilde adquiere grandeza en el corazón de los demás.

Ante cualquier situación, es fundamental tener activado el PGP: Perdón, Gracias, Por favor. Son tres claves a tener en cuenta como muestra de humildad profesional. Pedir las cosas por favor. Dar las gracias (agradecer es contagioso) y cuando nos equivocamos, pedir, con honestidad, perdón e intentar no volverlo a hacer y reparar el daño que hayamos hecho es clave.

Por ello, el error no es cometerlo sino NO reconocerlo y no aprender de él para situaciones futuras. Una buena forma de aprender es a base de cometer errores. Y en cuanto a las debilidades, es bueno pararse a pensar en cuáles son las de cada uno para trabajar sobre ellas e intentar convertirlas en fortalezas. A nadie se le da bien todo y siempre puedes recurrir a la persona adecuada para echarte una mano ante una situación que no controles con seguridad. Hay que saber pedir ayuda. Es una clave de humildad.

Ante ello, podemos decir que la falta de humildad es una discapacidad que te inhabilita para conectar con los demás. Y suele impactar más cuanto más arriba en la pirámide organizativa y afecta con más gravedad a inseguros a los que el azar les otorgó alguna posición de poder. Yo lo noto muchos días cuando quien es mi jefe muestra su inseguridad en sus formas de decir y hacer.

Las personas con humildad saben prestar atención, muestran un interés auténtico por quien tienen en frente, saben escuchar y nos acogen en las aguas cálidas de sus sinceras miradas…

Una persona humilde no es sumisa. Sino que es la que es capaz de exponer o hablar de sus virtudes, de reconocer en que medida interviene y es responsable de su propio éxito, y que a la vez distingue que una parte de sus logros profesionales son fruto del trabajo en equipo y de las compañeras que le apoyan y acompañan en las tareas conducentes hacia los buenos resultados de conseguir el “bien común“ y, además, saber en qué se puede mejorar para ser todavía mejores. Ser humilde y transmitir una imagen positiva de uno mismo van de la mano, bajo el techo de la prudencia y la sencillez.

Es muy importante presentar nuestros razonamientos, argumentos o ideas con seguridad y naturalidad. Nuestras ideas o proyectos son importantes, tanto como lo son los de los demás, que valoramos. Si dudamos de ellas, nunca podrán ser expuestas con claridad, no serán creíbles y no parecerán todo lo buenas que pueden ser. La gente no tiene la capacidad de saber qué pasa por nuestra mente si nosotros no somos claros en nuestras exposiciones y buenos comunicadores. Aquello que nosotros pensamos, quizá para nosotros, tenga poco valor por venir de nosotros, pero para otros profesionales puede que sea una idea brillante, creativa, innovadora e incluso solucione sus problemas. Muchas veces dejamos de dar valor a nuestros pensamientos y actuaciones, porque estamos tan acostumbrados a ser sumisos.

Dejémonos que nos conozcan a nosotros como personas, con nuestros argumentos, nuestros proyectos y nuestro trabajo. Que no tenemos miedo de que nos copien ideas porque la envidia es el veneno de todos los que somos humanos.

Y para terminar: algo que suelen practicar las personas que nos caen bien es el arte de la suavidad. Mediante una actitud siempre abierta logran establecer una confianza inmediata con nosotros para que podamos abrirnos a ellas con comodidad y naturalidad. Su poses, su lenguaje no verbal está exento de cualquier rasgo de poder. No se imponen, no hay rigidez en ellas, sino apertura y cercanía. Asimismo, algo común en las enfermeras que caen bien es que no tienen el ego subido.

Por tanto, trabajar día a día en estas dimensiones nos ayudará, sin duda, a llegar más allá de las miradas, a instalarnos en esos corazones ajenos que son de nuestro interés. Con humildad de la buena. Con h de alma.