Pongamos de moda las buenas personas: contagiemos bondad y solidaridad, hagamos las paces
Si miramos diariamente los telediarios, oímos los informativos de la radio o leemos la prensa, las noticia trágicas, las personas que cometen actos que atentan contra la sociedad marcan un porcentaje alto de los mismos. Aunque los gestos buenos y positivos abundan en el mundo, no los damos a conocer lo suficiente y difícilmente se ven, oyen o leen. Probablemente se puede pensar que no tienen valor y sabemos que lo que no se dice, no existe. Por tanto, tenemos que poner sobre la mesa más cosas e ideas positivas que ayuden a las otras personas. Y además, experimentos realizados predicen que ser testigo de un acto bondadoso inspira bondad y hace que se propague.
Hay que poner de moda a las buenas personas y los buenos actos. Hay que hacer que este tipo de hechos y personas se contagien y ayuden a conseguir una sociedad más solidaria y bondadosa que deje atrás la hostilidad. Contagiemos bondad. Contagiemos solidaridad. Contagiemos apoyo. Contagiemos , por favor. Gracias por contagiar.
Yo diría que vivimos en una sociedad que está en bronca continua. Y ante ello, necesitamos personas que transmitan y generen paz. Necesitamos bondad y compasión, necesitamos pedir perdón cuando nos equivocamos, necesitamos dar las gracias cuando recibimos algo, necesitamos hacer la cosas desde una perspectiva de la bondad y la solidaridad.
A veces pienso, cuando leo, veo o escucho determinados actos, que la sociedad se ha olvidado de lo más importante, que es la ayuda mutua, la solidaridad de los unos con los otros, el apoyo entre personas. Y ayudar a los demás es hacer la vida de ellos y ellas más agradable. Creo que ante un entorno que se ha vuelto tan hostil, tan individualista, necesitamos reivindicar el altruismo, la solidaridad, la ayuda mutua. Eso es lo que me gusta decir que es hacer humana la humanidad: humanicemos la humanidad en su conjunto.
Las dos visiones que hay sobre aquellos que atraviesan fronteras para buscar un futuro mejor nos marca una manera de ver la solidaridad. Por una parte, tenemos una visión basada en la distancia, incluso diría en el odio, donde vemos a la personas que se juegan la vida para cruzar el estrecho como que genere que nos invaden sin escrúpulos. Por otra parte, también hay mucha gente que pone su visión solidaria y humana, que ve a las personas que vienen, que son capaces de dejarlo todo, de dejar lo que tienen, de dejar su familia y amigos, de dejar su casa, y sin saben casi nadar, se tiran al agua jugándose la vida por aspirar a una vida mejor. Dos visiones encontradas que nos muestran dos maneras de ver el mundo. Y necesitamos cambiar una de ellas.
Las sociedades solidarias deben regirse por esa segunda posición. Yo creo que somos una sociedad que nos hemos vuelto insensibles al sufrimiento ajeno, nos hemos acostumbrado a ello, porque el verlo nos hace a veces insensibles ante el dolor. Un ejemplo lo vemos con las muertes por Covid-19, ya que el hecho de verlas diariamente hace que no nos demos cuenta a no ser que sea alguien cercano, familiar o conocido.
Por tanto, necesitamos pequeños gestos que fomenten la solidaridad, que ayuden a tener más bondad, que permitan el intercambio adecuado, que faciliten la sonrisa, que incrementen el bienestar.
La bondad y la compasión son dos habilidades que no solo se deben cumplir con la palabra, sino con hechos. Los hechos hablan más alto que las palabras. Y eso es algo que tenemos que hacer desde pequeños, no callándonos ante las injusticias, defendiendo al compañero/a al que insultan, siendo educados, saludando a los vecinos, ayudando a las personas mayores...
Necesitamos reivindicar la bondad, pero no solo con palabras, sino con hechos. Les tenemos que educar a nuestros amigos/as, familiares, padres, hijos/as, compañeros de trabajo... que lo más importante en la vida es ser buena persona. No hay nada más grande en la vida que ser buena persona.
Para ello, necesitamos hacer actos solidarios y rebelarnos contra las cosas que no son correctas, con acciones concretas. Podemos enseñar a nuestros convecinos, con pequeños gestos del día a día, con preguntas tipo ¿en qué te puedo ayudar?, dando las gracias, pidiendo las cosas por favor o pidiendo perdón cuando nos equivocamos.
Víctor Küppers, con el cual monté una conferencia en el marco del 24 diploma de gestión de la Escuela Andaluza de Salud Pública, relata que la sociedad suele aupar a aquellos que tienen buenas capacidades como, por ejemplo, a aquellos que aportan grandes beneficios a una empresa, aquellos que saben qué estrategias realizar, pero como sociedad deberíamos también esperar de un líder que sea buena persona. Y apunta, además, que necesitamos personas que tengan inteligencia, que tengan conocimientos, que tengan capacidades y, junto a ello, lo que más necesitamos es buenas personas, que pongan sus capacidades al servicio de los demás, personas que no sean egoístas, personas que piensen en el bien común.
Por eso, apunta Víctor Küppers, los líderes deben tener la cualidad de ser buenas personas para que puedan influir, contagiar, inspirar, transmitir, movilizar, acompañar. Y añade: "Si tu equipo no te admira, no podrás influirles, no podrás inspirarles. Si tus hijos te admiran, no lo hacen por tu curriculum, sino por tu manera de ser".
Contagiemos bondad. Contagiemos solidaridad. La bondad se contagia, es decir, que ver a otras personas haciendo el bien hace que los demás se inspiren y sean generosos también. El ejemplo es la mejor manera de demostrar la bondad. Ser testigo de la bondad inspira bondad, haciendo que se extienda como un virus. Por tanto, hagamos las paces para que la bondad, con este hecho, se contagie. Nos hará bien a las dos partes.